Una vez más la Confederación Nacional del Trabajo vuelve a salir a la calle para protestar en contra de las injusticias. Concretamente en contra de que los trabajadores y trabajadoras paguemos la actual crisis económica.
El vigente sistema político-económico capitalista y neoliberal, sostenido por sindicatos, estado, patronal y bancos, es el causante de estos periodos recurrentes que denominan “crisis económicas”. El afán voraz de lucro que caracteriza a este modelo que rige nuestras vidas y relaciones laborales, se basa en ganar y ganar más dinero a costa de lo que sea, lo que trae consigo períodos de menor bonanza económica (aunque sigue existiendo). La especulación sin freno por parte de las clases pudientes deriva en situaciones como la que hoy vivimos.
La consecuencia de todo ello es el aumento del paro, muchísimos despidos en masa (los llamados E.R.E.s), pérdida de derechos, retrocesos en garantías sociales... Esto es posible gracias al uso del MIEDO que los poderosos siembran entre los trabajadores y las capas más desfavorecidas de la sociedad. Miedo a perder el trabajo, a no poder alimentarse, a no poder pagar la hipoteca, miedo a ser despedido, a quedarse en el paro… Esta instrumentalización del miedo es fruto, entre otras causas, de la precariedad en los puestos de trabajo: contratos por obra, destajos, ETTs… y la fuerte jerarquización social existente. Situación que genera falta de estabilidad en el empleo. La consecuencia: cualquier acto de protesta en el tajo es fácil que conlleve la pérdida del mismo. Miedo arraigado en una sociedad cada vez más individualista que va perdiendo la noción de lo colectivo y, por tanto, deja de practicar la solidaridad de clase.
Miedo estructural que consigue tener a los trabajadores a merced de los intereses empresariales. Esta precariedad laboral no es casualidad. Es fruto de décadas de pacto social permanente, de reformas laborales, de leyes y políticas encaminadas a “flexibilizar el mercado” para que el despido sea libre y casi gratuito. Fruto de negociaciones y pactos firmados a espaldas de los trabajadores, en lujosos despachos empresariales por parte de los sindicatos del poder.
Por eso, no es de extrañar que en épocas de crisis financieras los sistemas que provocan las mismas se refuercen y paguemos los platos rotos los que menos responsabilidad tenemos, los sectores más vulnerables: la clase trabajadora. En épocas de mayores ganancias multimillonarias para las empresas nuestros sueldos siguen siendo bajos, sigue existiendo la precariedad, accidentes laborales…
¿Dónde están esas millonarias sumas que llevan obteniendo durante tanto tiempo a base de explotar a los trabajadores/as? ¿Se las habrá tragado la tierra? Que dejen de engañarnos de una vez: hoy, igual que ayer, los beneficios son para unos pocos pero las consecuencias negativas son para muchos.
Hemos visto como el gobierno se ha arrodillado ante los bancos dándoles ingentes sumas de dinero para que puedan seguir especulando. Lo mismo hace ante la patronal, mientras, a la vez, firman EREs que dejan a millones de trabajadores/as en la calle. Los bancos, patronal, sindicatos y el Estado funcionan como un todo, un bloque compacto que, frente a un posible cuestionamiento del injusto orden social, cuida de los privilegios de los que más tienen. Los gobiernos mundiales dicen que no son responsables de la crisis pero demuestran que son sólo títeres al servicio del capital y cómplices de esta situación al defender este sistema y salvaguardarlo a toda costa. El capitalismo, y por tanto sus crisis, no existen para ser controlados sino como método impune de rapiña.
Qué decir de los sindicatos del poder. Ante este tipo de ataques a la clase trabajadora, frente a opciones como la huelga general, están continuamente negociando con la patronal, dialogando con el gobierno. Tanto es así, que es probable, que dentro de poco veamos una nueva reforma laboral que nos robe derechos que han costado mucho conseguir. Nos robarán derechos y lo justificarán para “salvar esta situación” en que ellos nos han metido. Pagamos lo que otros generan para que ellos mantengan sus privilegios, así de sencillo.
Desde CNT pensamos que lo peor que podemos hacer es agachar la cabeza ante la crisis, eso sólo hará que perdamos más derechos, más libertades. No es justo que paguemos la mierda que generan los capitalistas y sólo hay una manera de pararlo: defenderse. Para esta defensa de nuestros intereses es necesaria la organización de los trabajadores y trabajadoras. Organizarse independientemente del poder y sus sindicatos de forma autónoma y asamblearia. Practicar la acción directa, sin intermediarios y el apoyo mutuo en respuesta a esta crisis, son las propuestas de CNT.
Ahora dicen que van a refundar el neoliberalismo, predican que hay que hacerlo más humano, para que esto no suceda. Excusas y mentiras para seguir manteniendo esta pantomima. El capitalismo no se puede humanizar porque es en sí mismo injusto e inhumano. Por eso, de nosotros/as, de vosotros/as, depende luchar por defendernos ante la crisis e ir construyendo un mundo justo e igualitario.
