El 31 de enero moría Antonio Vargas Rivas a la edad de 91 años.
Sirva esta crónica como homenaje póstumo; recuerdo indeleble de este infatigable anarquista de corazón generoso. Siempre tuvo palabras de ánimo y aliento para con los que como él, compartimos ideario.
Testigo y protagonista de una época singular de la historia de España, reivindicó constantemente el papel desempeñado antes y durante la Guerra Civil por las organizaciones anarquistas, en demasiadas ocasiones vilipendiadas por la historiografía oficial. Militó en las tres ramas del movimiento libertario, las Juventudes Libertarias, la FAI pero particularmente en la CNT la central anarcosindicalista a la que perteneció desde 1934.
La diáspora de los vencidos lo llevó a Orán donde terminaría siendo “huésped” del campo de concentración de Djelfa en el desierto Argelino. En noviembre de 1942 sería liberado por el ejército inglés en plena II Guerra Mundial donde terminaría alistándose para continuar la lucha contra el fascismo.
Desde su regreso a su ciudad natal, después de un largo exilio en Inglaterra su casa se convirtió en un ir y venir de compañeros, historiadores e investigadores. Ya en 1977 Frank Mintz recogía su testimonio en el libro “La Autogestión en la España Revolucionaria”.
Los últimos años de su vida los dedicó a publicar sus memorias. En octubre de 2008 publicó “Guerra, Revolución y Exilio de un Anarcosindicalista”. Datos para la historia de Adra. Ciudades como Almería, Motril, Granada, Málaga y como no Adra acogió la presentación de este libro organizado por los sindicatos de la de CNT.
Antonio Vargas nos dejó, nos dejó con la dignidad de los hombres que nunca han capitulado.
Que la tierra le compense en levedad todo lo que la adversidad peso sobre él.
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