Está comprobado que la realidad siempre acaba superando a la ficción. En el argot hipotecario, es habitual escuchar algo así como: "¡Ya tengo casa!... En realidad es del banco y no será mía hasta dentro de 30 años!". La expresión se utiliza en sentido figurado, ya que aunque la entidad financiera llega a asumir hasta el 100% del coste de la vivienda, la propiedad legal es del particular. O lo era hasta ahora. Porque Caixa Catalunya ha creado un producto financiero pionero que permite transformar la hipoteca en un contrato de alquiler a cambio de la entrega del inmueble.Una familia isleña, residente en la barriada de La Ardila, se ha convertido en una de las 200 primeras en España, y cinco en Andalucía, que se acogen a este novedoso procedimiento que, por el momento, sólo ofrece la caja catalana. La iniciativa forma parte de un "pack" denominado "anticrisis" con el que la entidad pretende "ponerse en la piel del cliente y ofrecerle soluciones y alternativas" cuando tiene dificultades para afrontar el pago de la cuota hipotecaria, según explicaron fuentes de la compañía.La operación se basa en la compra de la vivienda por parte de la entidad financiera a un precio fijado por tasación que, en principio, debe cubrir la deuda pendiente. La caja se convierte así en propietaria y formaliza un contrato de arrendamiento con el cliente durante un periodo, renovable sucesivamente, de cinco años. Los papeles de los protagonistas han cambiado: el prestamista pasa a ser propietario y el prestatario se convierte en su inquilino y debe abonar un alquiler mensual que se establece según el valor de la casa y que, lógicamente, será inferior a la cuota de la hipoteca. A partir de ese momento, el cliente vive de alquiler en su ya antigua vivienda y, además, se le otorga una opción preferente de compra que podrá ejercer cuando recupere su capacidad económica. "Está pensado para casos en que la expectativa negativa de ingresos es temporal", apuntan desde la entidad. Eso sí, el solicitante debe estar al corriente de sus pagos de la contribución (IBI) y de la comunidad de propietarios, y, por supuesto, poder garantizar el pago del alquiler.A través de esta fórmula, implantada hace sólo dos meses, la caja catalana pretende suavizar el crecimiento del nivel de morosidad registrado, como todo el sistema bancario español, a raíz de la crisis económica y del incremento del paro. Pero lo curioso es que esta operación tiene una vuelta de tuerca más, o, al menos, lo ha tenido en el caso isleño. Según explica la ex propietaria, María José Ruiz, la operación de su vivienda se realizó a tres bandas porque además de ella y la caja, participó una inmobiliaria, ya que el piso fue transferido primero a la entidad y, acto seguido, ésta lo vendió a otro particular, que se ha quedado con el piso asumiendo las condiciones pactadas. De esta manera, ni siquiera la caja tiene que ampliar su patrimonio inmobiliario, normalmente en contra de su voluntad e interés, algo que sí ocurriría en el caso de un embargo. Y, por su parte, María José no tiene que mudarse y conserva intactas sus posibilidades de recomprar su piso.
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