4 de Diciembre asesinan a Manuel Jose Garcia Caparros
(Malaga)
Málaga golpeada. Diciembre 1977 . A Málaga, como al resto
del País Andaluz, la golpeó con dureza la muerte de José Manuel García
Caparrós. José Manuel cayó en el puente de Tetuán a causa de una bala. Luego
–el seis de diciembre- el País Andaluz se vestiría de luto y Málaga sería
nuevamente golpeada. La autonomía andaluza tiene su primer mártir. Manuel
García Caparrós, 19 años y militante del PCE y de Comisiones Obreras. Hoy se
sabe ya con exactitud que cayó por la bala que disparó un Policía Armada. Donde
la sangre joven se derramó, mientras pronunciaba una ultima palabra “justicia”,
los malagueños se dan cita con claveles rojos, verdes, blancos. Hay un letrero:
“Crimen Fascista”. Y en el suelo: “Justicia popular”.
El día 4 de Diciembre, cuando millón y medio de andaluces, en
las nueve provincias, en sus calles y plazas gritaban por una Andalucía libre y
los brazos de los andaluces más jóvenes se alzaban en Cataluña pidiendo
autonomía, José Manuel García Caparros daba el ultimo estertor. Un hilo de
sangre salió por su boca. La calle de Comandante Benítez ya se conoce
popularmente por calle Manuel García. La Andalucía abnegada, cargada de
promesas incumplidas, pisoteada por el centralismo y el caciquismo… La Málaga
refugio y solaz de quienes hicieron enormes fortunas a la sombra del
franquismo, se levantó cuando se supo la muerte de un joven, de dos heridos más
por bala y otros muchos contusionados por una acción de la policía que todos
calificaron de brutal.
La convocatoria del Día de Andalucía en Málaga venía cargada
ya de negros presagios. Días antes, el Presidente de la Diputación, el
falangista Francisco Cabeza López, había manifestado que la bandera
verde-blanca-verde no ondearía en el edificio provincial. Meses antes, el pleno
de la Diputación aprobaba el uso de la bandera. Pero Cabeza López dijo no. Y
nadie le obligó, ni le pudo obligar a colocarla. La espoleta ya estaba puesta.
Lo otro fue ya una cadena que no terminó en masacre gracias a la serenidad del
pueblo malagueño que no cayó en la trampa. Elementos de Fuerza Nueva y del
Frente Anticomunista Español que capitanea por estas tierras un alférez
provisional, Enrique del Pino, calentaron los ánimos días antes. La bandera
verdiblanca, símbolo de una nueva Andalucía fue destrozada por estos ultras en
la víspera del Día de Andalucía. La espoleta de unos incidentes Un joven escala
la fachada de la Diputación de Málaga para colocar la bandera andaluza el 4–D
Cuando la cabeza de la manifestación pasaba por delante de la Diputación
Provincial, los parlamentarios, líderes de partidos y centrales sindicales
pararon unos segundos.
Mirada de desprecio en algunas caras y de dolor en otras.
Pero ya otros manifestantes iban colocando banderas andaluzas en sus ventanas
Un joven del PC sujetó, con cadena y candado, una bandera a la verja de la
puerta de entrada. Otro más osado y al parecer sin militancia activa en ningún
partido, como una araña humana, escaló hasta el balcón principal con el objeto
de colocar la bandera andaluza en el mismo mástil donde estaba sólo la enseña
nacional. Cuando culminó su arriesgado trabajo, miles de gargantas gritaron
“¡Viva Andalucía!”. Poco duró. La Policía hizo su aparición y cargó contra el
grupo de manifestantes delante de la Diputación. Fueron los primeros botes de
humo, las primeras carreras, las primeras caras de pánico, de terror, de
tragedia. Los gritos de “Cabeza, fascista, dimite” fueron sustituidos por
“Cabeza al paredón”. Y luego, los gritos contra la policía… las piedras. Y más
carreras. Hoy, con los ánimos más templados, nadie en Málaga se explica el por
qué de la acción de la Policía. Fantasmas del norte del país parece que
sobrevolaban las cabezas de los policías. Y aunque desmentido por el Ministro
Martín Villa, la imagen del Comandante Imaz parecía rondar por las calles
malagueñas. Es cierto que en algunas ocasiones la Policía se sintió acorralada,
pero también lo es la extrema dureza empleada contra personas solitarias,
contra conductores de coches y motos. Se lo oímos decir a un miembro de la
COPEL en el lugar donde cayera Manuel José García Caparros: “Esto sucede en el
Norte y estalla” Disparos, no sólo al aire La Policía española reprime Cuando
regresaba el grueso de la Manifestación desde el Puente de las Américas hasta
el centro del casco urbano sonaron los primeros disparos de pistola. Por la
espina dorsal de miles de malagueños corrió la duda y el temor. Y una pregunta
en la cara de todos: “¿Qué pasa?”.
