BERNABE LOPEZ CALLE – GUERRILLERO
DEL SUR DE ANDALUCIA
En nuestro olvido vive un hombre
que después de ser guardia civil, lideró la guerrilla del sur de Andalucía,
desde las Sierras de Ronda y Grazalema hasta el Campo de Gibraltar.
Bernabé López Calle, conocido
como Comandante Abril, fue una persona significativa, no sólo por su lucha,
sino también por las paradojas de su vida, un hombre que siempre deseó vivir
tranquilo con su familia, pero que consiguió liderar la guerrilla de los años
cuarenta y hacer gala de su ideología libertaria.
Son pocos los autores que se han
acercado a él, pero sus investigaciones han servido de base para el siguiente
trabajo, así como el testimonio de familiares y testigos de la época.
Nació el año 1899 en Montejaque,
Málaga, pueblo pequeño de la serranía de Ronda que en esa época manifestaba,
como tantos otros, desigualdades sociales y falta de oportunidades para jóvenes
y mayores.
En los primeros años del siglo XX
el servicio militar obligatorio es para muchos jóvenes una oportunidad de
cambiar de vida, aunque también de perderla. Bernabé se marcha a la mili en
febrero de 1921 y es enviado a la guerra de Marruecos poco antes del Desastre
de Annual.
En África aprende a manejar las
armas y desarrolla su instinto militar, lo que le supone el ascenso a cabo
primero y luego a Sargento en la Reserva cuando se licencia en 1924, así como
distintas condecoraciones en reconocimiento de su valor y entrega, pero no se
reengancha en el Ejército, algo previsible entre los soldados de reemplazo que
demuestran actitudes para la guerra y que no tienen otra forma de subsistencia.
Bernabé vuelve a su pueblo y se
casa, a pesar de que sólo lleva consigo la promesa de una paga de 12,50 pesetas
al mes durante cinco años, obtenida por haber recibido la Medalla de
Sufrimientos por la Patria, pero que aún tardará un año en empezar a cobrar. Si
tenemos en cuenta que el sueldo de un jornalero está en torno a las 2,25
pesetas al día, podemos hacernos idea de lo que realmente representa esa
promesa de paga y la situación de desprotección en que quedan los que han
arriesgado su vida en la guerra.
En esos momentos el país vive en
plena Dictadura de Primo de Rivera, que entre otras medidas, reforma y
moderniza la Guardia Civil, dotándola de más medios y personal humano, que
suele buscar en el medio rural y con experiencia militar previa. Bernabé cumple
todos los requisitos y no duda en solicitar el ingreso en ese Cuerpo. En
febrero de 1926 es reconocido oficialmente como Guardia 2º de Caballería. Los
distintos destinos le llevan primero a Barcelona y más tarde a la provincia de
Sevilla, donde decide fijar su residencia definitiva, pero eso no llega a
producirse. Se le abre expediente disciplinario por participar en una cacería y
pierde su lugar de privilegio, tiene que solicitar con urgencia el traslado a
la provincia de Málaga, lo que años después supondrá permanecer en zona
republicana. Desde principios de 1931 está destinado al Cuartel de Antequera.
Al comenzar la Guerra Civil su
Compañía se mantiene fiel al gobierno de la República y el 20 de julio de 1936
es designado por su Teniente en Jefe como enlace entre las Fuerzas de la
República y el Alcalde de Antequera. En esa elección, quizá se tuvieron en
cuenta las dotes estratégicas y conciliadoras de Bernabé, pero también la
relevancia adquirida por su hermano Pedro López, Alcalde de Montejaque y
militante de CNT, que en los primeros días de guerra monta una columna que
desde su pueblo controla toda la Sierra de Ronda.
Es en estos primeros días cuando
pudo por fin afiliarse a la CNT, algo impensable hasta entonces para un guardia
civil.
