Stalin y la historia de la contrarrevolución x Guillermo Almeyra El 14 de febrero de 1956, en la entonces Unión Soviética, Nikita Jruschov, por mucho tiempo brazo derecho de Stalin y su heredero político, dio a conocer al mundo su Informe secreto en el que confirmó las terribles acusaciones contra Stalin que desde mediados de los años 1920 venían haciendo la Oposición de Izquierda dirigida por León Trotsky y otros grupos de revolucionarios.
La lista de crímenes del georgiano es enorme: comenzó por destruir el partido que había hecho la Revolución de Octubre, matando o encarcelando a sus miembros y dirigentes, remplazándolo por un aparato burocrático-policial. Los soviets habían muerto ya en 1924 (quedaba el cascarón, el nombre, que designaba sólo organismos municipales) y la democracia en el partido acaba alrededor de 1926. Stalin reina sobre el buró político de fieles y sobre el Comité Central, que restructura a su antojo y ni siquiera se reúne.
El partido único, con un mando centralizado y férreo, impone su dictadura sobre los trabajadores. En alianza con la derecha comunista, cuyo líder era Nicolai Bujarin, lanza la consigna "¡Enriqueceos!" para los campesinos pero, pocos años después, impone brutalmente una colectivización forzada que cuesta a los campesinos 10 millones de muertos y llena de esclavos forzados los campos de concentración en el Círculo Artico.
En 1927, en China, disuelve el Partido Comunista en el Kuomintang de la burguesía nacionalista, que masacra a los comunistas en las ciudades y obliga a los sobrevivientes a refugiarse en las zonas rurales más alejadas. En Alemania, en nombre de la criminal teoría del "socialfascismo", según la cual la socialdemocracia sería igual que el fascismo pero peor para los trabajadores porque los engaña, rechaza poco después el frente único entre comunistas y socialistas y facilita el ascenso de Hitler al poder.
A pesar del pacto militar con Checoslovaquia, deja que Hitler la invada. En la revolución española vende armas a la República, pero a cambio del oro de España y asesina o entrega a Franco a los revolucionarios anarquistas, trotskistas, poumistas. Firma un pacto con Hitler (el pacto Molotov-Ribentropp) que divide Polonia entre la URSS y la Alemania nazi. Destruye los altos mandos soviéticos que tenían la experiencia de la revolución en vísperas de la guerra con Alemania y entrega a los comunistas judíos refugiados en la URSS a la Gestapo nazi.
En 1942, después de la invasión nazi a la URSS, disuelve por decreto la Internacional Comunista, para demostrar a los imperialismos "democráticos" (Estados Unidos, Inglaterra, Francia) que no quería el socialismo sino ganar la guerra. Durante ésta reconstruye en el ejército las jerarquías y grados, impone capellanes a las unidades, fomenta el nacionalismo ruso, con "héroes" como Iván el Terrible o Pedro el Grande. El ejército soviético quiere imponer en Rumania liberada al rey exiliado y en Yugoslavia al rey Pedro, mientras en Checoslovaquia impone un presidente burgués, Masaryk.
Stalin firma el pacto de Teherán y el de Yalta-Postdam por el cual, sin consultar a los pueblos en cuestión, con Churchill y Roosevelt redividen Europa y trazan los contornos políticos del mundo. En Italia, el Partido Comunista, por decisión de Stalin, reconoce al rey y hace abortar la revolución socialista que querían los que habían derrotado armas en mano a los nazis y los fascistas al costo de 200 mil muertos. En Grecia traiciona a los guerrilleros comunistas (kapetanios) que luchaban contra el rey apoyado por los ingleses. Expulsa a Yugoslavia del Kominform (un nuevo organismo de enlace entre los partidos comunistas), porque los comunistas yugoslavos querían ser independientes y autogestionarios.
En Francia, con el líder comunista Thorez como vicepresidente, reconstruye el Estado imperialista dirigido por Charles de Gaulle, llegando a apoyar las expediciones coloniales represivas a Indochina o Argelia. Stalin además instaura la teoría de la "coexistencia pacífica" con el imperialismo. Los partidos comunistas, durante la guerra, forman parte del gobierno de Batista, en Cuba, apoyan a Trujillo en Dominicana, entran al gobierno de Chile, forman un frente con la oligarquía y el imperialismo contra Perón en Argentina o, como el Partido Comunista estadunidense, se disuelven y se oponen a las huelgas en nombre de la unidad contra el nazismo.
Por otra parte, la corrupción, ineficiencia e incapacidad política y militar desarmó a la URSS frente a los nazis, que la invadirían con un costo de decenas de millones de muertos y prisioneros. Sólo el heroísmo de los soviéticos, a pesar de Stalin, pudo rechazar la invasión. En la posguerra, la URSS se opuso a la revolución china, a la que no tuvo más remedio que reconocer una vez victoriosa, y el PSP cubano (comunista) se opuso a la revolución que culminó en 1959.
No es extraño que la muerte del criminal anticomunista haya sido vista como una liberación por los obreros de Berlín (1952), los obreros polacos de Gdansk y Stettin (que enfrentaban la represión de los soldados rusos cantando La Internacional), los húngaros que en 1956 formaron consejos obreros y resistieron armas en mano al invasor. Eso obligó a Jruschov a enterrar políticamente el cadáver del sátrapa que había sido momificado y sepultado con pompa nada menos que junto a Lenin.
Stalin simboliza la dictadura de un hombre sobre un partido de burócratas que aplasta a todo un pueblo y quiere conservar el capitalismo mundial del cual esa burocracia extrae sus privilegios nacionales. Por eso es indignante ver su retrato en los actos de la otra campaña o inclusive en los del Diálogo Nacional, donde es tolerado por ignorancia o pragmatismo.
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