Mi casual encuentro con José Luis García Rúa.
(El hombre de los
tres acentos)
(Nuestro Anselmo
Lorenzo)
(Segunda parte)
…
recuerdo con gran satisfacción e innegable añoranza, (tras una, y por suerte,
falsa noticia sobre su fallecimiento) nuestro casual encuentro en Granada con
J. Luis García Rúa el pasado 7 de Enero. Perdidos, descaminados por calles
intrincadas y estrechas convergimos sin
saberlo en la calle de Elvira. Fue en ésta calle donde sorprendentemente nos
encontramos con José Luis degustando un café con leche en la terraza de un
coqueto bar llamado el Enano Rojinegro.
Después de una agradable y placentera conversación nos fundimos en un
fraternal abrazo y nos despedimos, no sin antes comprometerle, a participar y
contribuir con sus conocimientos, experiencia y buen hacer en un acto que para
el Primero de Mayo de 2017, estaban organizando los compañeros de Cádiz. La
verdad es que, tras ésta invitación, subyacía nuestro interés por lograr que se
quedara unos días en Puerto Real y disfrutara de unas vacaciones necesarias y
del cariño, respeto y amistad que en nuestro pueblo sentimos por él.
Llegó
el día esperado. Desventurado Primero de Mayo: desheredado de su contenido,
prostituido; tergiversada deliberadamente su historia reivindicativa y
solidaria; trocado éste día en una fatua feria por los gobiernos; vaciado de
contenido y rebeldía por los Sindicatos reformistas; ausente el mundo del
trabajo; voluntariamente decadente por propios y extraños. Solo el reencuentro
con compañeros y compañeras militantes alivian tanta frustración. El resto,
nuestra innegociable Utopía: Revindicar la Huelga General Internacional como herramienta
de solidaridad; indispensable para avanzar unidos hacia la Emancipación Social.
Como
cualquier día de fiesta, la Plaza de las Flores era una feria. El trasiego de
viandantes, el bullicio de los tendederos ofreciendo sus productos a los
mirones y los bocinazos en nuestro comunicar muy propio por éstos lares, no
ofrecía la calma y paz necesaria para exponer nuestras ideas. A pesar de todo,
nuestras miradas, nuestros gestos, delataban fielmente la lógica inquietud y
desasosiego de advertir como pasaba el tiempo y que, nuestro principal
invitado, compañero y relator J. Luis G. Rúa no acabara de presentarse.
Si
no recuerdo mal, pasada una media hora y temiéndose lo peor, un joven
anarquista tomando la iniciativa arrancó el acto con la lectura de un
manifiesto colmado de un análisis agudo y coherente sobre la realidad social. A
continuación se organizó una manifestación voluntariosa, rebelde y de corto
recorrido. Al reencontrarnos con la Plaza, avistamos emocionados la figura
inequívoca de José Luis acompañado de su inseparable nieto y de sus noventa y
tres años. Una emoción difícil de contener (sobre todo para los militantes de
mayor edad) dio paso a sentidos abrazos y lágrimas atesoradas.
Todos
nos apartamos y le concedimos el espacio obligado. Todos pendientes y
absolutamente ilusionados por escuchar a nuestro Anselmo Lorenzo; a nuestro Tárrida
del Mármol; a nuestro Sánchez Morago; a nuestro Durruti; a nuestro Fermín
Salvochea…
Acto
seguido Ignacio, un joven compañero procedió a la presentación con una reseña
fresca, tierna y afectiva de la vida de J. Luis, destacando su sencillez
cargada de compromiso y coherencia en la lucha por la emancipación de los más
desfavorecidos. J.
