Renfe empieza a pagar por sus
muertes del amianto
Francisco Padilla Chamorro.
Veintitrés años de trabajo en Renfe, donde hizo de todo: ayudante de oficial de
mecánico-electricista en los talleres, jefe de equipo, subcontramaestre y
supervisor en dos etapas. Diagnóstico: "Mesotelioma papilar infiltrante en
trabajador en contacto de amianto". Murió el pasado agosto.
José Antonio López Luna. Oficial
de carpintería. Una vida entera en Renfe desde que entró en 1967 a través de la
escuela de oficios. Su parte médico certificó el 17 de enero de 2011:
"Mesotelioma pleural en muy probable relación con exposición laboral a
asbesto".
Luis Vilches. Ajustador, montador
de trenes en Renfe entre 1981 y 1999. Su certificado de fallecimiento el 18 de
octubre de 2014 escribe: "Mesotelioma Pleural".
Y hay muchos más. Trabajadores
con nódulos, tumores en la laringe, cánceres extraños que obligaron a extraer
distintos órganos a algunos jubilados... Todo en el mismo taller de Los Prados,
en Málaga, unas instalaciones que Renfe inauguró a finales de los 70 para
reparar los viejos convoyes y que llegó a emplear en sus tiempos buenos a casi
800 personas.
Hoy quedan dos centenares de
trabajadores y muchas secuelas de aquellas décadas en las que el amianto fue un
inquilino más. Estaba –y alguno aún queda– en los techos de las viejas naves,
en los vagones y en las locomotoras de los trenes. Ese era el que se veía. El
otro estaba suspendido en partículas por todas las instalaciones.
Las enfermedades letales que
produce el contacto directo con ese material cancerígeno han empezado a
manifestarse ahora. Nada nuevo para la comunidad científica que ha estipulado
que los tumores pueden aflorar entre 20
y 30 años después de empezar a respirar sus partículas http://www.eldiario.es/clm/peligros-exposicion-amianto-mesotelioma-latencia_0_565193843.html
Y detrás de las muertes han llegado las primeras condenas.
Dos de ellas consideran
responsable a Renfe del fallecimiento de dos empleados en Málaga. Los
tribunales tramitan cuatro denuncias más sobre otras tantas muertes. En todas
figura como causa el mesotelolioma pleural, un tipo de tumor que está causado
en el 98% de los casos por el amianto, según la Agencia Internacional de
Investigación del Cáncer.
Muerto antes de escuchar la
sentencia
La condena más alta se firmó en
el Juzgado de lo Social número 3 de Málaga el 29 de septiembre. El fallo,
adelantado la semana pasada por la cadena SER, obliga a Renfe a pagar 260.559
euros al electricista Francisco Padilla por la incapacidad que le causó el
cáncer de pulmón ocasionado tras toda una vida de exposición al asbesto en Los
Prados. Pero el trabajador, que presentó la denuncia el 22 de mayo de 2015, en
cuanto se le detectó el tumor con 52 años, no llegó a tiempo de oír el
veredicto. Murió en agosto. El dinero lo recibirá su familia, que aún debe
decidir si inicia un nuevo pleito para reclamar daños morales por su muerte. Su
abogado rechaza ofrecer ningún dato sobre el caso.
En la sentencia, de 13 páginas y
contra la que cabe recurso, el juez bucea en la vida laboral de este operario
que entró en Renfe el 31 de marzo de 1979 como ayudante de oficial de mecánico
electricista y fue ascendiendo hasta acabar de supervisor de base en 2014.
En el apartado de hechos probados
relata que a mediados de 1981 Padilla fue trasladado al taller central de
reparación de Málaga, Los Prados, "donde se dedicaba a arreglar los
sistemas y depósitos de aire acondicionado y de calefacción de los trenes,
muchos de ellos de la denominada serie 8.000, haciéndolo sin protección alguna
de guantes, mascarilla, protección de pelo o ropa, procediendo el actor tras
realizar su trabajo, a barrer el suelo con una escoba para quitar el polvo que
había caído de la referida maniobra".
"A consecuencia de todo ello
y del amianto en suspensión respirado entre 1981 y 1995", prosigue el
juez, "el actor en mayo de 2014 fue diagnosticado por el Servicio de
Oncología del Hospital Universitario Virgen de la Victoria de Málaga de
mesotelamia apilar infiltrante, y derrame pleural izquierdo".
