Cómo anhelar tu nombre,
tan frío como el miedo
Si triste ya es morir,
contigo es la gangrena.
Saber de ti avergüenza,
espantas a las almas,
No importa si son
limpias o negra su esperanza.
Tú siempre quebrantaste
a pobres y villanos;
Nunca a los poderosos,
sus cuellos anudaste.
Ya en Roma te esmeraste,
contra Publio Cornelio,
Pero siempre deseaste,
en España tu imperio.
A través de los tiempos
te fueron adornando,
Y con punzón de hierro,
te fuiste coronando
Por los vastos imperios,
de capillas y estados;
Y así, poder quebrar,
del preso su pensar.
En la América Hispana,
con tu cerco implacable,
Al incaico Atahualpa le
aplicaste tu hierro;
Desmembrar al rebelde y
fijar tu garrote
Fue, sin lugar a dudas,
el mejor de tus fueros.
Así en las Filipinas, en
Cuba y Puerto Rico;
Tan sólo son ejemplos de
tu mortal destino.
Acabó al fin la historia
de una España quemada,
Tras tantísimos años, de
reinar el espanto.
N. V.
Puerto Real Agosto 2018
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