El porte elegante de jinete y los ojos fríos y claros. Alto,
adusto, imponente. Así lo recuerdan las víctimas y así sigue siendo Jesús
Muñecas Aguilar (Zaragoza, 1939). Ex capitán de la Guardia Civil, que participó
en el golpe del 23-F. La orden de Interpol instando a su detención - para que
posteriormente sea extraditado a Argentina, donde la jueza María Servini
instruye una querella por crímenes del franquismo - la guarda el juez Pablo Ruz
en un cajón de su despacho. El magistrado español le ha pedido a la jueza
argentina que aporte más datos sobre los delitos que les imputa a Muñecas y al
ex comisario Antonio González Pacheco, alias Billy el Niño. En ambos casos se
trata de delitos de torturas a militantes antifranquistas. Ruz espera la
llegada del nuevo auto, pero la orden de Interpol es ya efectiva fuera de
España.
Interviú ha
localizado al ex capitán Muñecas en un barrio populoso de Madrid, donde [Img
#22344]reside desde finales de los ochenta. Tuerce el gesto, se enfurece.
"Ya me habéis fotografiado", se queja. Poco antes de entrar en su
vehículo, arremete contra los denunciantes. "Todo esto es una campaña en
mi contra, todo es mentira. No he hecho nada, no he torturado a nadie",
exclama Jesús Muñecas.
Según ha podido saber Interviú, el juez Ruz tiene previsto
tomar declaración al ex capitán de la Guardia Civil, que pasó tres años en la
cárcel acusado de rebelión militar por el golpe de Estado. Fue el primer
golpista que se dirigió a los diputados para comunicarles la "próxima
llegada de la autoridad... militar, por supuesto". Tras pasar por la
cárcel, Muñecas se dedicó a la hípica, dando clases y dirigiendo un picadero.
Hoy jubilado, Muñecas clama su inocencia, pero numerosos
testimonios le señalan como el ejecutor e instigador de malos tratos y torturas
a los militantes antifranquistas en el País Vasco, donde estuvo destinado entre
mediados de los años sesenta y finales de los setenta. Uno de los casos más
recordados es el de Amparo Arangoa, que falleció hace unos años por una
enfermedad. Las fotografías que muestran la salvaje tortura a la que fue
sometida en 1976 durante un interrogatorio en el cuartel de Tolosa (Guipúzcoa),
que comandaba Muñecas, dieron la vuelta al mundo en aquel momento. Hoy recobran
su valor ante la revisión del franquismo y de la Transición que supone, en el
fondo, la querella argentina.
EL CASO DE AMPARO ARANGOA
Juan Arangoa es el hermano de Amparo. Hace un gran esfuerzo
recibiendo a los periodistas de Interviú en su casa, en Leitza (Navarra), para
relatar el episodio más dramático de su vida: las torturas que sufrió su
hermana, con 25 años de edad. Jesús Muñecas era ya capitán en 1976 y estaba
destinado en la villa tolosarra. El jefe de la [Img #22345]Comandancia de la
Guardia Civil de San Sebastián (de la que depende Tolosa) era Antonio Tejero,
que después protagonizó el intento de golpe de Estado.
"La Guardia
Civil detuvo a Amparo en abril de 1976, en el trabajo, en la fábrica de la
papelera Sarrió de Leitza. Era vicepresidenta del sindicato del Papel y Artes
Gráficas y vocal del Consejo de Trabajadores de Navarra.
Desde jovencita trabajó para la defensa de los trabajadores. Al cabo de unas
horas, nos enteramos de que a mi hermana se la habían llevado a la residencia
Virgen del Camino, de Pamplona, porque estaba mala. Cuando llegamos a la
residencia, eso fue terrible".
uan se rompe al recordar el estado en el que la familia
encontró a Amparo: “En ocho horas que llevaba en el cuartel la habían
destrozado. Tenía mechones de pelo colgándole, porque la habían arrastrado; la
cara hinchada, estaba amoratada enteramente de cintura para abajo. Ella nos
contó tiempo después que los agentes la habían golpeado sin parar, le habían
dado patadas, la habían tirado contra la pared y el suelo".
