¡Ay, Cris!
Cómo te lo diría yo, Cristina Federica Victoria Antonia de
la Santísima Trinidad de Borbón y Grecia. Vamos a dejarlo en Cristina… por lo
de los recortes… y como hay confianza… Cris.
Cris, qué mal te lo has montado. No has sabido valorar que nacer
en el seno de un linaje como el tuyo, de vitalicios holgazanes, al que gran
parte de la población le rinde pleitesía por el mero hecho de no dar ni golpe,
era suficiente regalo.
No has entendido que tu cometido consiste precisamente en
hacer el paripé como Presidenta de Honor de la comisión española de la UNESCO,
como Embajadora de Buena Voluntad de las Naciones Unidas, como Directora del
Área Social de la Fundación La Caixa, manteniendo así un currículum de
inmaculada pureza en lo que tú y tu campechana familia entendéis por materia
social, o a lo sumo dedicarte a emular a tu padre acosando elefantes, pero en
ese caso sin que nos enteremos, que si no luego toca pedir disculpas, aunque
sean fingidas. Fíjate el bochorno que pasó Juancar y eso en un endiosado
Soberano queda feo, le rebaja a ser humano.
No te has percatado de que no era necesario descender de ese
privilegiado pedestal, al que os han encumbrado, con la intención de aparentar
cercanía hacia tus súbditos.
No has comprendido que los de tu calaña hacen negocios e
inversiones de manera opaca, bien lo sabe tu fortuna familiar. Que dejar algún
resquicio a través de tu marido, con la excusa de no estar al corriente de ello
o del amor de esposa, le hace a una servil, además de muy tonta. Y esa simplista
excusa me ha roto a mí los esquemas porque desde que no levantaba un palmo del
suelo me habían enseñado que la tonta era tu hermana.
Cris, lo tienes todo, sin trabajar, sin hacer nada, pero has
sucumbido ante la codicia inherente a un sistema de acumulación sin límite.
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