El genocidio silencioso. Los
efectos del amianto en la Bahía de Cádiz
En nuestra investigación sobre el
amianto llegamos a analizar las memorias del Puerto de Cádiz puesto que
teníamos la seguridad de que por nuestro puerto entró una gran cantidad de amianto
que se destinaba a su uso en numerosas actividades industriales como aislante
por su dureza y propiedades ignífugas y efectivamente encontramos datos
relevantes que ponían de manifiesto la enorme cantidad de amianto que entró por
el puerto gaditano durante muchos años. Concretamente en el periodo de 1965 a
1988 un total de 269.380 toneladas de amianto entraron por el puerto de Cádiz.
Es decir el puerto de Cádiz movió
unas cantidades ingentes de amianto, que fueron manejadas por los estibadores
portuarios en el desarrollo de las funciones propias de su puesto de trabajo y
no hay duda de que esa letal carga se distribuía por la provincia para uso
generalizado en la construcción y sobre todo en la industria naval.
Pensamos que la mayor parte del
amianto que entraba en el Puerto de Cádiz se destinaba a su manipulación y uso
en la construcción de buques en los astilleros de la Bahía, Cádiz, Puerto Real
y San Fernando en el astillero militar de Bazán.
Pero además de esa gran cantidad
de amianto que entraba, digamos a granel, había otra gran cantidad,
probablemente similar, que contenían los barcos que entraban en los astilleros
para su reparación, ya que los mamparos y tabiques de los buques se hacían con
amianto y al llevarse a cabo su sustitución o reparación salían al aire todas
las partículas de este asesino silencioso que es el asbestos.
Como todo el mundo conoce hoy
día, el amianto es un agente muy peligroso presente bajo diferentes formas
naturales y en numerosas situaciones laborales cuyas fibras al entrar en el
organismo humano por las vías respiratorias causa graves enfermedades. Los
conocimientos científicos actuales no permiten establecer un nivel de
exposición por debajo del cual los riesgos para la salud no existan, por lo que
únicamente eliminando la exposición al amianto es como disminuimos el riesgo de
enfermedades relacionadas con él.
En lo que respecta a la industria
naval, dependiendo del tipo de buque y de sus características, es más o menos
necesario recurrir a tratamientos ignifugantes en muchos de sus habitáculos,
generalmente en las cámaras de máquinas y calderas, para evitar la posible
propagación del fuego a otros lugares. También se usan aislamientos térmicos
para evitar la pérdida de calor en elementos como tuberías, motores, etc, y lo
mismo para proteger otras zonas o elementos del calor desprendido debido a las
altas temperaturas que requiere esos elementos. En otras ocasiones lo que se
pretende es evitar la conducción de ruidos desde espacios de maquinaria hasta
las zonas habitables. Para todas estas aplicaciones se usaban materiales
basados en el mineral de amianto.
El trabajo con amianto o
materiales que lo contengan realizado sin las medidas de seguridad adecuadas
conlleva la entrada en contacto de los trabajadores con las fibras, contacto
que en algunas ocasiones puede producirse aunque el trabajador no esté
manipulando este material directamente, debido a la facilidad de las fibras de
mantenerse suspendidas en el ambiente de trabajo.
Las personas que se dedicaban a
tareas de aislamiento en buques estaban sometidas a altas concentraciones de
fibras de amianto constantemente. Pero las exposiciones no se restringían
solamente a estos trabajadores sino que, cuando el resto de gremios de
trabajadores realizaban sus labores junto a ellos en los barcos, éstos también
entraban en contacto con el amianto. Mientras se forraban las tuberías dentro
de las cámaras de calderas, u otras salas de máquinas, se originaba gran
cantidad de polvo alcanzaba también a mecánicos, ajustadores de monturas a
flote, soldadores, caldereros, carpinteros... Este hecho era habitual cuando
los barcos estaban próximos a la entrega, ya en esa etapa era normal que muchas
de las tareas se realizaran de manera simultánea.
