PSOE, IU, PP y PA de La Línea (Cádiz) de acuerdo en otorgar
la Medalla al Mérito a un torturador
José Ortega Ortega es un vecino de Algeciras de 69 años.
Militante del PCE desde 1963 y concejal en el primer ayuntamiento democrático
de San Roque entre 1979 y 1983, no sale de su asombro y de su indignación desde
que, a finales de junio pasado, leyera la noticia: El excomisario de la Policía
Nacional de La Línea Ángel Lozano Márquez iba a recibir la Medalla al Mérito de
la Ciudad. La noticia se confirmó y el excomisario recibió tal distinción de
manos de la alcaldesa, la socialista Gema Araujo, de acuerdo con todos los grupos
políticos de la corporación municipal: PP, PA, PSOE e IU.
A José le vinieron de golpe recuerdos muy dolorosos: su
detención en abril de 1975, su estancia durante tres días en la comisaría de La
Línea, las torturas y malos tratos allí sufridos y su entrada en la cárcel de
Algeciras, de donde no salió hasta ocho meses después, pasada la muerte de
Franco.
“Yo he sido albañil toda mi vida. Recuerdo muy bien que el
día que vinieron a detenerme, era domingo y yo estaba de descanso”, recuerda
José y añade: “En Guadiaro, donde vivía con mi mujer y mi hija la mayor, dos
días antes habían detenido a otro compañero del partido, José Llaves Bernal;
así que quemé todos los ejemplares de Mundo Obrero que tenía y escondí en el
fondo de una caja de herramientas muy grandes el libro que estaba leyendo: El
único camino, de la Pasionaria”.
El domingo 13 de abril de 1975 un grupo de agentes de la
Brigada Político Social de la Policía Nacional entró en la casa de José Ortega.
La registraron de arriba abajo y encontraron en un desagüe pequeños trozos de
papel de algunos ejemplares de Mundo Obrero que no se habían quemado del todo.
Suficiente para esposarlo, meterlo en un coche y llevarlo a la comisaría de La
Línea. Con él había otros seis detenidos, todos militantes del PCE y de
Comisiones Obreras: Andrés Barrachina, Jacinto Domínguez, Andrés Martín Díaz,
José Llaves Bernal, Cristóbal Mateo Gómez y Alberto.
Allí pasaron todos tres días sin dormir, siendo interrogados
una y otra vez, y sufriendo torturas y malos tratos para que confesaran y
delataran a más compañeros. “Yo acabé con los brazos desollados y cuando el
juez que nos mandó a la cárcel me preguntó cómo me había hecho las heridas se
lo expliqué: estuve casi todo el tiempo esposado y de los empujones que me
pegaban para un lado y para otro se me quedó la carne viva”, recuerda José.
“Ángel Lozano era entonces un policía jovencito, pequeño y
delgado. Se sentaba enfrente mía y ponía la pistola encima de la mesa. Me
amenazaba, me insultaba y me provocaba”, recuerda José. “Alguna vez me encañonó
y una vez llegó a decirme. Tú serías capaz de matarme con las manos… ¿Verdad?
Yo le respondí que no, que yo no tenía instinto criminal como él”.
José Ortega dice que a él le pegaron patadas, codazos y
empujones, pero que hubo otros compañeros que sufrieron peores torturas: “A
Llaves Bernal le hicieron de todo. Lo tendían en el suelo, le echaban agua,
todas las torturas más duras. Acabó destrozado. El hombre perdió la cabeza de
tanto sufrir y lo mandaron al psiquiátrico del penal de El Puerto de Santa
María. Allí estuvo encerrado más tiempo que nosotros y tardó por lo menos dos o
tres años en recuperarse”.
José Ortega recuerda también a otro policía de La Línea con
un lobanillo en la cabeza y otro en el cuello. Ponía encima de la mesa un papel
en blanco y le decía: apunta ahí todos los nombres que tú sepas. “Como yo no le
hacía caso, me pegaba codazos en el hígado y me tiraba al suelo rodando. Pero a
mí me pegaban y no me dolían los golpes. Yo creo que no era por ser joven y
estar fuerte, sino por los nervios que me entraban”, explica José.
Este albañil, hijo de republicano que luchó con y por la
República, dice que nunca se le olvidarán aquellas 72 horas que pasó en la
comisaría de La Línea: “Nos tenían en celdas individuales y cuando nos sacaban
para interrogarnos metían una colchoneta asquerosa que ponían sobre el pollete
de hormigón que servía de cama. Y cuando nos traían de vuelta a la celda
sacaban la colchoneta para que no tuviéramos la más mínima comodidad”.
