Estudiar con el amianto en la pared de al lado
Ivanna Vallespín
“Vivimos con el miedo y la angustia por el desconocimiento
de los efectos que puede tener el amianto en nuestros hijos pequeños, hace tres
años que conviven con él. Te acongoja”. Así explica César Sánchez, un padre de
la escuela 9 graons de Barcelona, la incertidumbre en la que viven las familias
por la presencia de una cubierta de fibrocemento del edificio contiguo a su
colegio. Una inquietud que comparten las familias de las escuelas Encants, Gaia
y Leonor Serrano, que padecen el mismo problema. El Ayuntamiento de Barcelona
asegura que hasta ahora los análisis muestran que no hay riesgo y ultima un
proyecto para cubrir el tejado con una lona hasta que se pueda retirar el
material tóxico. “Trabajamos con material sensible porque se trata de niños”,
admite Antoni Garcia, director de equipamientos educativos del Consorcio de
Educación de Barcelona.
Las familias de la escuela 9 graons estrenaron hace tres
años el centro, pero la ilusión pronto quedó ensombrecida por la presencia de
una gran cubierta de fibrocemento en el edificio de al lado. Entonces empezaron
a informarse “y un especialista confirmó que era un peligro”, explica uno de
los padres.
La preocupación les llevó a cerrar el patio el pasado mes de
octubre, de manera que los niños, entre tres y cinco años, debían acudir a un
parque cercano durante la hora del recreo. El Ayuntamiento de Barcelona realizó
análisis del aire, de la tierra y el tejado para detectar la presencia de
fibras (el amianto es peligroso cuando se desprenden unas fibras que se introducen
en el organismo, pudiendo provocar afecciones respiratorias o tumores), pero
los resultados fueron negativos. El patio se reabrió pero la angustia
permanece. “El peligro es más grande de lo que dicen”, advierte Sánchez.
Una situación calcada viven los colegios Encants, Gaia y la
guardería Leonor Serrano. Sus respectivos patios lindan con una misma nave
industrial, con una cubierta que contiene amianto. Allí la inquietud aumentó
hace unas semanas cuando un trozo de tejado se desprendió por los efectos del
temporal Gloria y cayó en uno de los patios. Pero el temor en la escuela Gaia
es doble, ya que en otro de los lindes se halla otra nave con un tejado de
fibrocemento degradado y con placas rotas. Sonia Hernández, miembro de la
asociación de familias (AFA) del centro, explica que este edificio es el que
más les preocupa, pero en principio cuentan que en verano se retirará el
amianto, después de que al propietario se le abriera un expediente de
disciplina urbanística por el mal estado de la construcción. “Lo que exigimos
es que la retirada se haga con las medidas de seguridad que garanticen que no
se desprenden fibras durante las obras”, pide Hernández.
El Ayuntamiento busca, en conversaciones con los centros,
una solución conjunta para las cuatro escuelas. De momento se han colocado unas
vallas de protección para evitar que caigan trozos dentro del recinto escolar.
La solución temporal que hay sobre la mesa ahora es protegerlos con una lona
especial de PVC para que todo el fibrocemento quede encapsulado y no pueda
desprender ninguna partícula tóxica. La propuesta está pendiente de la
validación de la Generalitat y las familias urgen para que se coloquen estas
protecciones durante las vacaciones de Semana Santa.
Retirada definitiva
No obstante, el Consorcio y las familias apuestan por la
retirada del amianto como solución definitiva. “Es que una valla no hace nada
si hay fibras”, se queja Sonia Hernández. En el caso del 9 graons, el edificio
afectado es un aparcamiento privado que está en uso pero en proceso de
expropiación. “Esperamos que en un año sea del Ayuntamiento para poder
intervenir”, augura Garcia. El directivo del Consorcio añade que en el caso de
las otras tres escuelas también hay un proceso de expropiación, “pero se prevé
más complicado porque hay varios propietarios”.
La Generalitat, de hecho, asegura que desde 2017 ha retirado
el amianto de un centenar de escuelas, lo que ha supuesto un coste de 7,8
millones de euros. Además de 50.000 euros por la retirada de 131 pizarras que
contenían amianto. Aunque las familias reconocen la buena predisposición del
Ayuntamiento de Barcelona, no se ahorran críticas sobre los análisis y la
planificación. “No se puede coger una muestra pequeña de cubierta o un puñado
de arena en un bote de orina. Las muestras deben ser más amplias para que
tengan más fiabilidad”, pide Sonia Hernández. “La Administración no ha actuado
como debería, pensando en el riesgo cero para los niños. Legalmente puede ser
que todo lo hayan hecho bien, pero moralmente no, porque tenían que haber
previsto el peligro antes de hacer la escuela” remacha Marc Hurtado, uno de los
padres del 9 graons.
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