El caso de Podemos
Una es la clave
principal de la socialdemocracia en España, necesita renovarse. El PSOE ya no
representa las aspiraciones de la izquierda, e IU utiliza eslóganes vacíos que
intentan llamar la atención de todo un sector social organizado en torno al
15-M (movimiento social que se mostró apartidista y muy contrariado, que no
opuesto, con el sistema político representativo español).No obstante, son los
fundadores de Podemos los que han sabido aprovechar muy bien el momento social
actual. Pablo Iglesias, un líder joven, irónico, y carismático, con muy buena
formación política, muy buena cobertura mediática, uso de elementos de
participación y democracia directa, y un discurso mezcla de marxismo,
autogestión y ciudadanismo (muy similar de las reivindicaciones nacidas en el
seno de las asambleas del 15-M), diciendo lo que cada sector social quiere
escuchar. Ha sabido ilusionar a los votantes tanto de movimientos sociales,
como clasistas y de una clase media desanimada con los partidos tradicionales.
Aun suponiendo un boom en estas elecciones, no se dijo a dónde irían a parar
estos votos, que no es otro sitio que a la formación política GUE/NGL (Grupo
Confederal de la Izquierda Unitaria Europea/Izquierda Verde Nórdica), a la cual
pertenece el PIE e IU.
Para entender el
presente hay que conocer el pasado. La socialdemocracia ha presentado y
presenta actualmente como cualquier otro organismo que quiera alcanzar el poder
político una seria amenaza para los movimientos obreros y sociales, muy
especialmente a todos los que pretendemos superar al Estado y al capitalismo.
Su principal objetivo es canalizar el descontento social a través del voto y
diluir las luchas en el parlamentarismo. Y aquí entra en el juego Podemos,
cuyos círculos pues aunque funcione como una plataforma ciudadana hacia el
interior, hacia el exterior no deja de ser un híbrido de partido político. Y
esto es peligroso porque puede llevar a engaño a todo aquel que no tiene mucha
formación política, pero que se siente a gusto en los movimientos asamblearios,
ya que la jerarquización, la especialización y los dictados autoritarios de la
cúpula llegarán antes o después, eliminando por completo todo lo que se ha
creado durante años.
La nueva generación
de líderes de izquierdas, al igual que banqueros, empresarios y demás políticos
sabe que, para parasitar del sudor de los trabajadores, algo tienen que cambiar
para que todo siga igual.
La propuesta
organizativa de Podemos a través de círculos, no es ni novedosa ni
revolucionaria. Salvando las distancias, tiene grandes similitudes con la ya
propuesta por Jean-Jacques Rousseau en su libro El contrato social, en el que
se expresa que el pueblo es soberano, de todos los ciudadanos, conformando el
cuerpo político que emana de la voluntad general, la cual es el bien común. Una
pequeña élite tomara las decisiones cotidianas, mientras que los ciudadanos
ejercerían su autoridad a través de asambleas populares (refiriéndose Rousseau
a los varones con una renta determinada).
En ambos casos, el
cuestionamiento del Estado, del ejercicio del poder y de la autoridad es
totalmente nulo, al contrario, lo refuerza con unos planteamientos distintos
para evitar cualquier tipo de insurrección que pusiese en peligro la existencia
política y social de la burguesía.
Ni Pablo Iglesias ni
Juan Carlos Monedero estarán luchando por el trabajador cuando este esté
despedido, ni estarán cuando el sindicalismo oficial de elecciones sindicales,
comités de empresa y liberados sindicales vuelvan a firmar otro ERE u otra
reforma laboral que siga flexibilizando el mercado de trabajo. No estarán con
cualquier persona que este ahora mismo torturada en un calabozo, una cárcel o
un CIE. Lo que denominan estrategia de política exitosa en sus numerosos
discursos, solo encierra el populismo, el desclasamiento obrero, el
mantenimiento de la paz social con la patronal y la reafirmación en la
necesidad del Estado y la autoridad.
Nosotros preferimos
los hechos del día a día, y la simbiosis entre ideología y prácticas coherentes
que las vacías palabras de los mítines de cualquier político. Tiempo al tiempo.
"Todos los
partidos políticos, sin excepción alguna, en tanto aspiren al poder público, no
son sino formas particulares del absolutismo. No habrá libertad para los
ciudadanos; no habrá orden en la sociedad, ni unidad entre los trabajadores,
mientras que en nuestro catecismo político, no figure la renuncia absoluta a la
autoridad, armazón de todo tutelaje" (Pierre-Joseph Proudhon).
Grupo Tierra
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