LIBRO TRIGO TRONZADO (La represión franquista 1936 en San Fernando –
Cádiz)
Autor: JOSE CASADO MONTADO
DECIMOOCTAVO FUSILAMIENTO
DECIMOOCTAVO FUSILAMIENTO
Es un hombre, el que, erudito o
ignorante, utiliza su conciencia y su razón en cualquier lugar o instante; y
sea cual sea su condición, es de todos solidarios y se juzga semejante.
Cerón
Fue el cuatro de noviembre cuando
sacaron a cuatro trabajadores del Penal de La Casería y llevados al paredón del
Cementerio, casi a la misma hora que los anteriores, seis y media y en casa
escuchamos los cuatro tiros de gracia después de la descarga. Estos fueron:
❖ Francisco Ruiz Pérez.
❖ Juan Montero Valero. Natural
de Valverde del Camino. 44 años.
Casado con Josefa
Duque Castro.
Hijo de Juan y de Rosario. Concejal.
Dejó seis hijos. Vivía en la calle San Pedro Apóstol. San Fernando.
❖ Progreso José Cumplido. Dice la ficha que poseo, que el cura logró
convencerlo para que recibiera el bautismo
¡un minuto antes de morir! Sin comentarios.
❖ José Rodríguez Montero.
La Isla amada, cada día más gris,
más apagada, fría y triste. Aquel invierno no fue muy frío, vendrían otros
peores, pero si el más trágico y, durante las frías tardes, alrededor de la
copita de cisco y picón, en una palangana vieja, los familiares enlutados,
muchísimos, lloraban a sus muertos y sus desgracias y maldecían a todos los que
nos habían inmerso en aquel estado demencial, Franco, Varela, Queipo de Llano,
Mola, Olivera Manzorro y otros locales responsables y culpables de aquella
locura santificada, causantes de todas sus penas y dolores.
Mientras se fusilaba fríamente en
la retaguardia, como el caso de García Lorca… “El Sol, a su nacimiento, por el
crimen aterrado, cesó su ruta un momento, tras la loma acurrucado. La fuente se
tiñó en rojo y los lirios se doblaron; las mariposas, de enojo, sus colores
apagaron”. También a José Antonio, en la zona republicana, en la que se
cometían auténticas barbaridades y cada bando echaba las culpas al otro de ser
más cruel. El día dieciséis de diciembre fue lo de Paracuellos del
Jarama…” aunque las responsabilidades
del caso no están muy claras parece
demostrado que los principales funcionarios de policía, comenzando por el Director
de Orden Público, Manuel Muñoz, tenían conocimientos de los asesinatos. El
clima de pánico es lo único que puede explicar semejantes atrocidades. En un
momento en que las tropas de Franco se encuentran casi cercando a Madrid, la
posibilidad de que esas tropas puedan entrar en la ciudad parece autorizar las
mayores atrocidades. Paracuellos del Jarama, así como San Fernando de Henares y
Torrejón del Ardoz se convirtieron en cementerios. Aquellos pueblos tenían
horror de ver entrar a las tropas “gloriosas” de los nacionales, con La Legión
y los tabores moros en cabeza.
El día cinco de enero de 1937,
desembarcaron en Cádiz tres mil italianos. Fuimos a verlos, los chiquillos, y
escuchar sus canciones bonitas, en el muelle de la ciudad. Aún no comprendía
que venían a España para matar españoles. Yo creía que sólo venían a desfilar y
luego embarcar otra vez en aquel barco tan grande y tan bonito, “Conte
Biancamano”. Desde la calle Real, una vez de vueltas a La Isla, fuimos testigos
del recibimiento que le dispensaron la Falange Femenina, los requetés y los
militares, al paso hacia el frente contra la República. Los curas también
participaron directamente en el jolgorio, tocando las campanas y saludando
desde el atrio puertas abiertas, nada extraño porque venían de Roma cargados de
indulgencias de Pío XI… pero también vimos el material de guerra, carros de
combate, camiones, autos, cañones remolcados, ambulancias, etc… porque eso se veía mejor que las
indulgencias. La ayuda italiana fue pronto ampliada hasta la cantidad de
cincuenta mil hombres, demostrando que
el bando de Franco contaba con la
poderosa ayuda descubierta de las dos potencias fascistas de Europa y al
parecer, fue una medida rápida tomada tras la incapacidad demostrada por el
general Franco para tomar Madrid.
El día ocho de febrero de 37, los
italianos tomaron Málaga. El día tres había empezado la ofensiva contra la
ciudad con una fuerza de nueve batallones, unos diez mil hombres, y con el
apoyo de cien aviones italianos. Aunque en teoría la operación estaba bajo
mando del “Duque de Sevilla” (otro duque más) General Quipo de Llano, esa
escoria uniformada, pero en la practica las operaciones estaban dirigidas por
el general italiano Mario Roatta. En la ciudad cundió el pánico y se inició la
huida de la población. Los carros de combate italianos no tuvieron que forzarse
muchos para vencer y según contaban los fugitivos se inició enseguida una de
las más feroces represiones. En la ciudad quedaron miles de republicanos,
muchos de los cuales fueron fusilados inmediatamente, y el resto encarcelados
en pésimas condiciones.
