Cómo los políticos se
apropian de dinero público: algunas técnicas
El catálogo de medios que utilizan nuestros dirigentes para
nutrir sus bolsillos particulares a costa del dinero público o privado es
bastante extenso. El requisito fundamental para la práctica de cualquiera de
ellos es tener poder. Si alguien tiene competencia legal para adjudicar,
otorgar, subvencionar o contratar en nombre de la Administración pública y
comprometiendo el Presupuesto público, tiene a su alcance usar determinadas
prácticas para desviar dinero para sí o para sus amigos, correligionarios o
familiares. Por supuestos no lo hacen todos, pero digamos que se ha hecho y
hace con mucha frecuencia.
El contenido de este catálogo no es accesible a la mayoría
de los ciudadanos, porque, entre otras cosas, las prácticas que en el mismo se
recogen son en su mayor parte delictivas. Nuestros dirigentes y sus amiguetes
son cautos y discretos, así que, salvo por algún chivato de mal gusto, nunca
debe trascender el uso que se hace del mismo.
Nosotros, sin embargo, vamos a abrir ese catálogo y a
contarles lo que en el mismo vamos encontrando, en forma de hipotéticos
supuestos de hecho:
PRIMER SUPUESTO
Una empresa de
reconocido prestigio en su sector acude al político de turno (normalmente el Presidente
de la Comunidad Autónoma o el Consejero del ámbito de su competencia) para
proponerle la implantación de una determinada actividad (un centro comercial,
una incineradora, un aeropuerto,....), sobre unos terrenos que pueden ser o no
suyos. Dicho cargo público tiene el poder para aprobar lo que este promotor le
plantea, pero necesita del auxilio de un/os funcionario/s de su confianza y de
los que se vale para orquestar toda la maniobra. Tanto uno como los otros van a
cobrarse por los servicios prestados, pero el método del sobre o maletín (y los
más cutres bolsas de basura), aunque todavía en uso, ha sido desbancado por
otros mas sofisticados.
El político de turno
dispone para estos menesteres de uno o varios hombres de paja, de su máxima
confianza, con los cuales ha creado sociedades limitadas, en las que él mismo
ha colocado parte de su patrimonio y a las que nutre a través de este tipo de
maniobras. Su relación con las mismas es absolutamente privada, por eso está
basada en una máxima relación de confianza y nunca constará públicamente su
participación. Ya tenemos la sociedad limitada Melollevo, S.L., que va a ser
beneficiaria de unos ingresos económicos para el alto cargo. Pero, ¿cómo
obtendrá dichos ingresos?
Volviendo al promotor
de la actividad, el alto cargo le indicará que su proyecto es viable, pero que
debe asociarse con la mercantil Melollevo, S.L., que será la sociedad gestora
del proyecto. No sorprenderá entonces encontrarse en los Boletines oficiales
con la adjudicación de importantes actuaciones a mercantiles de cierta
relevancia, acompañadas de Melollevo, S.L., con una ínfima participación. Si
además analizamos el objeto social de estas sociedades veremos que suele ser lo
mas amplio posible y su intervención en la UTE o en la sociedad que se cree al
efecto, siempre se justificará como sociedad gestora. El trabajo de la misma
pasará por su mediación ante la administración (haciendo el trabajo de campo),
y por ello percibirá unos honorarios periódicos, pero también intervendrá en su
parte de beneficios sociales.
Dicha sociedad
Melollevo, S.L., u otra de las mismas características, puede ser utilizada para
adquirir los terrenos sobre los que se plantea la actuación y, en ese caso, los
comprará a bajo precio y se los revenderá al promotor multiplicando su valor.
Estamos en una economía de mercado, por supuesto.
VARIANTE UNO
El modelo anterior
tiene otra variante cuando la sociedad gestora no participa en la adjudicación
del contrato o de la promoción del proyecto. En este caso, el promotor deberá
firmar un contrato de mandato con dicha mercantil Melollevo, S.L., en el que se
compromete al pago de unos honorarios por los trabajos que debe realizar la
gestora (redacción de documentos, de proyectos, gestiones administrativas...) y
lo que es más importante, al pago de una importantísima cantidad económica al
producirse la adjudicación o aprobación del proyecto. Por el camino habrá que
hacer pagos a funcionarios y demás personal, y de todos ellos se encarga la
mercantil Melollevo, S.L., que para eso es la gestora.
VARIANTE DOS
Los casos anteriores
están pensados para actuaciones en las que se va a atribuir a un particular un
negocio con rentabilidad, del cual quiere beneficiar nuestro político de turno.
Pero tenemos otra variante para el caso en el que se entrega un dinero público
para realizar una actividad no lucrativa (subvención...). En este caso
podríamos utilizar también una sociedad Melollevo, S.L., pero no se justifica
cuando lo único que hay que presentar ante la administración son proyectos para
ser subvencionados. La solución está en forzar al promotor que se postula como
adjudicatario para que el proyecto se lo redacte determinada mercantil, con la
que ademas debe acudir en UTE al concurso. Nuestra Melollevo, S.L. cobrará por
los servicios prestados e intervendrá en el cobro de la subvención.
Pero aún mejor, si
nuestra Melollevo, S.L. reúne las condiciones para poder presentarse al
concurso, el alto cargo le atribuirá la subvención (imaginemos que cumple los
requisitos, pero en caso contrario no importa porque el funcionario de máxima
confianza ya se encargará de hacerlo cumplir, que para eso le pagan). Una vez
obtenida dicha subvención hay que destinarla al proyecto para el que fue
otorgada, pero por el camino nos vamos a encontrar con un montón de nuevas
sociedades, radicadas fuera del país, que van a emitir facturas a nuestra
Melollevo, S.L. por trabajos que no realizan. En todo ese entramado de
sociedades estará implicado nuestro alto cargo y sus amiguetes.
Hay maestros en el
arte de llevárselo con apariencia legal. Al parecer, uno de ellos no era
Urdangarin, porque le explicaron algunas cosas, aunque quizás no la más
importante: jamás des la cara en las sociedades que gestionen la chorizada. A
lo mejor se creía inmune o pensaba que los Duques están al margen de esas
pequeñeces. Lo que es evidente es que el Duque tan sólo es uno de los que
presuntamente lo han hecho, en este caso bastante mal a pesar de sus socios tan
listos, porque muchos lo han hecho mejor y están disfrutando de su (nuestro)
dinero, pasando la crisis tan ricamente. Y se seguirá haciendo. Así que
seguiremos contando formas en que nuestros altos cargos y destacados políticos
meten la mano en la caja sin que se note. Luego se compran casas, tienen
cuentas fuera o ponen picaderos, a saber. El caso es que todo eso sale de
mangar.
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