El meticuloso relato que hace la
sentencia no deja en buen lugar a los gestores de Renfe en los años 80. El
fallo recupera un estudio realizado por el Instituto Nacional de Seguridad e
Higiene en el Trabajo dependiente del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social
en el taller de Los Prados entre enero y mayo de 1984.
Sus conclusiones se parecen mucho
a una película de miedo: "Las principales fuentes de emisión de fibras de
amianto son las mantas de amianto azul instaladas en los techos de los coches
[vagones] y que quedan al descubierto en los extremos de los mismos al realizar
las operaciones rutinarias de mantenimiento. Los valores obtenidos en las
muestras personales relacionadas anteriormente superan ampliamente los límites
establecidos. Las medidas de prevención técnicas observadas no cumplen la
normativa legal en la mayoría de los puntos".
Todo eso, a pesar de que, como
esgrimió en la denuncia el abogado Fernando Morillo, que representa a la
Asociación de Víctimas del Amianto en Málaga, más de cinco décadas atrás y en
plena dictadura el Ministerio de Trabajo ya había dictado una orden –el 7 de
marzo de 1947– que reconocía la existencia de enfermedades profesionales
derivadas de trabajos expuestos a la inhalación de polvos de amianto. Aquella
vieja normativa franquista ya establecía medidas preventivas para trabajos como
el de Francisco Padilla.
El de los operarios que
trabajaban en aquellos viejos "ochomiles" no era un empleo
cualquiera. Los trenes tenían amianto por todas partes porque se trataba de un
material barato e ignífugo, un aislante perfecto para la humedad, el frío, el
calor y hasta el ruido.
"Todos estuvimos en contacto
con eso"
José Antonio Aguilar es
representante de Comisiones Obreras en el taller de Los Prados y vivió aquellos
años de despreocupada convivencia con un veneno que lo inundaba todo:
"Todo el revestimiento de aquellos trenes eran placas de amianto,. Estaba
bajo el techo, en las paredes, y hasta en las cubiertas de las naves donde
trabajábamos, que eran de uralita. Los de la oficina, los del taller, nuestras
familias que lavaban los monos de trabajo. Todos estuvimos en contacto con
eso".
Aguilar conoció allí a José
Antonio López Luna, a quien todos en el tajo llamaban Pepe Luna. Durante
décadas formó parte del paisaje habitual de la fábrica. Luna había entrado en
Renfe de aprendiz en 1967 como tantos otros en el franquismo. En 1972 ascendió
a oficial de carpintería, puesto que ocupó hasta su muerte en enero de 2011.
La sentencia del Juzgado número 4
de lo Social de Málaga, que ya es firme tras ser refrendada por el Tribunal
Superior de Justicia de Andalucía, culpa a Renfe de su tumor por no haber
puesto los medios necesarios para manipular esa sustancia venenosa: "José
Antonio intervino hasta el año 1988 en las programaciones para reparar los
coches 8.000, cuyo chasis y aislamiento se componían de amianto. A partir de
1988 realizó tareas de ajustador montador en un cuarto cerrado de herramientas
cuya única ventilación era una ventana y en dicho cuarto se limpiaban todas las
herramientas y se arreglaban las aspiradoras que se utilizaban para limpiar el
amianto, quedando las partículas suspendidas en el aire".
El 22 de junio de 2011, seis
meses después de la muerte de Pepe Luna, el Centro de Prevención de Riesgos
Laborales, dependiente de la Junta de Andalucía, emitió otro dictamen clamoroso
que se incorporó a la sentencia: "Existió exposición a amianto, sin que consten
medidas preventivas específicamente relacionadas con la exposición e inhalación
de fibras de amianto y que hubo una relación de causalidad entre la exposición
a fibras de amianto vía inhalatoria y el padecimiento del trabajador".
El juez concluye que "el fallecido
estuvo en contacto con el material amianto durante su actividad laboral, sin
que por parte de Renfe se adoptaran medidas adecuadas, no entregándoles equipos
de protección respiratoria adecuados, ni prendas de vestir adecuadas para ese
trabajo, ni informándole acerca de cómo manipular dicha sustancia, así como
tampoco se le realizaron reconocimientos específicos".
La sentencia determina que
"la acción u omisión culposa o imprudente de Renfe consistió en la no
adopción de las medidas de prevención de riesgos laborales adecuadas",
recuerda que pese a las alegaciones de la empresa, "sí existía normativa
de años anteriores a la exposición de riesgos", y retrocede hasta aquellas
viejas regulaciones franquistas.
