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sábado, 23 de mayo de 2015

EL CRIMINAL ES EL ELECTOR


¡EL  CRIMINAL  ES  EL  ELECTOR! 

El criminal eres tú, Oh Pueblo puesto que eres tú el Soberano. Eres, es cierto, el criminal inconsciente e ingenuo. Votas y no ves que eres tu propia víctima.

Sin embargo, todavía no has experimentado suficientemente que los diputados, que prometen defenderte, como todos los gobiernos del mundo presentes y pasados, son mentirosos e impotentes? Lo sabes y de eso te quejas! Lo sabes y los eliges! Los gobernantes, sean quienes sean, trabajaron, trabajan y trabajarán para sus intereses, para los de su casta y para los de sus camarillas. Dónde y cómo podría ser de otro modo? Los gobernados son subalternos y explotados; conoces alguno que no lo sea?

Mientras no comprendas que sólo de ti depende producir y vivir a tu antojo, mientras soportes – por temor – y tú mismo fabriques – por creer en la autoridad necesaria – a jefes y directores, que lo sepas, también tus delegados y amos vivirán de tu trabajo y tu necedad. Te quejas de todo! Pero no eres tú el causante de las mil plagas que te devoran.

Te quejas de la policía, del ejército, de la justicia, de los cuarteles, de las prisiones, de las administraciones, de las leyes, de los ministros, del gobierno, de los financieros, de los especuladores, de los funcionarios, de los patrones, de los sacerdotes, de los propietarios, de los salarios, del paro, del parlamento, de los impuestos, de los aduaneros, de los rentistas, del precio de los víveres, de los arriendos y los alquileres, de las largas jornadas en el taller y en la fábrica, de la magra pitanza, de las privaciones sin número y de la masa infinita de iniquidades sociales.

Te quejas; pero quieres que se mantenga el sistema en el que vegetas. A veces te rebelas, pero siempre para volver a empezar. Eres tú quien lo produce todo, quien labora y siembra, quien forja y teje, quien amasa y transforma, quien construye y fabrica, quien alimenta y fecunda!

Por qué no sacias entonces tu hambre? Por qué eres tú el mal vestido, el mal nutrido, el mal alojado? Sí, por qué el sin pan, el sin zapatos, el sin hogar? Por qué no eres tú tu señor? Por qué te inclinas, obedeces, sirves? Por qué eres tú el inferior, el humillado, el ofendido, el servidor, el esclavo? Tú elaboras todo y no posees nada? Todo es gracias a ti y tú no eres nada.

Me equivoco. Eres el elector, el votante, el que acepta lo que hay; ese que, mediante la papeleta de voto, sanciona todas sus miserias; aquel que al votar, consagra todas sus servidumbres.

Eres el sirviente voluntario, el doméstico amable, el lacayo, el perro que lame el látigo, arrastrándote bajo el puño del amo. Eres el sargento mayor, el carcelero y el soplón. Eres el buen soldado, el portero modelo, el inquilino benévolo. Eres el empleado fiel, el devoto servidor, el campesino sobrio, el obrero resignado a su propia esclavitud. Eres tu propio verdugo. De qué te quejas?

Eres un peligro para todos nosotros, hombres libres, anarquistas. Eres un peligro al igual que los tiranos, que los amos a los que te entregas, que eliges, a los que apoyas, a los que alimentas, que proteges con tus bayonetas, que defiendes con la fuerza bruta, que exaltas con tu ignorancia, que legalizas con tus papeletas de voto y que nos impones por tu imbecilidad.

Sí eres tú el Soberano, al que se adula y engaña. Los discursos te inciensan. Los carteles te atrapan; te encantan las bobadas y las fruslerías: que sigas satisfecho mientras esperas que te fusilen en las colonias y que te masacren en las fronteras a la sombra de tu bandera.

Si lenguas interesadas se relamen tu real excremento, Oh Soberano!; si candidatos hambrientos de mandatos y llenos de banalidades, te acarician el espinazo y la grupa de tu autocracia de papel; si te satisfaces con el incienso y las promesas que vierten sobre ti los que siempre te han traicionado, te engañan y te venderán mañana: es que tú mismo te pareces a ellos. Es que no vales más que la horda de tus famélicos aduladores. Es que, no habiendo podido elevarte a la consciencia de tu individualidad y de tu independencia, eres incapaz de liberarte por ti mismo. No quieres, y por lo tanto no puedes ser libre.

Vamos! Vota bien! Ten confianza en tus mandatarios, cree en tus elegidos!

Pero deja de quejarte. Los yugos que soportas, eres tú quien te los impones. Los crímenes por los que sufres, eres tú quien los cometes. Tú eres el amo, tú eres el criminal y, que ironía, también eres tú el esclavo y la víctima.

Nosotros, cansados de la opresión de los amos que tú nos das, cansados de aguantar su arrogancia, cansados de aguantar tu pasividad, venimos a llamarte a la reflexión, a la acción. Venga, un buen movimiento: quítate el estrecho traje de la legislación, lava rudamente tu cuerpo para que mueran los parásitos y la miseria que te devoran. Sólo entonces podrás vivir plenamente

EL CRIMINAL, es el elector.  Año 1906

Joseph  Albert  (Albert Libertad 1875-1908)


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