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martes, 28 de febrero de 2006

Siervos de Mercadona


Siervos de Mercadona
La CNT comenzó a reivindicar la readmisión de una trabajadora MERCADONA despedida en Adra y después de varios trabajadores en la provincia de Huelva hace algo más de un año. En aquel momento no sabíamos el alcance de la situación que se estaba dando en la empresa. Todos ellos habían sido despedidos de forma injusta, con argumentos que la empresa después no ha probado. Pensábamos que podía ser una situación local, generada por la actuación caciquil de algunos encargados de tienda.
Pero después de la negociación con la empresa que estos cortaron sin llegar a ninguna solución y de ver como han ido aflorando continuamente casos de despidos injustificados y de represalias contra trabajadores que reivindican sus derechos laborales, nos hemos dado cuenta de que se trata de una política de empresa calculada desde la dirección y con el objetivo preciso de crear el concepto de lo que tiene que ser un trabajador de MERCADONA: un trabajador que no protesta, que tiene que estar dispuesto a trabajar siempre más sin rechistar, que tiene que estar contento por obligación y que nunca se pone enfermo.
Lo que al parecer es una red de "encargados" explotadores no puede ser algo casual. En todos los puntos del estado se reproduce la misma situación. Trabajadores que durante años no han tenido ningún problema con la empresa, e incluso que han sido felicitados por su trabajo, terminan siendo despedidos cuando tienen una incapacidad temporal de cualquier clase. Sistemáticamente se les hostiga para que vuelvan a trabajar, se les amenaza con que no ascenderán de categoría aunque les corresponda o con el despido. Se les obliga a ir a trabajar aunque estén enfermos. Se les persigue y vigila. Finalmente, se les despide con acusaciones de que "fingen su enfermedad", de que han robado dinero de la empresa. Y todo esto se hace a través de la figura de los encargados, que son los que controlan exhaustivamente la vida de sus trabajadores, incluidas sus vidas personales. Los trabajadores tienen que soportar la presión psicológica a la que son sometidos, los insultos y las descalificaciones. "Los trabajadores que están de baja laboral, si no pueden realizar su tarea habitual, tienen que trabajar en otra cosa, donde no pueden estar es en su casa", nos dijo un representante de la empresa durante la negociación. No es sólo esto, sino que cuando alguien tiene algún problema de salud ya no le quieren en la empresa.
De manera que en esta empresa se dan simultáneamente dos situaciones que podrían parecer contradictorias. Por un lado, a los trabajadores se les hace un contrato fijo, se les paga correctamente el salario y se genera una imagen pública a través de la propaganda (la que aparece en los medios de comunicación, que paga directamente la empresa o la que aparece como "información" acerca de la misma, e incluso en muchos casos la que dan los trabajadores directamente a los clientes) de que las condiciones laborales son dignas. Y por otro, al mismo tiempo, dentro de las tiendas y lejos de cualquier publicidad, el trato que se da a los trabajadores es otro muy distinto.
A los trabajadores se les hace creer que tienen que estar agradecidos a la empresa que les ha contratado; se les dice continuamente que su situación es privilegiada respecto al resto de trabajadores del comercio SÓLO por el hecho de tener un contrato fijo. Una vez asumida esta conciencia, el trabajador "contento" tiene que mejorar continuamente (lo que se evalúa mediante cuestionarios que a través del menoscabo de la autoestima del trabajador, le hacen creer que no se esfuerza lo suficiente, que puede hacerlo mejor), acepta unos ritmos de trabajo cada vez más elevados, acepta ser polivalente y no ponerse enfermo jamás. Actuar en otro sentido es una ofensa a la empresa. Un síntoma de desagradecimiento. Un síntoma de que esa persona no MERECE estar en MERCADONA. Una traición.
La explotación laboral en la actualidad es general. Detrás de los planes de la administración para reducir la siniestralidad laboral o la precariedad, detrás de los medios de comunicación que tocan con guante blanco estas cuestiones, parece que hay una cortina invisible que separa lo que ocurre de lo que NOS GUSTARÍA QUE OCURRIERA. Vivimos en un estado aparentemente moderno, aparentemente democrático, aparentemente amparado por el derecho. Y aunque todos sabemos que no es así, QUEREMOS CREER que lo es. Miramos los muertos en los tajos, la competitividad cruel, los contratos basura, los sueldos miserables, los horarios interminables, los acosos (sexuales y no sexuales), la reducción permanente de los derechos laborales, el trato a los inmigrantes; pero no los vemos. Nos quedamos con eso de que el trabajo está muy "mal" y se acabó. Pero los trabajadores, como consumidores, tenemos una gran responsabilidad hacia lo que compramos, puesto que cuando actuamos como clientes, aquellos a los que tenemos enfrente son también trabajadores como nosotros; no son "la empresa", sino personas que están siendo explotadas y maltratadas mientras que nosotros compramos allí. Y cuando se denuncia una situación como esta de MERCADONA, al ser sus clientes nos convertimos en cómplices de lo que está pasando.
Para algunos hablar de explotación será una exageración, y nos llamarán catastrofistas y trasnochados. A otros más cínicos (o más interesados en mantener la situación actual, ya sea desde los empresarios o desde los sindicatos oficiales) les parecerá demagogia. Pero a los que la sufren en sus carnes probablemente les parecerá poco llamarla así. En cada sector la explotación tiene sus particularidades y como siempre, depende del tamaño de las empresas, del número de trabajadores, del tipo de actividad. Pero la explotación que ejerce MERCADONA utiliza métodos refinados para acorralar al trabajador, culpabilizarle, controlarle y programarle mentalmente para que soporte cualquier cosa, todo porque tiene que estar agradecido.
Es una segunda cara de la precariedad. Tras una fachada de contratos fijos se esconden unas condiciones de trabajo pésimas. Una total falta de respeto a las personas. Un círculo de culpabilización, miedo y represión.
Con toda seguridad MERCADONA no es la única empresa que hace esto. Por ello tenemos que actuar en contra de estas prácticas allí donde se produzcan. Como trabajadores tenemos que denunciarlas y como consumidores, actuar en consecuencia para no colaborar con las empresas que las practican.

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