Un decreto del Generalísimo
Franco por aquellas fechas restablecería la Marcha Real como himno nacional,
con su nombre primitivo: “Marcha granadera”. Además se declaraban cantos
nacionales el “Cara al Sol”, el “Oriamendi” y el himno de La Legión. Estos
últimos himnos como… “homenaje a la Patria y en recuerdo a los gloriosos caídos
por ella en la Cruzada, deben ser escuchados de pié”.
El trece de marzo del mismo año,
casi un mes después de la “victoriosa” entrada de los italianos en Málaga y a
pesar de sus efectivos evaluados en cincuenta mil hombres, gran apoyo de la
aviación y de veinte mil hombres del general Moscardó en su flanco derecho,
estos intrusos recibieron una histórica paliza. Ello supuso no sólo una gran
derrota militar sino política. En Guadalajara las divisiones italianas acabaron
mordiendo el polvo de la derrota… y nosotros, en la retaguardia, chicos y
grandes, lo comentábamos y nos reíamos en sordinas.
Luego vinieron otras
humillaciones e imposiciones. El Día veinticuatro de abril del mismo año, la Junta
de Defensa Nacional de Burgos dictó un decreto por el cual se declaraba oficial
en toda la zona nacional, el saludo
brazo en alto, tomado de la Falange, y añadía: “esta forma de saludo será
obligatoria tanto en la administración civil como militar, al igual que sucede
en los países hermanos de Alemania e Italia”.
Mientras México anunciaba su
ayuda incondicional a la República, Gil Robles enviaba una carta a Franco en la
que ponía a su disposición toda la organización y las milicias del partido
Acción Popular. También en los estudios de Hollywood se recaudó por aquellos
días, millón y medio de dólares para la España republicana.
El 26 de abril de 1937, fue un
día tristemente célebre. A las cuatro y media de la tarde fue bombardeado el
pueblo de Guernica, situado a unos treinta kilómetros de Bilbao y unos quince
del frente.
La aviación alemana fue la
encargada de realizar la operación en la que intervinieron 4 “Heinkel 111”,
capaces de transportar hasta 1.400 kilos de bombas, tres escuadrillas “Junkers
52”, 23 aviones más y algunos cazas “Messerschmidt BF-109” y “Heinkel 51”. Los
aviones de la Legión Condor lanzaron bombas incendiarias, potentes explosivos y
bombas de shrapnel (rellenas de balines) con un peso total de 50.000 kilos. Las
destrucciones fueron grandes
y las estimaciones
arrojaron un saldo de unos mil muertos, amén de un número elevado de
heridos y quemados. Los hechos fueron confirmados por gran número de testigos
imparciales, como los corresponsales extranjeros, el cónsul británico y el
obispo de Bilbao. A pesar de ello las fuerzas nacionalistas, y a nosotros aquí
en La Isla, nos dijeron que fueron los propios vascos y los asturianos los que
ingeniaron la población. En la actualidad todo está bien claro ante La Historia, ya que los archivos
alemanes dan pelos y señales de todo aquel barbarismo ejecutado a título de
pruebas.
Por aquellos días también se
hundió el acorazado “España”, a causa de una mina mal puesta, mal situada, por
los mismos nacionales, pero no hubo víctimas… ni héroes. También se rindió el
sanitario de Santa María de la Cabeza y según cuentan las crónicas, los
atacantes, rojos, respetaron la vida de los sitiados azules, nacionales.
El 31 de mayo de 37, fuerzas
navales y aéreas de la República atacaron al acorazado alemán “Deutschland” que
se encontraba en Ibiza, por su apoyo a las fuerzas rebeldes y e mismo día el
delegado alemán protestó ante el comité de No intervención por el suceso y
anunció que el gobierno alemán tomaría represalias contra La República. La
medida de fuerza anunciada se hizo efectiva dos días después, cuando la flota
alemana bombardeó la ciudad de Almería, interviniendo así de manera clara
en la guerra
civil. Ello dejó
bien patente que la República española no sólo se
enfrentaba a las fuerzas fascistas rebeldes, sino también al fascismo nazismo
internacional.
El día tres de junio, también del
37, el general Mola murió en un accidente aéreo en el término de La Ida,
municipio de Alcoceros (Burgos) cuando se disponía a ir al frente de Segovia.
Según pareció fue debido a las malas condiciones atmosféricas, pero se
corrieron rumores que había sido un sabotaje por divergencias con Franco. En el
accidente también falleció oto personaje importante y tres más, menos
importantes. Y un corresponsal decía: “una gran pérdida que, sin embargo,
despeja aún más a Franco el camino”…
Transcurrió tiempo suficiente
para que ocurrieran cosas graves y trágicas en aquella España divida, mísera,
destruida, harto conocidas y publicadas… hasta que el día once de enero de
1940, ya terminada la guerra, se les ocurrió volver a registrar otro fusilamiento, pues aunque habían tenido
lugar muchas sacas desde la último anotada el día 28 de octubre de 36, no había
quedado nada anotado. Sí, tres años sin anotaciones, aparentemente, sin
fusilamientos, me hace pensar que los mandos ordenaron prohibir lo que entre
militares y falangistas hacían: ocultar los genocidios, prohibiendo que se
tomaran datos. Así, no aparece en ningún lugar la más mínima anotación sobre el
fusilamiento de más de treinta tripulantes del destructor republicano
“Almirante Ferrandiz” acaecido el día 29 de septiembre del 36.
Continua….
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