De la comisaría, al juzgado y de allí a la cárcel de
Algeciras acusados de asociación ilícita y propaganda ilegal. El fiscal pedía
para ellos tres años de cárcel. Ninguno de ellos llegó a ser juzgado. Franco
murió el 20 de noviembre del 75 y ellos salieron en libertad dos semanas después.
Cuatro años después, en junio de 1979, José Ortega Ortega
fue elegido concejal en las listas del Partido Comunista de España en San
Roque, municipio gaditano al que pertenece la pedanía de Guadiaro donde él
vivía desde pequeño. Crítico con el pacto con el PSOE para dar a éste la
alcaldía, José Ortega acabó abandonado el PCE para entrar en el Partido
Comunista de los Pueblos de España (PCPE), del que es fundador en el Campo de
Gibraltar.
A principios de julio de este año intentó habló con
representantes del PSOE para que no condecoraran a un policía con pasado de
represor. No le hicieron caso. Mandó un escrito a los periódicos de la zona,
pero se lo publicaron como carta al director pasadas unas semanas del acto
oficial. La ceremonia tuvo lugar el jueves 11 de julio en el Palacio de
Congresos y Exposiciones de La Línea.
José lo tiene claro: “Lo que hay en España no es una
verdadera democracia. Es la continuación del franquismo maquillado. Sólo hay
que preguntarse quién es el rey, de dónde viene y por qué está ahí”, dice. “A
los policías que torturaron y maltrataron ni se les juzgó ni se les echó del
cuerpo, como se habría hecho en una verdadera democracia. Y no solo eso, sino
que se les protegió, se les fueron dando ascensos, y ahora, encima, condecoraciones”,
añade.
Gema Araujo, alcaldesa socialista de La Línea, admite que
conoce la carta de José Ortega en la que éste acusaba al excomisario Lozano de
haberle torturado cuando formaba parte de la Brigada Político Social de la
Policía Nacional. Añade que la carta le llegó cuando el expediente para
condecorar al excomisario ya se había iniciado y cuando faltaban pocos días
para la ceremonia de entrega. Afirma, además, que no se paró el expediente
porque no hay ninguna prueba, ningún documento que demuestre que Lozano Márquez
participara en la tortura de comunistas o socialistas. “Por la edad que tiene
sí es posible que formara parte de la Brigada Política Social, pero no tenemos
ninguna prueba de las acusaciones tan graves que hace ese hombre en su carta”,
agrega.
La alcaldesa recuerda que todos los grupos políticos de La
Línea apoyaron la concesión de la medalla. “Incluida Izquierda Unida”,
enfatiza.
Ceferina Peña, concejala de IU, afirma que a su grupo no
llegó ninguna carta y que tampoco la alcaldesa les dio la información que en
ella se contiene. Afirma que en el expediente abierto para otorgar la medalla
no hay ninguna información en contra de Lozano Márquez. “Ningún ciudadano ni
ninguna institución dijo nada contra él, por eso votamos a favor”, explica. Ceferina
Peña tiene 43 años y no nació en La Línea. Afirma que ésta es la primera vez
que oye la historia de aquella redada del 75. Y añade que, si se demuestra que
es cierta, su grupo instará a la apertura de un expediente de revisión de
méritos y honores de la medalla concedida al ex comisario.
Francisco González Deleito, hoy abogado del Ayuntamiento de
San Roque, era un joven militante del PCE a principios de los setenta. Se salvó
de la redada en que cayó José Ortega porque su padre, que era abogado entonces,
recibió la visita del padre de uno de los detenidos pidiéndole ayuda. “Tuve esa
suerte de enterarme a tiempo y me quité de en medio”, explica González Deleito.
“Aquella redada la recuerdo porque los compañeros luego contaban cómo les
habían pegado y, sobre todo, por Pepe Llaves, que estuvo ingresado varios meses
en el hospital penitenciario de El Puerto de Santa María”, explica el abogado
sanroqueño.
Deleito concluye: “No es de recibo que se le den méritos o
condecoraciones a gente que participó en aquellas acciones represivas de la
Brigada Político y Social. Siendo generosos, podemos creer que la gente se
puede arrepentir o que cambie, que se vuelva demócrata de verdad, pero de ahí a
ponerle condecoraciones, me parece ya demasiado”.
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