A la caída de Málaga, a
principios de 1937, y una vez disuelto en zona republicana el Cuerpo al que
pertenecía, Bernabé se integra en el Ejercito y parte, junto a sus hermanos,
mujeres e hijos hacia el Frente de Teruel. Posiblemente fue entonces cuando la
mujer e hijos de Bernabé se establecen en Honrubia, en la provincia de Cuenca,
a medio camino entre Teruel, Guadalajara, Valencia y Madrid, lugares por donde
se desarrolla su trayectoria militar durante el resto de la Guerra Civil.
En junio de 1938, ya con el grado
de Comandante, está en el Frente de Madrid, en la zona de Guadalajara, y ejerce
el mando del Batallón de Ametralladoras Nº 17, perteneciente a la 70 Brigada,
de tradición anarquista y encuadrada en la 14 División de Cipriano Mera.
En el último año de guerra, los
combates en Madrid son continuos y también las convulsiones en zona
Republicana. Bernabé es uno de los hombres de confianza de Mera, por eso le
encarga personalmente la defensa de los puntos claves de Madrid para apoyar el
golpe de estado de Casado en marzo de 1939, lo que llevará a Bernabé López al
mando de toda la 70 Brigada.
Los militares Miaja y Casado se
ponen al frente de este golpe de estado que anula el poder de Negrín y de los
comunistas. Cipriano Mera con todo su ejército y la CNT consiguen controlar la
situación, para conseguirlo fue fundamental la acción de Bernabé que mantuvo el
triangulo de Cibeles-Sol-Gran Vía, o lo que es lo mismo, los Ministerios de Guerra,
Gobernación y Banco de España.
A pesar del éxito no consiguen
negociar la paz y deciden rendirse como único medio de terminar con la guerra.
El 28 de marzo de 1939 Bernabé recibe la orden de disolver la 70 Brigada y
dejar la zona de Madrid. En busca de nuevas órdenes viajó a Valencia, pero allí
todo el mundo estaba pendiente de preparar la huída. Pedro López aconseja a su
hermano que se marchen juntos al exilio, pero éste decide marchar a Honrubia,
Cuenca, donde está su familia,. Allí se presenta a los vencedores y da su
nombre y graduación, así como sus señas en el pueblo. Durante días vive
tranquilo con su mujer e hijos, hasta que el 10 de abril le notifican su
ingreso en prisión.
La cárcel fue el destino de la
mayoría de los republicanos que se quedaron en España, Bernabé es trasladado a
Antequera donde fue juzgado y expulsado oficialmente de la Guardia Civil el 23
de diciembre de 1941. Con este procedimiento interno de ‘depuración’ parece que
terminan sus años de cárcel, pero han dejado en él una huella que no olvidará.
Curiosamente en el expediente de
expulsión están anotados sus años de servicio en el Cuerpo y la paga a que
tiene derecho por estos, sin embargo, nadie le comunicó ese reconocimiento al
que sólo podía acceder si lo solicitaba, evidentemente nunca lo hizo.
Al recuperar la libertad, volvió
a Montejaque donde ya estaban su mujer y sus hijos. Las posibilidades de
trabajo no eran muchas, pero encontró ocupación como peón en la construcción de
una carretera. De esta forma intenta recuperar una vida cerca de los suyos,
pero en un pueblo conquistado por sus enemigos.
La situación internacional
producida por la II Guerra Mundial afecta en estos años a la falsa paz que se
vive en España y crea un clima propicio para el futuro desarrollo de Bernabé
como guerrillero. En 1942 los Aliados comienzan a dar cierto apoyo a los grupos
opositores al régimen que llevan a cabo una resistencia armada. El desarrollo
de la guerra es aún incierto y Gibraltar resulta un punto estratégico para el
desarrollo de esta en el Mediterráneo.
Los Aliados lanzan la Operación
Torch que se inicia el 8 de noviembre de 1942, con una de sus bases de
operaciones instalada en Gibraltar. El plan de los Aliados es el de invadir el
norte de África, sobre todo la parte controlada por la Francia de Vichy que
está al servicio de Alemania. En este contexto los Aliados quieren evitar que
el ejército de Franco sea un espectador molesto, por eso deciden distraer su
atención con un recrudecimiento de la guerrilla interna, y al mismo tiempo evitar
que las presiones alemanas obliguen a España a intervenir en la zona del
Estrecho.
