«Estoy con morfina, ya no hay
nada que hacer»
Vicente empezó a trabajar en el
astillero en 1974 como mecánico naval, reparando e incluso participando en el
montaje y la construcción de las embarcaciones. «Al principio quitábamos los
escapes del motor, que van forrados de amianto, sin ninguna medida de
seguridad. No había ni mascarillas, que las pusieron más adelante pero no era
obligatorio llevarla, y eso que estábamos en un ambiente constante de polvo de
amianto», recuerda. En este punto, resalta, «yo me voy a morir de esto, si
llego a saber que era tóxico lo habría evitado».
En 2011 se prejubiló por
accidente laboral, puesto que los primeros síntomas de su enfermedad ya habían
empezado: tos seca, pinchazos y un engrosamiento bilateral de la pleura. «Es cáncer,
un mesotelioma», resume con una gran entereza. En marzo de este año le dieron
el diagnóstico definitivo, tras varias pruebas. «En la última revisión que fue
a la neumóloga me dijo que me iban a llevar a urgencias porque tenía líquido en
la pleura. A los 15 días me dijeron lo que tenía».
Después de ello, añade, «me
dieron quimioterapia, dos sesiones, pero no había nada que hacer. Luego un
tratamiento experimental en Barcelona. Tampoco. Ahora sólo tengo la ayuda de la
máquina de oxígeno y que la enfermedad vaya aguantando, aunque está en fase
terminal».
Ahora Vicente vive con asistencia
domiciliaria «para paliar el dolor con morfina». «Sé que me va a tocar y no en
un plazo muy lejano, por lo que sólo me queda afrontarlo y ayudar a los que
están fuera» (en relación a sus compañeros). Rosa, su esposa, añade que siente
mucha impotencia y que «estar esperando el momento es muy duro». «La vida te la
parte totalmente», subraya.
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