"Es claro", determina
el juez, "que las condiciones en las que operaba el trabajador fueron
determinantes a la hora de que este contrajese el mesoteliema pleural".
Condenó a Renfe a resarcir a la familia con
233.665 euros.
Más pleitos esperan sentencia
María Luisa Vilches también está
a la espera de lo que digan los jueces. Lucha en los tribunales por el recuerdo
de su padre, Luis, después de que este entregase su vida a la Renfe. Su carrera
está escrita en la denuncia presentada ante el juzgado número 13 de lo Social
de Málaga: Luis Vílchez fue otro de los que trabajó dentro de aquellos
vetustos ochomiles.
Tocó de lleno el amianto porque
durante dos o tres años a partir de 1984 se encargó de retirar el revestimiento
de los trenes. "Quitaba aquellas planchas de amianto con las manos y las
herramientas que le daban. También era el encargado de retirar el aislante de
las tuberías. El amianto estaba por todas partes. Y algunas de esas partículas se le clavaron en
el pulmón. Lo han tenido en muy malas condiciones trabajando", se lamenta
su hija.
Luis Vílchez recibió el mazazo de
los médicos en enero de 2015. "Mesotelioma pleural. Pronóstico: entre 12 y
20 meses de vida". Falleció en octubre pasado.
La demanda reclama ahora que se
le reconozca la enfermedad laboral. "El médico, tras hacer muchas pruebas,
al ver líquido en el pulmón le preguntó si había trabajado con el asbesto, eso
decantó el pronóstico", recuerda su hija. Reclama 145.000 euros de
indemnización a Renfe. "Mi padre siempre fue una persona muy comprometida
con la empresa, hizo la mili allí, empezó en la escuela de aprendices. Los
amigos que fueron al entierro eran la pandilla de la Renfe: maquinistas,
interventores, gente de talleres. Me duele mucho las condiciones en las que lo
han tenido trabajando. Cuando le diagnosticaron la enfermedad y sus causas,
cayó en una depresión, no volvió a hablar y murió enganchado a una máquina de
oxígeno", cuenta con desgarro María Luisa.
El 21 de septiembre se celebró el
juicio. Los argumentos que ha esgrimido el abogado son similares a los que
supusieron las dos condenas anteriores: Renfe no puso en manos de sus operarios
el material de prevención y tampoco les informó de la peligrosidad del asbesto,
prohibido para entonces en otros países europeos.
No será el último pleito que deba
afrontar la compañía de transportes. La familia de otro extrabajador de Los
Prados ha presentado una cuarta denuncia en Málaga y dos demandas más se
tramitan en Madrid, según la Asociación de Víctimas del Amianto, un material
que no fue prohibido en España hasta el 1 de enero de 2002.
En 2013 la Sala de lo Social del
Tribunal Superior de Justicia de Cataluña ya condenó a la empresa por el
fallecimiento de un trabajador que había pasado tres décadas en las
instalaciones de Renfe. Murió el 27 de octubre de 2010 víctima del mismo tipo
de cáncer: mesotelioma pleural maligno. Su familia recibió 83.594 euros.
La mayor pena hasta la fecha en
España la impuso el Juzgado de lo Social 1 de San Sebastián cuando castigó a
Renfe y a la firma de trenes Wagons-Lits a resarcir con 476.451 euros -que
debieron abonar ambas compañías subsidiariamente- a la familia de un trabajador
que realizó tareas de mantenimiento en la estación de Irún entre 1982 y 1994.
La Seguridad Social le había reconocido en junio de 2013 una incapacidad
absoluta, después de que se le diagnosticase el mesotelioma pleural. Pero el
trabajador falleció en agosto.
La estadística médica apunta que
solo cinco de cada 100 muertes causadas por el asbesto son consideradas
enfermedades profesionales por la Seguridad Social española. Y eso a pesar de
que toda la comunidad científica coincide en que casi el 100% de los
mesoteliomas pleurales, ese tumor letal, se explican por el contacto con este
material.
Un portavoz oficial de Renfe ha
asegurado a eldiario.es que en la actualidad el amianto es un "asunto
central" en sus planes de prevención de riesgos laborales que incluyen
inspecciones, planes de formación, reconocimientos médicos...". Sobre lo
que pasó antes no hay versión oficial. La empresa se limita a argumentar que hace
valer sus derechos en los tribunales y, cuando se produce una sentencia, cumple
con lo que dictan los jueces.
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