Vuestras son las remendadas victorias;
Sobre nuestra madre tierra y sus mares.
Duradero es el sol de los señores
Que pulen en la patria sus miserias.
¿De quién pues los laureles y la gloria?
¡Del acero y los cordones dorados,
Del águila imperial y sus prelados
De vos, mi general la falsa historia!
Entonces, cuando la patria se daña
Y las batallas sin gloria se vician
Y el desaliento y la muerte diluvian
Hay que actuar con mala fe y con cizaña.
Y uno piensa…
¿Qué pasa en las trincheras
Que a nuestros hijos descuidan fundidos
En una brutal guerra sumergidos
Entre piojos ratas y balaceras?
Cientos de miles mueren masacrados
La orden: tomar una vana colina
Y se toma y se pierde: es la rutina
De tantos generales laureados.
Los falsos patriotas y mariscales
Determinan cuántos pueden morir
Mientras comen y adornan su mentir:
Despiezan la verdad con sus puñales
Y empantanan los campos de gangrena.
Son los que obran del mal, falsa grandeza,
Prosapia que adolecen de nobleza,
Que en su propio interés todo envenena.
Y si todo se grieta y el pueblo pena, Entonces…
¡Acusemos de traidor
A un oficial judío y servidor
Del enemigo que nos encadena!
Por ello prevalecen las ficciones
Y el pogromo con violencia amanece
Y si la ponzoña filtra y se cuece
Ellos logran vencer nuestras pasiones.
Besemos pues el verde y la paciencia
Cubramos la tierra de mies y vida
Nuestros pechos abiertos a la herida
De la paz la razón y la conciencia.
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