Mujeres Libres fue movimiento emancipatorio de mujeres
anarquistas que surge en 1936 en el seno del movimiento libertario español
Vanessa Gómez Bernal
Antropóloga
Algo frustrante, que de alguna manera se ha extendido en
algunos ámbitos de las corrientes “revolucionarias”, es la reducción del
análisis de la desigualdad y opresión de género a únicamente la cuestión de
clase, y la conceptualización del feminismo como una teoría liberal y un
movimiento exclusivamente burgués. Este tipo de cuestiones ha generado
históricamente fracturas, invisibilización y desprestigio del feminismo como un
movimiento de cambio social. Lo cual ha contribuido a que haya tenido que
existir permanentemente eso que algunas feministas de diferentes ámbitos
ideológicos han llamado “la doble militancia” ante la continua ausencia de
implicación en cuestiones claves para la opresión de las mujeres. Obviar la
dominación de género es un error flagrante y escandaloso para entender el
capitalismo de nuestros días y las desigualdades estructurales que genera. Algo
especialmente complejo que se ha encargado de analizar las teorías feministas y
que necesita de una profundización en las interseccionalidades de las
opresiones de clase, género, etnia, identidad sexual, discapacidad… Esto
también ha llevado a que en diferentes movimientos sociales y corrientes
políticas supuestamente “igualitarias” se haya reproducido muchas veces el
androcentrismo y el machismo más clásico.
Por ello me parece
importante seguir visibilizando y haciendo memoria con respecto a experiencias
pioneras que dieron un golpe fuerte y cuestionaron estas condiciones desde sus
ámbitos más cercanos. Consciente de la multitud de colectivos de mujeres que
tuvieron (y que tienen) que hacer frente a estas cuestiones en dichos espacios
de activismo y militancia, aquí hago una breve mención a Mujeres Libres por ser
un momento especialmente oportuno para visibilizar los aportes y las
influencias de esta corriente, ahora que nos van dejando las protagonistas y
que seguramente se llevan con ellas una memoria difícil de rescatar. El legado
de la primera experiencia Anarcofeminista en España Mujeres Libres fue
movimiento emancipatorio de mujeres anarquistas que surge en 1936 en el seno
del movimiento libertario español. Una de las aportaciones más significativas
proviene de cómo Mujeres Libres concebía al ser humano y a la sociedad (una
concepción proveniente de la propia filosofía anarquista). Las concepciones de
los más importantes pensadores occidentales que dominaban el conocimiento daban
por supuesto que el orden social necesita de liderazgo jerárquico y,
particularmente, de una autoridad política capaz de guiar a la población.
También este pensamiento dominante se basaba en que la vida
social, especialmente en una sociedad compleja, no podría existir sin
estructuras de autoridad con un poder coercitivo para imponerlas. Frente a
esto, y en líneas muy generales, el anarquismo sostiene que las jerarquías
formales no sólo son dañinas sino innecesarias, existiendo modos alternativos,
horizontales y más igualitarios de organizar la vida social, y sobre todo que,
como indica la historiadora anarquista Martha Ackelsberg: “la naturaleza humana
es una construcción social, el modo que tenemos las personas de comportarnos es
más un producto de las instituciones en la que hemos crecido que el producto de
una naturaleza inherente” (2001: 49). En esta línea, debemos de señalar que a
partir de las dimensiones del poder, la dominación y la capacitación el
anarquismo desarrolló una concepción de la naturaleza del poder y la jerarquía
en la sociedad que difería notablemente tanto de los postulados marxistas como
de los liberales, corroborando asimismo el interés de las teorías feministas
contemporáneas por la interacción entre las jerarquías de género, “raza”, clase
social, capacidad, etc.
Al reconocer ese carácter multidimensional e interseccional
de la subordinación, la experiencia de Mujeres Libres representa una contribución
al feminismo contemporáneo que lucha por desarrollar una concepción de la
subordinación y la capacitación de las mujeres que atienda a las diferencias de
etnicidad, clase, sexualidad, capacidades, etc. Al situar la identidad
individual dentro de la comunidad y reconocer las estructuras jerárquicas de
poder como límites al desarrollo, tanto de las comunidades como de los
individuos que la constituyen, Mujeres Libres intentó desarrollar estrategias
de capacitación que permitieran a las mujeres y a los hombres tomar conciencia
de sus propias capacidades. La historia de Mujeres Libres es, en muchos
sentidos, la historia de un intento de construir un movimiento que incorporase
al menos un grupo de diferencias (traducidas en desigualdades), las que están basadas
en el género. Durante este proceso, empujaron la teoría y las prácticas
anarquistas a profundos cambios y a nuevas direcciones, a la vez, que aportaron
importantes desafíos para la actualidad del feminismo. Mujeres Libres nació
para luchar contra las diferencias de género entre mujeres y hombres dentro del
propio movimiento libertario más que dentro de las distintas clases sociales
entre mujeres. No obstante, las luchas que llevaron a cabo (a pesar de su corta
duración por el comienzo de la Guerra Civil en 1939 y la aplastante Dictadura
franquista), son una aportación muy instructiva.
Subrayando especialmente que estas no se definían como
“feministas” ya que el tono peyorativo hacia este concepto derivaba del
feminismo que se conocía en España hasta el momento como un movimiento
exclusivamente burgués, que no se ocupaba de la subordinación y de la miseria
que vivían las mujeres obreras. Las mujeres que fundaron Mujeres Libres estaban
firmemente comprometidas con las metas del movimiento libertario e insertas en
sus organizaciones y colectivos. Sin embargo, simultáneamente, sentían que algo
les faltaba a las mujeres; ser conscientes de que en las estructuras
organizativas que le ofrecían las propias organizaciones libertarias no se les
trataba con plena integración e igualdad por lo que, tanto para sí mismas como
para el movimiento en sí, una organización dedicada a la emancipación de las
mujeres era esencial en ese contexto. La consideración de la dimensión política
de la vida privada y las cuestiones sexuales, así como, la defensa de la
contracepción y el control de la natalidad que propugnaban estas mujeres,
pueden identificarse como anticipación de la política sexual feminista de la
década de los 60/70 (y con ello, también, con la irrupción en la sociedad en
general, y del ámbito científico social en particular, de la transversalidad de
la perspectiva de género).
En definitiva, las
actividades de Mujeres Libres para algunas de las cuestiones centrales a las
que se enfrentan el movimiento feminista hoy y diferentes movimientos sociales
contemporáneos como, por ejemplo, las cuestiones de la capacitación, la
incorporación de la diversidad y el significado y la naturaleza de la
participación política y social, tienen mucho que enseñarnos sobre la concienciación,
la organización colectiva, la relación entre los individuos y las comunidades y
sobre el significado de la diferencia en la sociedad actual. Esperamos que
Amparo Poch, Lucía Sánchez Saornil, Mercedes Comaposada, Conchita Liaño, Sara
Berenguer, Dolores Prat, Suceso Portales, entre muchas otras, no sean
invisibilizadas en el sesgo de la historia del movimiento obrero y de un
pionero movimiento feminista español.
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