CNT-AIT
El vigente sistema político-económico capitalista y neoliberal, sostenido por sindicatos, estado, patronal y bancos, es el causante de estos periodos recurrentes que denominan “crisis económicas”. El afán voraz de lucro que caracteriza a este modelo que rige nuestras vidas y relaciones laborales, se basa en ganar y ganar más dinero a costa de lo que sea, lo que trae consigo períodos de menor bonanza económica (aunque sigue existiendo). La especulación sin freno por parte de las clases pudientes deriva en situaciones como la que hoy vivimos.
La consecuencia de todo ello es el aumento del paro, muchísimos despidos en masa (los llamados E.R.E.s), pérdida de derechos, retrocesos en garantías sociales... Esto es posible gracias al uso del MIEDO que los poderosos siembran entre los trabajadores y las capas más desfavorecidas de la sociedad. Miedo a perder el trabajo, a no poder alimentarse, a no poder pagar la hipoteca, miedo a ser despedido, a quedarse en el paro… Esta instrumentalización del miedo es fruto, entre otras causas, de la precariedad en los puestos de trabajo: contratos por obra, destajos, ETTs… y la fuerte jerarquización social existente. Situación que genera falta de estabilidad en el empleo. La consecuencia: cualquier acto de protesta en el tajo es fácil que conlleve la pérdida del mismo. Miedo arraigado en una sociedad cada vez más individualista que va perdiendo la noción de lo colectivo y, por tanto, deja de practicar la solidaridad de clase.
Miedo estructural que consigue tener a los trabajadores a merced de los intereses empresariales. Esta precariedad laboral no es casualidad. Es fruto de décadas de pacto social permanente, de reformas laborales, de leyes y políticas encaminadas a “flexibilizar el mercado” para que el despido sea libre y casi gratuito. Fruto de negociaciones y pactos firmados a espaldas de los trabajadores, en lujosos despachos empresariales por parte de los sindicatos del poder.
Por eso, no es de extrañar que en épocas de crisis financieras los sistemas que provocan las mismas se refuercen y paguemos los platos rotos los que menos responsabilidad tenemos, los sectores más vulnerables: la clase trabajadora. En épocas de mayores ganancias multimillonarias para las empresas nuestros sueldos siguen siendo bajos, sigue existiendo la precariedad, accidentes laborales…
¿Dónde están esas millonarias sumas que llevan obteniendo durante tanto tiempo a base de explotar a los trabajadores/as? ¿Se las habrá tragado la tierra? Que dejen de engañarnos de una vez: hoy, igual que ayer, los beneficios son para unos pocos pero las consecuencias negativas son para muchos.
Hemos visto como el gobierno se ha arrodillado ante los bancos dándoles ingentes sumas de dinero para que puedan seguir especulando. Lo mismo hace ante la patronal, mientras, a la vez, firman EREs que dejan a millones de trabajadores/as en la calle. Los bancos, patronal, sindicatos y el Estado funcionan como un todo, un bloque compacto que, frente a un posible cuestionamiento del injusto orden social, cuida de los privilegios de los que más tienen. Los gobiernos mundiales dicen que no son responsables de la crisis pero demuestran que son sólo títeres al servicio del capital y cómplices de esta situación al defender este sistema y salvaguardarlo a toda costa. El capitalismo, y por tanto sus crisis, no existen para ser controlados sino como método impune de rapiña.
Qué decir de los sindicatos del poder. Ante este tipo de ataques a la clase trabajadora, frente a opciones como la huelga general, están continuamente negociando con la patronal, dialogando con el gobierno. Tanto es así, que es probable, que dentro de poco veamos una nueva reforma laboral que nos robe derechos que han costado mucho conseguir. Nos robarán derechos y lo justificarán para “salvar esta situación” en que ellos nos han metido. Pagamos lo que otros generan para que ellos mantengan sus privilegios, así de sencillo.
Desde CNT pensamos que lo peor que podemos hacer es agachar la cabeza ante la crisis, eso sólo hará que perdamos más derechos, más libertades. No es justo que paguemos la mierda que generan los capitalistas y sólo hay una manera de pararlo: defenderse. Para esta defensa de nuestros intereses es necesaria la organización de los trabajadores y trabajadoras. Organizarse independientemente del poder y sus sindicatos de forma autónoma y asamblearia. Practicar la acción directa, sin intermediarios y el apoyo mutuo en respuesta a esta crisis, son las propuestas de CNT.
Ahora dicen que van a refundar el neoliberalismo, predican que hay que hacerlo más humano, para que esto no suceda. Excusas y mentiras para seguir manteniendo esta pantomima. El capitalismo no se puede humanizar porque es en sí mismo injusto e inhumano. Por eso, de nosotros/as, de vosotros/as, depende luchar por defendernos ante la crisis e ir construyendo un mundo justo e igualitario.
CNT-AIT
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