El parte médico de Amparo Arangoa indicaba que presentaba
“hematomas por todo el cuerpo, de gran profundidad en la región glútea, con
posible bloqueo intestinal y renal y choque traumático". Tras aquel
suceso, a Muñecas lo trasladaron de Tolosa. "Lo ascendieron, esa es la
verdad - dice Juan -. Nunca se hizo justicia con mi hermana. Ahora espero ver
al responsable sentado en el banquillo. No me vale que niegue haber ordenado la
tortura de Amparo. Aquello pasó y quiero que se sepa. Es hora de que se conozca
la verdad de lo que ocurrió en Euskadi".
LE DESFIGURARON LA CARA... NO PARECÍA HUMANO
Antes de la tortura sufrida por Amparo Arangoa y otros en
Tolosa, Muñecas estuvo en Zarautz (Guipúzcoa). La jueza Servini le acusa de
haber participado allí en las torturas [Img #22346]infligidas a Andoni
Arrizabalada Basterreche, en agosto de 1968. Andoni - montañero que falleció en
1984 en un accidente en el Mont Blanc - estuvo condenado a muerte en 1969, pero
se le conmutó la pena ante la presión popular. “Mi hermano era el líder de la
lucha antifranquista en Ondarroa (Vizcaya). La primera vez que lo detuvieron
fue en 1964 y lo molieron a palos por unas pintadas que aparecieron en el
pueblo - recuerda Jon Arrizabalaga, de 70 años -. En 1968 lo volvieron a
detener. Acababa de llegar Muñecas a Zarautz como teniente. Era uno de sus
primeros destinos y quería despuntar. Y lo hizo. De los golpes que le dieron a
mi hermano, le desfiguraron la cara, no parecía humano. Le habían atado por los
pies desde un tercer piso, amenazándole con cortar la cuerda; simulacros de
ahorcamiento, le habían golpeado en las piernas...".
AQUEL JOVEN, RUBIO, ARROGANTE...
Joven, alto, rubio, arrogante. En Zarautz a Muñecas lo
recuerdan los mayores cabalgando por el malecón. “Siempre iba con unas botas de
caña, estirado y con la fusta -cuenta Juan Mari Arrizabalaga, vecino de
Zarautz, de 69 años, preso durante los estertores del franquismo-. A mí me
tenía dos o tres horas contra la pared, sin moverme, y luego me daba papel y
lápiz para que escribiera todo lo que había hecho el día anterior. Eso lo podía
soportar; peor era cuando me aplicaban 'la bañera', una tortura que consiste en
sumergirte la cabeza en una bañera llena de agua sucia, putrefacta, hasta que
parece que te vas a asfixiar. Me lo hicieron en el cuartel de Ondarreta (San
Sebastián) y Muñecas estaba delante".
"NI ERAMOS DE ETA NI SABÍAMOS LO QUE ERA"
A los 16 años, Eli Nosellas (hoy con 54) también conoció el
terror en el cuartel de Tolosa, comandado entonces por Muñecas. “El 16 de
octubre de 1975, sábado, mi novio [hoy su [Img #22347]marido] y yo salíamos del
cine. Habían matado a un guardia civil en Zarautz y cuando había un atentado
comenzaban a detener a diestro y siniestro. Mi novio estaba metido en
movimientos obreros. Éramos jóvenes rebeldes contra el franquismo. Ni éramos de
ETA ni sabíamos lo que era. Nos detuvieron y nos llevaron al cuartel. Me
preguntaban que dónde estaba el piso franco. Yo no sabía lo que era eso.
Estuvimos en el cuartel ocho o nueve días. Al tercer día me di cuenta de que si
no decía algo, no iba a salir de ahí, y me inventé que tenía armas escondidas
en el monte. Me llevaron allá, pero claro, no había nada. Un guardia me dijo
entonces: «Si te mato como a un pajarillo, nadie se va a enterar»".
Organizadora de
bailes populares en Ibarra (Guipúzcoa), Eli recuerda con lágrimas una de las
torturas que sufrió: “Me tumbaron en el suelo sobre una manta y me ataron con
cinturones; entonces me sumergieron en una bañera. Inmóvil, me ahogaba, creo
que me desmayé en algún momento. Estoy deseando ver a Muñecas dando
explicaciones, que se le juzgue ya", pide.
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