El director de la Guardia Civil
patrulló con grupos falangistas de cadeneros durante su juventud
FERROL.- Cuando era joven, el
actual director general de la Guardia Civil tenía dos apodos. Arsenio Fernández
de Mesa era Cuco para los amigos y El Estirao para los enemigos. Su ciudad
natal, Ferrol, seguía siendo entonces de El Caudillo, y cuando murió Francisco
Franco en 1975 De Mesa todavía era menor: la mayoría de edad no se adelantaría
de los 21 a los 18 años hasta 1978.
Eran tiempos convulsos en todos los
rincones de la una, grande y libre, y en Ferrol, cuna del apodado Faro de
Occidente (a pesar de la escasa estatura del dictador), la lenta agonía del
Caudillo se vivía con un plus de emotividad. Los enfrentamientos entre
francófilos y francófobos eran cotidianos.
En Ferrol habitaba entonces el
hombre que había fundado en 1935 la facción gallega de Falange Española. Jesús
Suevos era en 1975 un respetado fascista de 68 años, algo atildado, de gran
cultura, elegante, soltero y muy afrancesado, con todos los rumores que esta
pléyade de cualidades podía aventar en aquella España charretera, vencedora,
carpetovetónica y macho.
En Ferrol, patrullas fascistas de
inspiración paramilitar salían a amedrentar a sindicalistas y demócratas con
palos, cadenas y pistolas
Con la muerte de Franco, Suevos
se volvía a sentir depositario otra vez de la sagrada misión de emprender una
nueva cruzada por Dios y por España. El antiguo jefe de centuria falangista en
la Sierra de Guadarrama durante la Guerra Civil organizaba, 40 años después, en
Ferrol, patrullas de inspiración paramilitar destinadas a amedrentar a
sindicalistas y demócratas con palos, cadenas y pistolas. Los llamaban los
cadeneros y se daban cita las noches del lunes en los patios del colegio Tirso
de Molina antes de salir a patrullar.
Suevos adoptó intelectual e
ideológicamente a Cuco Fernández de Mesa por diversas e irreprochables razones.
A pesar de su deslustrado expediente académico, De Mesa era un líder
estudiantil. Poseía buen físico, buena voz y una viril espontaneidad para la
arenga, como bien ha seguido demostrando en el decurso de su carrera política.
Además, Cuco proviene de una noble estirpe de marinos y militares que arranca
en el siglo XVIII. Su madre fue bautizada María Luisa Díaz del Río y González-Aller.
Los González-Aller provienen de la aldea de
Villarruba, a 22 kilómetros de Ferrol enfilando hacia el sur el curso de la
ría. La dinastía naval alcanza nuestros años, con Cristóbal González-Aller,
(1960) vistiendo el uniforme de almirante en la base de Rota. José Ignacio,
fallecido en octubre del pasado año, había sido compañero de promoción de Juan
Carlos I en la Escuela Naval y a bordo del buque escuela Juan Sebastián Elcano.
Carlos, capitán, llegó a ser jefe de la Cámara de Oficiales de la Armada en
Madrid. El almirante Antonio fue, durante el primer lustro de este siglo, jefe
del Cuarto Militar de la Casa Real, y su empaque era inevitable en cada acto
castrense solo unos pasos detrás de Juan Carlos I.
La joven centuria falangista de
la que formó parte el actual director de la Guardia Civil contaba para su
impunidad con la ayuda de la Benemérita
Como Jesús Suevos –que sería
corresponsal de la prensa del Movimiento en París, primer director de TVE y
presidente del Atlético de Madrid–, la familia de Cuco de Mesa era gente de
cultura y sensibilidad, había sido golpista en el 36, y vivió plácidamente los
40 años de terror franquista, como los adjetivara en inolvidable ocasión el
exministro del PP Jaime Mayor Oreja.
La joven centuria falangista
organizada por Suevos en los años 70, y de la que formó parte el actual
director de la Guardia Civil, contaba para su impunidad, precisamente, con la
complicidad de la Benemérita. Igual que otros movimientos involucionistas de
aquellos años, como los Guerrilleros de Cristo Rey, responsables de numerosos
asesinatos durante la década.
Por supuesto, no existen censos
de la composición de aquellas centurias clandestinas. Ni apenas denuncias
contra ellos. Pero sí fue pública la presencia de Fernández de Mesa ataviado de
falangista en un acto que se celebró en Cedeira el 14 de mayo de 1977. El ex
ministro franquista Gonzalo Fernández de la Mora acudió a la localidad para
inaugurar un monolito en memoria de Franco. Las autoridades locales esperaban
disturbios.