Precisamente la presión que
Alemania lleva años ejerciendo sobre España se traduce en el diseño de
distintas operaciones que, con la excusa de defender la península de una
hipotética invasión Aliada, sólo busca la conquista del Peñón.
Como consecuencia de esto, el
Campo de Gibraltar está lleno de espías de uno y otro bando, mientras que en
las sierras cercanas aumenta el movimiento guerrillero tanto en número y
armamento, como en la ilusión de una rápida victoria Aliada que termine con la
dictadura.
Los grupos anarquistas y
comunistas se reorganizan aprovechando esta situación y se nutren de un
creciente apoyo popular causado por el hambre y las malas condiciones de vida imperantes
en la zona.
Bernabé vive de forma estable en
Montejaque, intenta olvidar el pasado y reconstruir una vida que le permita
estar cerca de su familia, pero la paz no es el camino que le ofrecen sus
enemigos y el 5 de abril de 1943 se emite una orden de búsqueda contra él,
acusado sin pruebas por un falangista de la zona.
Se supone que un amigo, o antiguo
compañero de la guardia civil, le avisó del inminente arresto y, según
recuerdan sus familiares, Bernabé le dijo a su mujer que no estaba dispuesto a
volver a la cárcel por otro delito que no había cometido. Cuando el día 6 de
abril llegaron a su casa para detenerle, él ya no estaba allí.
Algunos testigos de la época
hacen referencia a ese momento, la viuda de un vecino recordaba hace años que
su marido, al saber que Bernabé tenía que huir, se marchó con él al monte.
Según este testimonio, el hijo de este vecino vigilaba la entrada del pueblo y
avisó de la llegada de un coche de la guardia civil procedente de Ronda, el
joven avisó para que se marcharan, cosa que hicieron esa misma noche.
Muchas personas del pueblo
conocían el lugar donde estaban escondidos en esos primeros días, por eso no es
de extrañar que los localizaran. Se produjo un enfrentamiento y Bernabé resultó
herido, pero consiguió huir y refugiarse en casa de unos vecinos. Tras curarse,
se alejó del pueblo en compañía de su hijo mayor, Miguel, que estaba pendiente
de incorporarse al servicio militar obligatorio y prefirió huir al monte con su
padre antes que ponerse a las órdenes de los enemigos de su familia.
Una vez que Bernabé se interna en
la sierra entra en contacto con los grupos guerrilleros que actúan en la
serranía de Ronda. Rápidamente destaca entre ellos, tanto por sus conocimientos
militares, como por su carácter conciliador, aunque en un principio su pasado
como guardia planteó algunos recelos.
Precisamente es la guardia civil
la que se encarga de enfrentarse a la guerrilla en la sierra, los motivos son
claros, es un cuerpo más acostumbrado a operar en ese terreno y sus movimientos
son menos costosos que los del ejército para enfrentarse a grupos reducidos que
tienen mucha movilidad. En julio de 1944 el encargado de dirigir la lucha
contra la Resistencia en la zona de Cádiz es el Teniente Coronel Roger Oliete,
un hombre dedicado por entero a su carrera militar dentro de la Guardia Civil.
Medina Sidonia, Arcos de la
Frontera y Alcalá de los Gazules son los lugares por donde se sitúan los
movimientos de Bernabé en esta época. Las acciones más características de la
guerrilla en la sierra van en distintas direcciones, por una parte realizan
secuestros rápidos a terratenientes y propietarios que pagan un rescate elevado
en poco tiempo. Con este dinero financian la compra de armas, sobre todo a
través de La Línea y Gibraltar, donde Bernabé tenía inmejorables contactos. Los
guerrilleros también dedican parte de su tiempo a dar charlas a los campesinos,
para concienciarlos del por qué continuaban en guerra. Los sabotajes a
instituciones y organismos oficiales se hacían para entorpecer a los dirigentes
franquistas y mantener a la guardia civil en continuo estado de alarma, aunque
normalmente estas acciones eran silenciadas por el régimen.
