Entre tantos medios de información y desinformación queremos
ofrecer datos de la gente que está viviendo más de cerca esta pandemia:
celadoras, auxiliares, enfermeras, médicas y limpiadoras de los hospitales.
Cada una con una experiencia, cada cual con su impotencia y su desesperación.
Desde Madrid, donde en teoría están los hospitales más
grandes, con más medios y más especializados; hasta los hospitales más pequeños
o de otras provincias de España como Salamanca o Valladolid y de pueblos de
Cáceres y de Lugo. Toda la sanidad de la geografía española está viéndose
afectada por la mala gestión de políticos, asesores y gestores de hospitales.
Una mala previsión, aún teniendo tan cerca el ejemplo de Italia, y una
inadecuada toma de decisiones continua sigue poniendo a todo el personal
sanitario y, por ende, a toda la ciudadanía, constantemente en peligro.
Estos profesionales nos cuentan desde el Gregorio Marañón,
La Paz y el 12 de Octubre que las urgencias son un auténtico desastre en
términos de falta de protocolos organizativos, de riesgos laborales y formación
del personal. Esto se traduce en: trabajar sin material o compartirlo, como es
el caso de las gafas y las batas o las mezclas de gel alcohólico con agua “para
que dure más”; el material aparece cuando el personal presiona a las
autoridades responsables del hospital; distribución no igualitaria del material
de protección por jerarquía, de modo que las limpiadoras, aun siendo las más
expuestas, son las que menos medios de protección reciben; los protocolos de
actuación están en constante cambio, el que se debía seguir ayer, no vale hoy e
irónicamente se va adaptando a la cantidad de material que existe y no a
información sobre el comportamiento del propio virus.
La movilización del
personal de muchos otros servicios a urgencias y la falta de formación del
personal en el ámbito de las enfermedades infecciosas están provocando un mal
funcionamiento, además del desbordamiento, de este. Residentes de familia, de
anestesia o de cardiología, poco familiarizadas en su mayoría con las urgencias
de este tipo y menos formadas en protocolos de actuación contra estas
enfermedades están al frente de los contagiados que, por su número, no tienen
ni medios ni tiempo ni espacio para atender.
Además, muchos profesionales que se saben contagiados por
las condiciones en que están desarrollando su labor, están siendo obligadas
bajo su propia ética personal o profesional, a seguir trabajando en las mismas
condiciones.
Desde otras partes de España aunque con los mismos problemas
técnicos y organizativos, hospitales más pequeños están sufriendo la retirada
de parte de su material, como respiradores, que están siendo enviados a Madrid,
dejando estos centros con un número irrisorio de los más que reconocidos
necesarios aparatos. Las urgencias de estos otros hospitales de fuera de
Madrid, aunque les llegó más tarde, ya llevan algunos días desbordados y, según
los informantes de La Moncloa, esto sigue subiendo. La improvisación de
habitaciones de aislamiento, UVIs y pasillos como salas de exploración se están
convirtiendo en una rutina del personal que, como ya hemos dicho, está poco o
nada familiarizado con este tipo de enfermedades.
Otra visión totalmente opuesta y que muestra un buen ejemplo
y halo de esperanza es el trabajo en las plantas (que no en las urgencias) del
hospital Carlos III. Estos profesionales sanitarios, desde médicas hasta
limpiadoras, están formadas en materias infecciosas (recordamos que fue el
hospital que trató a enfermos de ébola) lo que les permite, aun con una
cantidad reducida de material, exprimir las posibilidades de este sin exponerse
a contagiarse, trabajar en un ambiente de mayor tranquilidad y seguridad y ofrecer
a enfermos y sus familias (algo que parece haberse olvidado con tanto encierro
y aislamiento) una mejor y mayor asistencia sanitaria. En este lugar se trabaja
con protocolos muy establecidos e interiorizados por el personal que, ojalá,
los gerentes y directores del resto de hospitales estuvieran dispuestos a
imitar.