A los disparos de pistola les siguieron los botes de humo y
las balas de goma hacia el barrio del Perchel y la Trinidad. Serían las dos y
cuarto de la tarde. En la versión oficial se dice que la policía se sintió
acorralada y sin dotación antidisturbios en las confluencias de las calles
Alameda de Colón, Avda. del Generalísimo y Puente de Tetuán y tuvo que tirar de
la pistola. Esta versión ha sido rebatida por testigos presénciales, aunque
alguno de ellos reconociera que efectivamente hubo momentos en que la Policía
estaba copada, pero disponía de las porras y otros medios. Igualmente sorprende
que la policía, nada más comenzar los incidentes, agotara su dotación
antidisturbios. Es verdad que la policía disparó al aire pero también hubo
muchos disparos sin levantar las armas al cielo. El lugar donde cayó Manuel
José García Caparros está acribillado por varias balas. Antonio Ortiz Carrasco nos
contaría como una bala le pasó por la cabeza, disparada al parecer, por el
mismo causante de la muerte del joven, un sargento grueso. Luego todo fue una
batalla campal. Este periodista, a pocos metros de su estomago tuvo una
pistola. Dos diputados, Francisco de la Torre (UCD) y Román (PSOE) estaban allí
y declararían haber visto pistolas fuera de sus fundas, palos, miedo, pavor,
pánico, carreras, mujeres histéricas, desbandada, acoso a la policía, más botes
de humo, más balas de goma, piedras, y palos.
Indignación popular Los jóvenes toman Málaga y responden a
la Policía española El pueblo, indignado, se echó a la calle el domingo por la
noche. El lunes, tras el sepelio del joven en el cementerio de San Miguel, al
que asistiría Marcelino Camacho, piquetes de jóvenes tuvieron en jaque a la
policía hasta altas horas de la madrugada. El domingo, pese a la primera
llamada a la serenidad realizada por los parlamentarios y algunos lideres
políticos, fue de una violencia tremenda. La Policía malagueña ya tenía los
primeros refuerzos de las Brigadas Especiales Antidisturbios –los famosos “Tres
Hebillas” por sus botas- llegadas de otras provincias. La guerrilla urbana,
desconocida por estos lares, se puso en movimiento. Las Brigadas Especiales no
se andaban con remilgos a la hora de dispersar. El martes, día 6, se declaró de
luto en toda la provincia malagueña. Algunos partidos lo llamarían día de
lucha. Otros de rencor. La ciudad entera vivía ya bajo el pánico. El lunes por
la mañana permitió a los malagueños, a los pocos que trabajaron y abandonaron
sus hogares, ver directamente los primeros destrozos en calles y
establecimientos. En cualquier bar, en las esquinas de las calles, en los
bancos, en todos los lugares se hablaba de lo mismo. Llovieron los comunicados.
El ambiente se iba caldeando. Pasaban las horas. Se dice que se busca a
Francisco Cabeza López. Pero él había puesto tierra de por medio nada más
presentar su dimisión el domingo por la noche. Nada se sabe de las palabras que
intercambiarían el Gobernador Civil y el ex-presidente de la Diputación. Llegan
más refuerzos policiales. Esta vez de Murcia y Córdoba.
En Málaga ya está el Subdirector General de Seguridad, Sr.
Sainz González; el general subinspector de la Policía Armada y dos comandantes
para llevar directamente las investigaciones de los hechos que terminaron con
la muerte de Manuel. Hay una afirmación del Gobernador civil, Enrique Riverola
“Se llegará en la investigación hasta las ultimas consecuencias, sin
componendas de ningún tipo, ni ocultar ninguna verdad”. De la misma opinión es
el Sr. Sainz González. La autoridad judicial, por su parte, inicia también las
investigaciones. Parlamentarios y centrales sindicales visitaron constantemente
al Gobierno Civil. En los bajos, en comisaría, se golpeo a manifestantes
detenidos. Algunos lideres políticos como Fernando Piernavieja, abogado y
cenetista, entró en cólera al verlo. Se puso el hecho en conocimiento del
Gobierno Civil. En estos medios sindicales existe la total convicción de que la
policía se le escapó de las manos al propio Gobernador. Los parlamentarios
denunciarían hechos a Martín Villa que no habían sido ordenados por el
Gobernador como el quitar banderas andaluzas, arrancar crespones negros de los
coches y de las motos y obligar a los transeúntes a quitarse el lazo negro.
Sería largo de referir la acción de las Brigadas Especiales en las calles
malagueñas, como las llevadas a cabo por comandos incontrolados en los actos de
vandalismo, barbarie y pillaje que se produjeron en la noche del lunes tras el
sepelio del joven Manuel.
Baste decir que según los comerciantes las pérdidas por
destrozos –aparte de los días sin vender- ascienden a más de 200 millones de
pesetas. De cómo estarían los ánimos baste reseñar que un diputado socialista,
Carlos Sanjuán recibió dos puñetazos en las mismas puertas del Gobierno Civil y
delante de otro diputado, Francisco de la Torre (UCD) y dos inspectores del
Cuerpo General de Policía. Pero la masacre, pese a todo, se pudo evitar. Nos lo
día una alta personalidad de la Policía: “Si en cualquiera de los dos intentos
por asaltar el cuartel de la Policía Armada hay alguien que dispara, los
muertos se hubieran contado por decenas”. Málaga vivió horas de pánico y
terror. Un hombre joven cayo muerto en sus calles pidiendo justicia. A miles de
malagueños se les quebró la voz con el “¡Viva Andalucía!”. Lo que empezó como
una jornada de alegre confianza en poder alcanzar una autonomía que le permita
salir del subdesarrollo, se convirtió en jornada de dolor y de luto. Descanse en
paz Manuel y que la paz llegue a Andalucía.
Fuente: Primera plana
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