Los grupos guerrilleros, entre
los que ya destaca Bernabé, podían actuar en lugares tan alejados de sus bases
en la sierra, como Jerez de la Frontera o Utrera. Por esos años la CNT había
conseguido reorganizar distintos comités clandestinos, desde los que se intenta
dar cobertura a los que mantienen la Resistencia y conectarlos con el exilio,
donde está activo Pedro López.
A pesar de la intensa represión
que siguió a la guerra, muchos autores mantienen que hasta 1945 hubo un acuerdo
de no agresión entre la guardia civil y la guerrilla. Evidentemente no es
cierto, lo que ocurre es que a partir de ese año la persecución y el acoso fue
aún mayor. El Gobierno intenta borrar las huellas denuestra guerra y que se
olvide la implicación con Alemanes e Italianos, con el objetivo de conseguir el
reconocimiento internacional, pero la presencia de una guerrilla interna no
hace más que recordar la realidad política del régimen. A pesar de eso, el
gobierno nunca temió una intervención militar de los Aliados, de los que habían
sido unos fieles y discretos colaboradores durante la contienda.
Sin embargo, los que estaban a la
vanguardia de la lucha contra la dictadura vivían al margen de la realidad
política nacional e internacional, por eso esperaban una intervención Aliada
que les llevara a la victoria, como había ocurrido en Francia. En esa ilusión,
el 17 de agosto de 1945 se constituyó la Junta Nacional de Guerrilleros
Antifascistas, Sector Sur que integraba a miembros de todas las ideologías.
Continuando con la tarea
organizativa en 1946, en la Sierra Cardilla, se constituye la Alianza de
Fuerzas Democráticas, ya bajo el mando de Bernabé, donde se le denomina como
comandante de infantería del gobierno republicano, ‘Comandante Abril’.
Por encima de las diferencias
ideológicas que había entre los guerrilleros, desde que el Comandante se hizo
cargo de la organización hubo un gran entendimiento, dejaron de lado las
diferencias políticas y buscaron más lo que les unían que lo que les separaba.
En los grupos cercanos a Bernabé existía un acuerdo interno que les impedía
discutir sobre temas políticos, así evitaban los conflictos internos y no se
reabrían debates y enfrentamientos del pasado, pero cada uno podía mantener sus
preferencias ideológicas, consiguiendo que predominara el respeto mutuo en la
mayoría de los casos.
A pesar de los esfuerzos de
Bernabé para unificar criterios, tuvo un rival que no aceptaba su liderazgo,
quizá por envidia, quizá por diferencias políticas. Pablo Pérez Hidalgo, del
Partido Comunista, se convirtió en su competidor. Para evitar una lucha
interna, se dividió el territorio de la sierra y él permaneció en la zona de
Cádiz, mientras Pablo se marchó a la parte malagueña de la sierra. El
Comandante Abril siempre fue un rival para él, un obstáculo en su camino hacia
el control de la guerrilla y ni los años pudieron borrar su resentimiento.
Pablo Pérez Hidalgo sobrevivió a la dictadura en unas curiosas condiciones y
hace años hablaba así sobre cómo entendía el papel de la guerrilla: “...el
maquis, el papel que tenía era, cuando ya empieza la guerra mundial el de
reorganizar las fuerzas que hubiera aquí para... empezar a dar leña, ¿no? Entre
los pocos que había, al organizarse, pues se dieron ciertos golpecillos para
llamarle la atención al enemigo e irles distrayendo fuerzas a la guardia civil
para que llenaran todos los montes (...) porque nosotros éramos cuatro gatos
pero teníamos todo esto lleno de ejercito, en cualquier pueblo de estos había
una sección, una compañía, un batallón del ejercito y cuarteles por todos los
sitios...”
