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miércoles, 16 de septiembre de 2009

100 montaitos, la lucha continua




Desde que comenzó el conflicto hemos probado distintas maneras de hacer mella en la empresa para que pagara el finiquito que le debe a nuestra compañera. Nuestras dificultades consistían en cómo hacer acción directa contra una empresa situada dentro de un centro comercial, donde los actos reivindicativos están totalmente restringidos.
Comenzamos con concentraciones al uso a las puertas de los dos centros comerciales que albergaban los establecimientos de 100 Montaditos. Pancarta, pitos, megafonía, muchos panfletos… aunque sin contacto directo con los clientes de 100 Montaditos, a los que le interesaba saber cual era la política laboral de la empresa. Ante esta situación, dimos un paso más.
Nos contó, hace tiempo, un antiguo militante del sindicato de hostelería de los años 70-80, que ante un despido de un afiliado por parte del dueño de una cafetería, los compañeros del sindicato se fueron a dicha cafetería ocupando cada uno una mesa. Se pedían un café por barba y con esa consumición estaban toda la tarde hasta que cerraba. A los tres días tuvo que readmitir al trabajador debido a los pocos ingresos que estaba haciendo.
Al hilo de esta historia, se nos ocurrió que si cada uno ocupábamos una mesa con una consumición, aunque no consiguiéramos ocupar todas las mesas, por lo menos no nos podrían echar en todo el tiempo que quisiéramos estar. Entonces iniciamos esa estrategia, pidiendo una consumición y portando un cómic en cuya portada y contraportada habíamos pegado un cartel con el lema “PAGA LO QUE DEBES”. En principio dio buen resultado, ya que podíamos llevar el mensaje a los clientes. Pero no conseguíamos ocupar todo el establecimiento y sacaban una consumición nuestra.
Pero en la última asamblea cuando ya nos disponíamos a aprobar otro acto ocupando las mesas, sabiendo que nos faltaba algo más, un compañero con una sencilla frase nos sacó del bache… ¿Por qué se tenían que llevar dinero nuestro, porque no probábamos a entrar en el centro comercial con carteles pegados en las camisetas con el lema “100 MONTADITOS, PAGA LO QUE DEBES”, además de llevar los carteles con el mismo lema y a ver qué pasaba? Y Así lo hicimos.
El día fijado, a la hora prevista, unos doce compañeros y compañeras del sindicato nos introdujimos en el Centro Comercial Larios, donde se sitúa uno de los locales de 100 Montaditos. Con pegatinas en el pecho y los carteles a la vista nos situamos frente al establecimiento. Poco tiempo tardaron en llegar la seguridad privada. “No podéis repartir panfletos, no podéis obstaculizar el paso de la gente…etc, etc” Vale. No nos hacía falta hacer nada de eso. Simplemente nos mostramos de pie, frente al establecimiento, callados, enseñando los carteles, y todo lo demás vino por sí solo. La gente comenzó a preguntar y nosotros a responder por qué estábamos allí. Nuestra presencia, la de la seguridad privada, que llegó a concentrar a 6 individuos y la actitud histérica de la encargada del bar, dejaron las mesas vacías. Cuando llegamos había de ocho a diez mesas ocupadas, cuando nos fuimos, y sólo en cuarenta minutos, el bar estaba vacío y mucha gente informada. Fuera y antes de entrar se repartieron cientos de panfletos.
Nuestro segundo objetivo era el 100 Montaditos situado en el Centro Comercial Vialia, dentro del recinto de la estación de tren María Zambrano, y hacia allí nos dirigimos. Entramos por una entrada secundaria, menos vigilada, para no dar mucho el cante, ya que teníamos las pegatinas pegadas. Subimos a la planta donde se sitúan los establecimientos hosteleros y llegando frente a 100 Montaditos sacamos los cómics-carteles y nos desplegamos por los alrededores del establecimiento. En poco tiempo un voluminoso y ancho guardia de seguridad apareció junto a otro que no sacaba muchos palmos del suelo, y no sólo en altura. Este segundo, de forma bastante agresiva, nos instó a irnos inmediatamente de allí, ya que era un recinto privado y no podíamos estar de pie, en los pasillos del establecimiento, con los carteles en ristre. Según él, la única manera de poder quedarnos era pagar una consumición y sentarnos en las mesas del bar… ja, ja, ja. No nos íbamos a mover de allí. Le pedimos que, si le parecía bien, llamara a la policía, ya que con él no teníamos mucho que hablar. En el intercambio dialéctico llegó a decir, “es que yo también soy un trabajador”... pues bueno, que vamos a hacer.
Y allí nos plantamos, respondiendo las curiosas preguntas de los transeúntes, hasta que llegó la policía. Le preguntó al de seguridad, habló con un compañero del sindicato, llamó a la central… y nada, estábamos haciéndolo bien, no nos podían echar de allí. Así que estuvimos allí, bajo la férrea mirada de los eficientes guardias de seguridad, o cabría decir por los trabajadores de la seguridad, porque claro, son trabajadores. Aguantándonos la risa ante la impotencia del que no levanta un palmo del suelo y satisfechos porque sabemos que si 100 Montaditos no paga les queda mucha CNT que aguantar.

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