Afiliadas de CNT-AIT de Madrid que trabajan en este hospital
nos han hecho llegar la forma en que el Carlos III aborda la actual pandemia
siguiendo sus protocolos, que ha demostrado ser eficaz en la contención y
tratamiento de las epidemias. Creemos de extrema necesidad su implantación
generalizada en todos los centros públicos y privados donde haya que tratar
pacientes con el coronavirus, con la inevitable inversión en recursos por parte
de empresarios, accionistas y el Estado.
Reproducimos su carta:
(…) Fruto de la experiencia con el Ébola, tenemos
actualmente 3 plantas dedicadas al coronavirus. A todas las habitaciones se les
ha añadido una ventana cerrada en cada puerta, para poder comunicarnos con el
exterior y así también estar pendientes de los enfermos y de nuestros
compañeros cuando entran dentro de la habitación. Tenemos un libro de registro
donde apuntamos todas nuestras entradas: quién entra, nombre, DNI, teléfono,
hora de entrada, salida y quién está de espejo.
Siempre tenemos a una persona fuera de la habitación, a la
que llamamos espejo, que será la encargada de dar toda la cobertura necesaria a
los compañeros que están dentro, auxiliará en todo lo que necesiten y, al
final, les ayudará a salir de la habitación sin cometer errores, por si el que
está dentro se pone nervioso/a.
Dentro de la habitación tenemos 3 cubos negros para los
desechos:
Uno con bolsa azul, donde se deposita la ropa usada de los
pacientes. Esta bolsa se saca fuera cuando está llena, siguiendo un
procedimiento que consiste en: primero, sacarla del cubo negro, se la rocía de
Virkon1 y se le pasa al compañero/a que está fuera de la habitación; después,
la persona que está fuera la recibe sin tocarla en otra bolsa azul, que cierra
y vuelve a rociar con Virkon; de ahí pasa a la jaula2 que será llevada
normalmente al servicio de lencería para ser lavada. Como el servicio de
lencería de la Comunidad al que lo mandamos está privatizado, no sabemos cómo
manipulan allí la ropa.
Los otros dos cubos negros que hay dentro de la habitación
son para residuos de los enfermos o para todo el material desechable de los
trabajadores que entran a la habitación a atender a los pacientes (los restos
de comida, esponjitas, sueros, medicamentos sobrantes, pañales, empapadores,
botellas de agua, vasos de plástico, gasas, etc) y para lo desechable
relacionado con nuestra seguridad, como nuestras batas, mascarillas, guantes…
Dentro de la habitación habrá una mesilla cerca de la
puerta, en la que tendremos Virkon, alcohol, Purell (desinfectante para uso en
la piel), una caja de guantes de la talla L -por si es necesario colocarnos
algún guante en algún momento puntual-, bateas (recipientes) desechables de
cartón, esponjitas, bolsas azules para ropa, bolsas verdes grandes y bolsas
verdes pequeñas (necesarias para desechar pañales, empapadores o todo el
material residual para el aseo del paciente). También tendremos un bote
amarillo para desechar todo material punzante que, cuando esté lleno, será
arrojado en un contenedor negro.
Estos contenedores, cuando estén llenos, se cerrarán, se
rociarán con Virkon y se las entregaremos a nuestro espejo, que los recogerá y
las volverá a rociar con Virkon. Así pasarán al servicio de limpieza que los
recogerá y los llevará al sitio indicado para su destrucción.
Fuera de la habitación tendremos otra mesilla que tendrá:
Virkon, alcohol, Purell, bateas desechables, guantes, mascarillas quirúrgicas,
batas verdes, bolsas azules para ropa, verdes grandes y pequeñas, empapadores y
toallitas antisépticas y desinfectantes y otro cubo negro para desechar lo que
necesitemos.