De sus palabras se desprende
sinceridad, pero no un claro ideario, ni objetivos políticos y militares
concretos. Tal vez por estos y otros motivos, la mayoría eligió siempre a
Bernabé como Jefe de la Guerrilla, en detrimento de Pablo. Este nunca se lo
perdonó y lo recordaba con las siguientes palabras: “Aunque uno tenga poca
diplomacia, en ocasiones hay que demostrarla, ese hombre (Bernabé) era débil,
pero muy egoísta, si no se le nombraba jefe, lo único que iba a poner serían
chinitas en el camino. Pues bueno –dije- vamos a hacerle jefe”
Esta imagen del Comandante como
persona débil y egoísta contrasta con el testimonio de otros que lo conocieron,
entre ellos es importante destacar el de ‘Vladimiro’, hombre enigmático que
consiguió en los cuarenta recorrer toda la península conociendo a grupos de
resistencia. Estuvo en el grupo de Bernabé y fue testigo de su organización y
de su ideario. Según él, Bernabé gozaba de un gran carisma entre sus hombres,
era muy avispado y con grandes dotes de mando, además de tener una gran
capacidad de comprensión que le era muy útil para unificar criterios y lograr
una buena convivencia entre los guerrilleros. Según nos llega a través de este
y otros testimonios, la máxima favorita de Bernabé era “el derrocamiento del
régimen franquista ha de ser obra de todos los españoles honrados". Según
estas mismas fuentes, para el Comandante Abril, la honradez estaba por encima
de las diferencias políticas.
Esta opinión sobre Bernabé es
compartida por la mayoría de las personas que lo conocieron, pero como suele
ocurrir con quien vive en situaciones extremas, su presencia podía transmitir
tranquilidad o miedo. Cuentan que una noche que fue a visitar a su familia,
llegó al pueblo por la entrada principal y al pasar por la fuente, vigilada por
un guarda municipal que cobraba el agua a los vecinos, dicen que le preguntó si
a él también se la iba a cobrar. Parece ser que el guarda, en vez de dar la
señal de alarma, salió huyendo de allí.
Por encima de la posible leyenda,
lo cierto es que según recuerdan sus familiares, para Bernabé el día del Pilar,
festividad de la guardia civil, siguió siendo una fecha a celebrar, pues
aprovechaba que sus antiguos compañeros estaban de fiesta, para pasar el día
tranquilamente en su casa, con su familia.
En 1947 la situación iba a volver
a empeorar para los que resisten en la sierra, el Decreto Ley de Bandidaje
recrudece aún más la represión que ejerce la guardia civil tanto a los
guerrilleros, como a sus familiares y enlaces. A partir de ahora los
representantes de la autoridad tienen la consigna de dar muerte a los
guerrilleros cuando sean descubiertos. Algo ya asumido por estos, que saben que
es preferible morir antes que ser detenido, para así evitar torturas y posibles
delaciones a compañeros.
En esa época la guardia civil
introdujo efectivos de paisano por la sierra como si fueran maquis, se
infiltraban en los grupos, desenmascaraban a los enlaces y creaban desconfianza
y desconcierto entre la población que les apoyaba, fueron conocidas como las
“contra-partidas”.
A este nuevo acoso hay que sumar
que a partir de octubre de 1948 el partido comunista decide cambiar de táctica
y deja de enviar ayuda a la Resistencia, por lo que comenzaron a desmoralizarse
y disolverse muchos grupos. Es frecuente también de esta época que la guardia
civil ofreciera inmunidad a todos aquellos que desertan y delataran a su grupo,
sin lugar a dudas, otro elemento más que desequilibraba la balanza.
En ese clima tan adverso Pedro
López llegó al puerto de Algeciras con la intención de recoger a su hermano y a
su sobrino para llevarlos al exilio en Casablanca, pero, según recordaba un
familiar, Bernabé se arrepintió en el último momento y se bajó del barco con el
convencimiento de que su sitio estaba en la Sierra para seguir luchando y con
la seguridad de que no podía alejarse más de su mujer y sus dos hijas que estaban
sufriendo represalias para obligarlas a delatarle. Pedro se marchó sin su
hermano aquel día y posiblemente ya nunca más se volvieron a ver.