Existía una muy intensa
exposición también durante la fabricación de las mantas de amianto en los
talleres. Las personas que cortaban los tejidos de amianto, rellenaban y cosían
con fibras de amianto estaban expuestas a altos niveles de fibras en el aire.
Pero igualmente para todos aquellos trabajadores que permanecían en los
alrededores realizando otras tareas.
En el caso de los barcos
militares, la presencia de grandes calderas y turbinas de vapor, junto con una
mayor seguridad contra incendios, provocaba que la presencia de amianto fuera
todavía de más intensidad que en los barcos de uso civil. Esta situación
provocó que la exposición a las fibras de amianto en su construcción y en las
reparaciones, incluso actualmente, fuera más importante. Y después de la II
Guerra Mundial, Estados Unidos nos vendió numerosos barcos en los que había
amianto por todas partes y estos fueron los barcos que nuestros trabajadores
tuvieron que reparar en los astilleros como Bazan de San Fernando.
Desde principios del XX, existe
constancia en la comunidad científica de los efectos y las consecuencias
letales de la exposición continuada al amianto para los trabajadores. Y con
independencia de investigaciones anteriores que existen desde 1920, ya se
relacionó directamente la exposición al amianto con el cáncer de pulmón a partir
de 1967, aunque la clave la dio un médico llamado Selikoff en 1964, si bien
antes otros epidemiólogos ya habían asociado sin duda la exposición al amianto
con la asbestosis y diversos tipos de cáncer, particularmente el de pulmón. Por
último la OMS reconoció ya en 1973 que el amianto causaba mesotelioma y cáncer
de pulmón, de modo que no cabe duda ya (a pesar de que todavía los
representantes de Navantia se atreven a discutirlo) que la exposición al
amianto es la causa principal de la asbestosis, por supuesto, pero también del
terrible cáncer mesotelioma. Igualmente no cabe la menor duda del efecto que
produce en cuanto al incremento del riesgo de padecer cáncer de pulmón. E
igualmente se ha reconocido más recientemente que tiene relación con otros tipos
de cáncer de las vías respiratorias.
El mesotelioma es un tumor de
origen mesodérmico, que se localiza sobre todo en la pleura (entre el 70% y el
90% de los casos), con menor frecuencia en el peritoneo, y muy raramente en el
pericardio y la túnica vaginal testicular. Con un periodo de latencia largo
resulta muy maligno en la inmensa mayoría de los casos. Así, se suele producir
en personas que han estado expuestas de forma laboral al amianto sobre 30 años
antes, aunque también se desarrolla en personas con exposiciones laborales al
amianto muy breves.
Existen datos epidemiológicos que
muestra como la inhalación de fibras de amianto es responsable de más del 90%
de las muertes por mesotelioma.
Desgraciadamente al día de hoy ni
la quimio ni la radioterapia han demostrado ninguna mejora en el pronóstico de
estos enfermos. En la actualidad se están experimentando nuevos tratamientos
aunque desgraciadamente sin resultados concluyentes hasta la fecha.
Aunque en los últimos años en el
Servicio Andaluz de Salud y también en otras Comunidades como Cataluña, Galicia
y País Vasco, se han implementado acertados programas de seguimiento de los
trabajadores post expuestos al amianto y con ello se empieza a disponer de
ciertos datos estadísticos en cuanto al número de trabajadores que padecen
enfermedades derivadas del contacto con amianto y al mismo tiempo seguimiento
de sus procesos patológicos, sin embargo es difícil poder llegar a un consenso
sobre el número de trabajadores que en los últimos 15 años han fallecido como consecuencia
del amianto ya que con anterioridad a estos programas no se identificaba cuál
era la causa de los cáncer de pulmón, mesotelioma y otros tipo de tumores que
sin duda alguna tiene relación directa con el asbestos, de modo que es probable
que hayan sido cientos los trabajadores fallecidos por culpa del amianto aunque
no hayan tenido reconocimiento del origen de su padecimiento. Por eso hablamos
de un genocidio silencioso: El que se ha producido en los astilleros españoles
y entre ellos en los de la Bahía de Cádiz.
Ramon y Jesus Davila Guerrero
No hay comentarios:
Publicar un comentario