Luis a pesar de la algazara en la plaza, casi imposible de concentrarse,
arrancó su elocución sin inmutarse, sin una queja por el lugar elegido. Como es
habitual en él, inició su intervención recordando a compañeros ya fallecidos
como Juan López y Biúrrun ejemplos de constancia, tenacidad y honradez por
hacer de la C.N.T-AIT la Organización que precisa el movimiento obrero en sus
esfuerzos por liberarse de la explotación. Todos esperábamos un análisis
magistral a los que nos tiene acostumbrado. Pero…de pronto, nos dijo que
era hora de hablar de la vida; que sus brazos, su corazón y sus sueños eran
nuestros; vivir, amar, sentir en vosotros me ha mantenido firme como el nido a
su árbol…y es por todo lo vivido y sufrido en común que quiero despedirme con
un poema escrito pensando en mi tierra (que también es la vuestra) titulado:
Adiós.
Durante
unos segundos el bullicio desapareció de nuestras cabezas y el silencio se
acomodó en la Plaza. Nuestras
miradas se entrecruzaban buscando que un gesto cómplice proveyera razonamiento a sus
mencionadas palabras. Desconcertados erguimos nuestras cabezas y nuestros ojos
y oídos se ensancharon.
Su
voz ya resentida daba alas a sus palabras; con una cadencia delicada fue desgranando cada verso como se le arranca
pétalo a pétalo a la margarita.
Adiós
Otra
vez en el tren. El viaje sigue siendo
el
natural lugar
de
este hombre que narra nuestra historia.
Los
caminos y él
parecen
ser lo mismo,
pero
ahora le hacen punzante compañía
espinas
muy clavadas
de
los dolores viejos,
y
los muchos amores dejados a la espalda
hácenle
al corazón
el
hueco de su ausencia,
que
cosa alguna nunca
hacer
plenos podría,
pues,
al igual que hay luces
que
dan oscuridades,
y
formas de vestido
que
desnudan ambientes,
también hay compañías que nos hacen
las
soledad más sola,
pues
hacen evidente en sumo grado
aquello
que nos falta,
a
la vez que la angustia de impotencia
de
poder alcanzarlo.
¡Solo,
solo, solo! El tren con sus bufidos.
Los
humos de las altas chimeneas
se
pierden en el aire.
¡Esa
atmósfera gris de nuestra tierra,
que
da tristeza al fondo de los montes!
La
Asturias neblinosa de los ríos negros
el
paso va dejando
a
la rural Asturias de la pradera verde,
a
la quieta figura de la vaca
pastando
en la ladera,
al
laurel siempre fresco
y
a los robles frondosos,
el
hórreo familiar
y
los bueyes uncidos del camino,
los
repajos cerrados por las murias de piedra,
los
montes que amenazan en su altura
contender
con el cielo,
el
misterio del valle cercado de sí mismo…
Un
invierno incipiente encierra el horizonte,
una
cortina de agua
tamiza
con la lluvia en los cristales
los
contornos borrosos del paisaje.
Luego
cesa el llover
y
en un llano del tren vuelve el silencio.
Afuera,
unas figuras a lo lejos quietas,
y
tanto más fugaces
a
la visión que quiere aprisionarlas
cuanto
más cerca están de la ventana.
Adentro,
una tristeza honda,
un
llanto contenido,
un
viaje sin conciencia
de
su término claro,
un
hombre solo y triste,
igual
que una hoja muerta
llevada
por el viento.
Envuelto en nube gris, desorientado,
desalojado de mí, con la esperanza entre mis dientes ya rotos de tanto morder
el dolor que se nos regala, no pude ni quise ahondar en sus preocupaciones.
Aceptamos sin rechistar todas sus decisiones. No quiso quedarse unos días en
Puerto Real que le sirviera de descanso y tranquilidad; no aceptó nada que lo
pudiese aliviar, ni siquiera una sola noche…Su Adiós sonó grave y auténtico. Un
abrazo firme como un disparo de acero y un hasta siempre, hasta siempre
compañero.
Con el amor y la infinita amistad
que solo es posible atesorar en el combate.
A mi amigo, a mi compañero, a mi
maestro: JOSÉ LUIS GARCÍA RÚA
Pepe Gómez
S.O.V de CNT-AIT Puerto
Real Septiembre 2017
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