A principios de 1949 se convoca
una reunión de guerrilleros en la Sierra de las Cabras. Entre otras decisiones,
se tomó la de crear la Agrupación Fermín Galán, formada por una cifra cercana a
los treinta miembros, para así unificar aún más la lucha, establecer un control
de las acciones y designar las bases de cada partida y su zona de actuación. En
esa reunión también hicieron un llamamiento a los que habían abandonado la
lucha y se encontraban refugiados en el norte de África para que volvieran a
confiar en el triunfo.
Aquí fue elegido nuevamente
Bernabé como máximo jefe de la guerrilla de la zona y Pablo Pérez Hidalgo como
jefe del Estado Mayor, o sea, su segundo en el mando. A partir de la fundación
de esta agrupación se determina que la propiedad de las armas pasa a ser del
Estado Mayor de la Agrupación, y no de cada guerrillero como ocurría antes, el
objeto de esta medida era el de poder hacer un reparto equitativo del armamento
y que algunos miembros no se encontraran en una situación de indefensión.
El principal enemigo de la
Agrupación Fermín Galán seguía siendo la guardia civil de la zona, al mando de
la cual se mantenía Roger Oliete, un hombre que allí había encontrado un
destino acorde a sus aspiraciones y también, a los 44 años, el matrimonio con
una joven de familia acomodada.
El 3 de mayo de 1949, un grupo de
cuatro hombres, pertenecientes a la Agrupación Fermín Galán interceptaron el
coche de un rico terrateniente de la zona de Algodonales. En él viajaban varias
personas, entre las que se encontraba la mujer de Oliete y su hijo recién
nacido. Los guerrilleros dejaron a los acompañantes y se llevaron sólo al
propietario con la intención de obtener por él un rescate de un millón de
pesetas. Esa misma tarde se conformaron con 250 mil y lo dejaron libre. Se
supone que los de la Agrupación Fermín Galán no llegaron a saber que una de las
acompañantes de aquel hombre era la mujer de Oliete, lo que es seguro es que
este tardó en enterarse el tiempo suficiente para que los guerrilleros pudieran
huir. Curiosamente el rico secuestrado fue el que hizo lo posible para que
Oliete no se enterara, quizá por el miedo a que de saberlo, sus vidas no
hubieran significado nada comparado con la gloria de terminar con los
guerrilleros.
La Agrupación Fermín Galán tenía
un campamento estable en la zona de Medina Sidonia, desde allí les resultaba
relativamente fácil desplazarse hasta las sierras de Grazalema y Ronda ante una
necesidad. El encargado de hacer llegar los suministros a esa zona era “Largo
Mayo”, un hombre sin ideales claros, que se había visto obligado a echarse al
monte unos cuatro años antes.
El 30 de diciembre de 1949, Bernabé
y los suyos están en un refugio de la zona, han pasado allí las navidades y
están esperando el final de ese año. Es de imaginar que las condiciones son muy
difíciles, tanto por lo que significan de añoranza familiar, como por lo
insoportable de la climatología sin un refugio adecuado.
Francisco Fernández Cornejo
‘Largo Mayo’, natural de Benalup de Sidonia, antigua Casas Viejas, salió del
campamento con la excusa de buscar suministros, pero fue directamente al
Cuartelillo de Medina Sidonia. Su esposa le había hablado de la visita de éstos
y del ofrecimiento de indulto si delataba a sus compañeros.
Esa misma madrugada “Largo Mayo”,
vestido de guardia civil -algo normal entre los delatores que participaban en
la captura de sus compañeros-, los guió hasta el lugar donde dormían los
guerrilleros. Más de veinte guardias rodearon el campamento donde había unos
seis hombres y esperaron el amanecer, pero no pudieron acercarse demasiado,
Bernabé y los suyos solían colocar latas vacías unidas entre sí rodeando todo
el campamento, precisamente para evitar ser sorprendidos en la noche.
La guardia civil se quedó a unos
8 metros de distancia de los chozos, pero la inclinación del terreno era
favorable a los hombres del Comandante que en ese momento aún dormían ajenos a
lo que se preparaba.