Haremos una reunión para repartir todos los pacientes a
varios tándems formados por una TCAE (Técnico en Cuidados Auxiliares de
Enfermería) y una enfermera, según el personal del que dispongamos. Antes de
entrar a las habitaciones, cada grupo valorará quién entra, a dónde y qué es lo
que se va a hacer. Para ahorrar material sin correr riesgos y poder atender a
los pacientes adecuadamente, sobre todo a los que son dependientes por lo que
hay que cubrir sus necesidades básicas (comer, aseo personal, tomar medicación,
tranquilizarles, etc.), pasaremos por todas las habitaciones que nos toquen con
la misma bata quirúrgica, mascarilla FPP2 y gafas estancas, y nos iremos
cambiando los guantes (que llevaremos en dos pares uno por encima del otro para
ir cambiándolos sin riesgo a contacto), una bata verde desechable y una
mascarilla quirúrgica que habremos puesto, antes de entrar, por encima de las
FPP2. En cada habitación, antes de salir para la siguiente, desecharemos la
bata verde, los guantes y la mascarilla quirúrgica, manteniendo la bata
quirúrgica, la mascarilla FFP2 y las gafas estancas. Por supuesto que cualquier
tándem TCAE-enfermera necesitará el apoyo de otro grupo desde fuera, por lo que
siempre habrá alguien pendiente de nosotras. Nuestro espejo estará esperando
con un empapador en el suelo de la salida de la habitación y nos echará Virkon
en nuestros zuecos; pasaremos a la siguiente habitación y nos colocaremos de
nuevo una bata verde, los guantes y otra mascarilla quirúrgica por delante de
la FFP2. Cuando terminemos todas nuestras habitaciones, desecharemos en un cubo
amarillo nuestras gafas estancas para que sean rociadas con alcohol, luego
lavadas con agua y jabón y secadas, para volver a utilizarlas. Nuestra
mascarilla FFP2 la introduciremos en una bolsa de plástico con nuestro nombre,
y utilizaremos la misma todo el turno que trabajemos. El personal que está de
espejo fuera de las habitaciones, se colocará una bata verde, mascarilla
quirúrgica y gafas no estancas.
Dentro de la habitación tendremos un termómetro para cada
enfermo y un manguito para cada dos enfermos. Cada vez que tengamos que tomar
tensiones o saturación, introduciremos los aparatos necesarios; al salir,
nuestro espejo los recibirá en la puerta cuando hayamos terminado, a las ruedas
les echará Virkon y lo demás lo limpiará con toallitas desinfectantes. Irá
apuntando en una hoja desde el exterior todas las constantes que le vayamos diciendo,
ya que no podemos meter papel y boli en cada habitación para escribir.
La comida se servirá en envases desechables, que se tirarán
a los cubos negros. Se sacará de la habitación lo imprescindible y siempre
después de ser rociado con Virkon. Para cualquier acción que no requiera el
contacto con el paciente, como introducir comidas, sacar un fallecido dentro de
su bolsa sellada (a la que habremos rociado previamente con Virkon) o cualquier
otro acto sin contacto y a distancia, se utilizará la bata verde, mascarilla
FPP2 y gafas no estancas, puesto que no hay riesgo de secreciones, ni de
contacto con gotas portadoras del virus.
El personal de limpieza pertenece a una empresa privada,
pues está externalizado, y usan el mismo procedimiento que nosotras, aunque
están utilizando el material de enfermería porque su empresa no les provee de
lo necesario (…)
Por todo esto, exigimos una mayor organización de urgencias
y plantas de todos los hospitales españoles, formación explícita de las
trabajadoras para enfrentarse a esta situación, así como material suficiente
para proteger a profesionales (sean empleados públicos o privados) y enfermos
que no sea retirado de otros hospitales o centros asistenciales. Además,
reconocemos el enorme esfuerzo físico y moral de todas estas sanitarias que
están trabajando a destajo y en las peores condiciones, así como de los
enfermos y familiares que, obligados a estar en los hospitales, son testigos de
la falta de medios y organización.
1. Virkon es un producto desinfectante eficaz contra los
virus de uso sanitario.
2. Las jaulas son carros con forma de jaula que se utilizan
para la acumulación y el traslado de ropa y otros enseres en grandes
cantidades.
Sección Sanidad CNT-AIT Madrid
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