Cedeira había albergado un campo
de concentración donde se hacinaron más de 700 rojos entre 1937 y 1938. Muchos
cedeireses fueron fusilados en la playa de Villarrube, a orilla del exquisito
pazo de los González-Aller. A los supervivientes y a sus familias les pareció un
insulto aquel homenaje e intentaron boicotear el acto.
En previsión de que las fuerzas
del orden fueran insuficientes, la centuria de Díaz de Mesa acudió con sus
aditamentos falangistas a proteger ministro y monolito, quizá no necesariamente
por ese orden.
Fernández de Mesa trasladó su
carrera política de Galicia a Madrid al acercarse a los genoveses de Aznar por
desavenencias con Fraga
De Mesa ya albergaba ambiciones
políticas. Convencido por Suevos, se había afiliado un año antes a Reforma
Democrática, fugaz asociación (aun no se había redactado la ley de partidos)
que bajo el aliento de Manuel Fraga pretendía mantener los principios del
Movimiento Nacional en caso de que la frivolidad democrática naciera
irreversible. Fue la crisálida de Alianza Popular y del PP.
Su periplo laboral arrancó un
poco más tarde. En 1979, se convierte en auxiliar de jardinero en el puerto,
pero no era posición laboral digna para un vástago de genealogías navegantes
tan conspicuas como la de los González-Aller, y acaba colocado en diversos
oficios relacionados con el naval. Pero en 1983 sale concejal en Ferrol y en su
Ayuntamiento permanece hasta 1991.
Muy crítico con la reconversión
del naval iniciada en los primeros gobiernos de Felipe González, se destaca
entonces como grandilocuente defensor de los trabajadores ferrolanos, lo que le
abrió las puertas del Congreso como diputado por A Coruña en 1989. Mantuvo el
escaño hasta 2012 y no precisamente para pasar desapercibido: durante la guerra
del fletán con Canadá, afianzó su fama de intrépido parlamentario.
También contribuyeron en su salto
de Galicia a Madrid sus desavenencias con Manuel Fraga y su acercamiento a los
genoveses de Aznar, hartos de abandonar las comodidades de Lhardy para apoyar a
Donmanuel entre pulpeiras de O Carballiño y percebeiros del Malpica.
"No tiene ni los estudios
para el ingreso como guardia", aseguran los miembros del colectivo Alborán
de militares y guardias civiles retirados
Durante aquellos años, el
inexistente currículum académico de Cuco agrega títulos como sendas
diplomaturas en Altos Estudios Militares y de Defensa. Diplomaturas que, tras
convertirse en director de la Guardia Civil, reducen a un par de cursillos los
miembros del colectivo Alborán de militares retirados y guardias civiles:
"No tiene ni los estudios para el ingreso como guardia".
Tras ser nombrado delegado del
Gobierno en Galicia por José María Aznar, durante el zapaterismo espera su
turno tras distanciarse de la protección de Francisco Álvarez Cascos, a quien
había organizado la boda, y aproximarse a Mariano Rajoy. En el PP gallego era
voz populi que el pontevedrés le iba a asignar la cartera de Defensa, acercando
la magnitud de su figura a la de los almirantes y capitanes de su familia
materna. De hecho, convirtiéndose en jefe de la marinería. Pero los designios
de Rajoy son inescrutables.
Como director de la Guardia
Civil, su actuación más destacada por la prensa fue mentir acerca de la
actuación de la Benemérita en el Tarajal, donde fallecieron ahogados 15
inmigrantes que intentaban alcanzar a nado las costas de Ceuta. De Mesa negó
que su benemérito cuerpo hubiera utilizado balas de goma y gases lacrimógenos
para repeler a los nadadores muertos. Falsedad que el ministro Fernández Díaz
hubo de desmentir días después en sede parlamentaria, ante la comisión de
Interior.
Esta semana, además, se ha sabido
que un informe forense realizado por la Universidad del País Vasco y difundido
por la Cadena Ser, confirma que los botes de humo y las pelotas de caucho
`pudieron contribuir de manera significativa como un elemento coadyuvante en el
fallecimiento de estas personas".
Quizá ese haya sido el principio
del fin de una carrera que se inició un día de mayo en Cedeira, alrededor de un
monolito a Franco y apoyando, contra el pueblo, a la Guardia Civil. Esa que
hoy, y de momento, continúa bajo las órdenes del ferrolano de sangre marinera y
franquista. Pero Franco murió hace mucho tiempo, y quizá ya no está para
sobrevolar más el nido de este Cuco.
ANIBAL MALVAR
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