Al amanecer iniciaron el ataque
lanzando bombas de mano contra el campamento. En este primer asalto parece que
murió Juan Ruiz Huercano, ‘Capitán’ y puede que Bernabé resultara herido. A
pesar de eso, comenzó a disparar y a cubrir la retirada de los suyos, entre los
que estaba su hijo, defendió la posición hasta que la vida se le escapó por
alguno de los 23 impactos de bala que recibió.
Los cuerpos de Bernabé López y de
Juan Ruiz fueron cargados en un mulo y trasportados hasta el cementerio de
Medina Sidonia, escena que fue contemplada por todo el pueblo. Una vez en el
cementerio fueron arrojados en una zona cercana a la entrada principal, donde
hoy se levanta un edificio de nichos.
Bernabé había muerto defendiendo
sus ideales y protegiendo la retirada de los suyos que tuvieron que huir
descalzos y sin ropa de abrigo, pero que pudieron salvar su vida y continuar la
lucha al menos unos meses más. Entre ellos, además de Miguel, el hijo de
Bernabé, se supone que estaban en el grupo Juan Toledo Martínez ‘Caracoles’,
Francisco Domínguez Gómez ‘Pedro de Alcalá’ y Alfonso Sánchez Gómez ‘Potaje’
este último fue uno de los hombres más escurridizos de cuantos estuvieron en la
sierra, salió vivo de ésta y otras situaciones similares y las autoridades
nunca pudieron encontrarlo ni vivo, ni muerto.
La suerte del resto de
protagonistas de esta historia fue desigual, Miguel López García, el hijo de
Bernabé, murió asesinado por un compañero mientras dormía cerca de Zahara de la
Sierra, el 17 de Noviembre de 1950.
Juan Toledo Martínez ‘Caracoles’
y Francisco Domínguez Gómez ‘Pedro de Alcalá’ formaban parte de los siete
últimos integrantes de la Agrupación Fermín Galán en diciembre de 1950, cuando
su jefe, Pablo Pérez Hidalgo decidió dejar la lucha y esconderse en las
cercanías del pueblo de Genalguacil. Los seis guerrilleros restantes
continuaron su camino y 18 días más tarde estaban en los montes de Benarrabá,
cerca de Cortes de la Frontera. La guardia civil, alertada por alguien de la
finca, los rodeo y masacró. Sus cuerpos quedaron desfigurados y tuvieron que
llamar a familiares de conocidos guerrilleros para identificarlos, entre ellos
llamaron al padre de Pablo Pérez Hidalgo que, para salvar a su hijo, dijo
reconocer su cuerpo en uno de los masacrados. Por ese motivo Pablo permaneció
escondido en una cueva hasta el 9 de diciembre de 1976, 26 años de su vida con
el miedo a ser descubierto como única lucha.
Francisco Fernández Cornejo
‘Largo Mayo’ pudo volver a vivir en su pueblo y con su familia, pero según
testigos de la época la mala conciencia, el miedo y un arma que le cedió la
guardia civil le acompañaron hasta su muerte.
Roger Oliete llegó a ser General
de División y Subdirector General de la Guardia Civil. Murió con 74 años, en
febrero de 1977 en su casa de Algodonales.
Pedro López volvió a España en
1976, pero se negó a ir en vida a su pueblo, Montejaque, el lugar del que había
sido alcalde democrático durante la República. La noche del 17 al 18 de julio
de 1977 falleció en Algeciras y fue enterrado en Montejaque con la bandera
republicana.
Al final de los cuarenta murió
Bernabé López Calle, el Comandante Abril, y con él la última esperanza para la
guerrilla en el sur de Andalucía, de su recuerdo sólo han quedado pequeños
retazos que aquí he pretendido unir gracias al esfuerzo de muchas personas que
siguen pensando que “la honradez está por encima de las diferencias políticas”.
Carlos Torres Montañés
Periodista e investigador de la figura del
"Comandante Abril"
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