"Siempre me he sentido abandonado por España. Nadie hizo nada por nosotros y por eso nunca quise volver allí" asegura Félix Amat, de 87 años
75 años después de su evacuación, algunos de los 'niños' vascos cuentan en la SER cómo vivieron su exilio en Inglaterra lejos de sus padres. Algunos volvieron a rencontrarse con sus tierras, pero más de 250 personas no fueron reclamadas por nadie y han pasado su vida lejos de España.
En 1937, durante la Guerra Civil
Española, casi 4.000 niños y niñas del País Vasco fueron evacuados a tierras
británicas. El Habana, un buque inglés con capacidad para 400 personas, se
acercó hasta el puerto de Santurtzi (Bizkaia) y los trasladó hasta Southampton,
en Inglaterra. Dejando atrás su tierra y sus padres, sólo llevaban consigo algo
de ropa y un cartón donde figuraba su nombre y un número de identificación. 75
años después de esa evacuación, algunos de esos "niños" vascos
cuentan su historia a la SER.
Cuando Bene González subió al Habana
tenía 15 años. Al estar su padre en la guerra, lo más duro para ella fue dejar
sola a su madre. "La separación de mi madre fue un trauma terrible porque
yo era la mayor de mis hermanos y estaba muy apegada a ella" lamenta Bene.
El viaje en barco fue una de las peores cosas que recuerda. La marea era
fuerte y el Habana tenía capacidad sólo para apenas 400 personas. El miedo que
caracterizaba el rostro de todos los niños que había a su alrededor fue lo que
más la impresionó "esos niños lloraban de forma diferente. Los niños de
ahora gritarían de pánico pero ellos lloraban en silencio y llamaban a su
amaxo".
Una vez en el Puerto de Southampton,
había unos autobuses que llevaron a los niños y al personal docente y
sanitario hasta los campamentos. "llevábamos una vida aburrida. El día
se nos hacía muy largo porque no había mucho que hacer" recuerda Bene. Uno
de los peores momentos fue la noticia de la caída de Bilbao "aquello era
terrible, todo el mundo lloraba porque lo primero que pensamos era que sí
Franco había entrado a Bilbao habría matado a nuestros padres".
Más tarde, los niños fueron
trasladados a las colonias, a Bene le tocó ir a Escocia donde asegura que
llevaba una buena vida. Pero ella añoraba el día en el que pudiera volver a
España y ver a sus padres. "En la colonia estaban preocupados porque ya se
veía venir la Segunda Guerra Mundial, por eso yo tuve mucho miedo. Y menos mal
que nada más llegar a España es cuando empezó la Guerra, aunque algunos se
tuvieron que quedar porque sus padres fueron asesinados. Pero yo me alegro
mucho de haber vuelto" celebra Bene González.
Otros "niños" no tuvieron
tanta suerte. Una amiga de Bene que se llamaba Encarnación Benavente, quedó
desamparada y la acogió una familia inglesa. "Con 18 años, se casó con un
marino de guerra y poco después tuvo un hijo. Cuando estalló la Segunda Guerra
Mundial, nos cuenta Bene "empezó a trabajar en una fábrica porque su
marido estaba en la Guerra y entonces enfermó de tuberculosis. Murió con 22
años dejando sólo a su hijo, que apenas tenía dos años".
Para esta mujer de 90 años, la
evacuación no fue cuestión de republicanos ni de franquistas "tenía el
objetivo de alejarnos de las bombas y fueron dos bandos en lo que
desgraciadamente fue una Guerra Civil, en la que lucharon hermanos contra
hermanos. Es lo más triste" concluye Bene.
La experiencia para Félix Amat fue
totalmente diferente. Para él y para sus hermanos fue un viaje divertido en
el que pudo disfrutar del mar y lo veía como una oportunidad de ver otro
país lejos de lo que sucedía en ese momento en España "yo no recuerdo que
fuera tan horrible. Lo único duro que hubo es que no podíamos comer bien porque
nos mareábamos" cuenta Amat. "Mis padres me explicaron que tenía que
irme fuera durante 3 meses por la guerra y por los bombardeos. Durante esos
días, la gente venía a Bilbao con sus maletas y sus animales porque pensaban
que allí estarían más protegidos" explica este hombre que tiene ya 87
años.
El año anterior a su llegada a
Inglaterra, se había celebrado la coronación del Rey Jorge VI y las calles aún
permanecían decoradas por eso, nos cuenta Félix que "la llegada al puerto
de Southampton fue divertida. Pensábamos que las banderas y la decoración
era nuestro recibimiento, pero no fue así. Guardo muy buenos recuerdos de
esa etapa de mi vida. Mi niñez en la colonia fue como un paraíso lejos de la
Guerra". De los 4.000 niños, al menos 250 no fueron reclamados por sus
padres después de la guerra. Félix Amat es uno de los que se quedaron en Inglaterra
"mis hermanos y yo no podíamos volver porque no sabíamos donde estaban
nuestros padres. Después de 75 años todavía estamos aquí".
Pero Félix Amat tampoco quería
volver a España porque ya se había echo a la vida inglesa "después de
termina la Segunda Guerra Mundial yo ya tenía novia. No quise volver porque no
quería dejarla en Inglaterra". Aunque ese no fue el único motivo que
le retuvo en esas tierras. Cuando localizó a su familia le comunicó que la
posguerra en España estaba siendo muy dura y además "habían mandado una
carta para que yo hiciera el Servicio Militar, pero como no estaba en Bilbao
pues no la podía hacer. Cuando quise volver no me querían dar el pasaporte
español porque me consideraban un prófugo". Pero por todo lo que pasó,
Félix Amat no ha echado en falta España "soy más inglés que español.
Siempre me he sentido abandonado por España y por eso nunca he tenido ganas de
volver".
José Armolea tenía tan sólo 13 años
cuando sus padres le dijeron que él y su hermano tenían que coger ese barco
para no morir en la Guerra Civil. Vivía en Portugalete desde donde zarpó el
Habana "vimos ese barco llegar un par de días antes". A pesar de
escuchar a diario el sonido de las bombas, Armolea recuerda su vida en Bilbao
como la mejor etapa de su vida. El viaje duró 48 horas y para José fue algo
difícil de comprender "no entendíamos lo que estaba pasando, ese
campamento era enorme y estaba lleno de niños. Pero al principio no fue una
dura experiencia, porque estaba convencido de que ganaríamos la guerra y la
vuelta estaba cerca" recuerda José, ahora con 86 años. A Armolea no le
gustó mucho Inglaterra. "Teníamos que hacer turnos para que cada día uno
fuera a por la comida porque hacía mal tiempo y eso que la comida era inglesa y
muy rara. Además teníamos que dormir en colchones de paja". Como al resto
de niños, sus padres le aseguraron que iba a ser cuestión de 3 meses y que
estaría en buenas manos. Pero las cosas no fueron tan bien como él se esperaba
"lo diré una y mil veces, Franco mató a toda mi familia".
Poco antes de la Segunda Guerra
Mundial, José Armolea fue trasladado a Bournemouth con una familia inglesa
que se hizo cargo de él hasta que empezó a trabajar. "¿Que qué
pensaba? Pues que he tenido mucha suerte al tener una familia aquí y sólo
trataba de vivir de la mejor manera posible. Es una situación difícil de
entender y de explicar".
No hay comentarios:
Publicar un comentario