Carta de Durruti frente a los nacionalismos que dificultan
las luchas sociales.
Carta de Durruti desde la cárcel (1933) Por Agustín
Guillamón
El domingo 2 de abril de 1933, Durruti, Ascaso y “Combina”
habían sido detenidos en Sevilla, a la salida del Congreso Regional de
Andalucía y Extremadura. El argumento esgrimido para justificar la actuación
policial era éste: “como responsables de los conceptos delictivos que emitieron
en el mitin de clausura”[1], esto es, un delito de opinión, que atentaba contra
la más elemental libertad de expresión de las personas.
El domingo 9 de abril, en Barcelona, los más destacados
dirigentes de Estat Català (EC) y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), reunidos
en el homenaje al fascista Josep Dencás, entonces Consejero de Sanidad,
consideraban que las detenciones de Sevilla habían descabezado a la Federación
Anarquista Ibérica (FAI) y que esta organización podía darse como extinguida.
Tales declaraciones tomaban los deseos por realidades, como suele ser habitual
entre los mandos del aparato represivo burgués, cuando pretenden reducir
complejas y profundas cuestiones sociales y políticas a puntuales o habituales
problemas de “terrorismo” y orden público, individualizadas además en algunos
líderes o cabezas de turco. Josep Dencás había sido uno de los principales
fundadores y promotores, con los hermanos Badía, de los escamots fascistas e
independentistas de las JEREC (Juventudes de Esquerra Republicana-Estat Català).
Buenaventura Durruti, Francisco Ascaso y Vicente Pérez
“Combina”[2] fueron encarcelados en el penal de Santa María (Cádiz), tras pasar
algunos días en la cárcel de Sevilla.
En ese penal Durruti escribió una carta a su familia en la
que destaca su definición de patria como “conjunto de propiedades” y la
oposición que hace entre guerra imperialista y guerra social, entendida como
sinónimo de lucha de clases. La mayor parte de la carta está dirigida a su
hermano Pedro, en un intento de ayudarle a profundizar en el análisis de la
guerra, puesto que Buenaventura consideraba que Pedro no lo había enfocado
adecuadamente en un artículo publicado recientemente en la prensa.
En la carta cabe destacar algunos puntos que inciden en la
biografía de Durruti:
1.- Su permanencia durante un año en París durante la Gran
Guerra.
2.- Su relación con Pío Baroja, que lo visitó en prisión,
posiblemente interesado en el contacto y conocimiento directo de un hombre de
acción como Durruti. 3.- El trato discriminatorio y vejatorio de las
autoridades republicanas respecto a los militantes anarquistas, que impedía la
menor colaboración o entendimiento del movimiento anarcosindicalista con las
autoridades de la Segunda República. A continuación, reproducimos íntegramente
esa carta: “Puerto de Santa María, 3 de junio de 1933[3].
Querida madre y hermanos. He recibido vuestra carta, fechada
del día 1, en la que me decís que tenéis los pases en vuestro poder, y me
preguntáis que hacéis con ellos. Los pases os los guardáis hasta que yo salga y
una vez en Barcelona me los mandáis. Lo que lamento es que será fácil que no me
pueda servir de ellos, pues si hace dos meses que los tenéis en vuestro poder;
nada más hace falta uno para que caduquen; mes que será muy fácil que pase
aquí: pues está visto, que el Gobierno está dispuesto a que pase el verano a la
sombra.
Hace unos días confiaba en salir, pues los compañeros de
Madrid me habían escrito diciéndome que Quiroga[4] había dado órdenes para que
nos pusieran en libertad. Pero de repente, sin que nadie lo esperara, se nos
presentó el juez de este pueblecito, con un telegrama del juzgado que instruye
el proceso por el mitin de clausura del Congreso; proceso por el cual estábamos
en libertad, bajo la fianza personal de mil pesetas; y nos comunicó que había
recibido un telegrama de Sevilla en el cual nos tenía que notificar, que el
proceso estaba reformado; y se nos retiraba la fianza; por lo tanto quedábamos
a disposición del juzgado de Sevilla, procesados y sin fianza.
Yo le pregunté al juez; a que obedecía esta modificación en
un proceso sin importancia como éste: no supo qué contestarme; y se ciñó a
comunicarme mi prisión sin fianza. Este caso es la primera vez que se ve, pues
todos los procesos por delito de imprenta o palabra son con fianza, y sin
prisión. No sé con qué intención habrán modificado esta fianza. Hemos escrito a
los compañeros de Sevilla para que nos aclarasen esta incógnita; unas vez éstos
nos contesten; veremos a ver que intenciones abrigan estos tíos.
De aquí; que queréis que os cuente; esta es una cárcel
terrible, donde uno entra y no sabe cuándo sale; esto es peor que el infierno
de Dante. Estamos completamente incomunicados; han venido compañeros a vernos y
no se les ha autorizado la comunicación. Está visto que el Ministerio de la
Gobernación está dispuesto a que nadie nos vea. Ahora que nosotros vamos a
protestar de esta medida excepcional que se emplea con nosotros, pues todos los
presos que hay en las cárceles de España pueden hablar con sus familias y
amigos; y a nosotros, que somos presos políticos, no nos deja comunicar con
nadie: y luego nos critican porque atacamos al régimen republicano. Que quieren
que digamos cuando cometen estas barbaridades con nosotros. Pío Baroja[5],
cuando vino a verme a la cárcel de Sevilla me decía: es terrible lo que hacen
con ustedes; y yo le pregunté qué posición cree Don Pío que debemos adoptar
nosotros frente a estas arbitrariedades. No supo qué contestar. Luego he leído
un artículo de él en Ahora, que es la contestación que no se atrevía a darme a
través de las rejas[6].
Bueno, no quiero hablaros más de estas cosas porque me pongo
de mal humor. Al viejo Germinal[7], que le habían puesto en libertad, le han
detenido, y está en las mismas condiciones que Combina y yo. Procesado por el
mitin y sin fianza.
Hace unos días he recibido La Mañana, que me lo manda
Perico[8], he visto y leído el artículo que ha escrito con el título “Mensaje
de los niños ingleses”, el artículo está muy bien; pero Perico no enfoca bien
el problema de la guerra; y no te enfades por esto, hermano. Días antes de la
deportación os recordaréis que hicimos un gran mitin en Barcelona contra la
guerra; en el cual tomó parte un gran pacifista francés: el príncipe de la paz
como le llaman en París. “Pioch”[9], éste es el nombre de esta gran figura
internacional. Pioch hizo mucho por nosotros cuando estábamos presos en París.
Pioch hizo un discurso grandioso; expuso los crímenes de la guerra de una forma
majestuosa. Mimi[10] tomó su discurso taquigráfico; yo hablé detrás de Pioch;
después de saludarle y presentarle al público español; traté los dos aspectos
de la guerra. Guerra imperialista y guerra social. Sin herir la susceptibilidad
de Pioch, le pregunté el por qué habían esperado los pacifistas el peligro de
guerra para encararse contra la monstruosidad de la guerra. Los pacifistas de
hoy, han tenido necesidad de inspirarse en los crímenes cometidos, para hacer
artículos en la prensa y discursos en los tribunales; como si los crímenes
cometidos del 14 al 18 fueran los únicos crímenes cometidos por el capitalismo.
Yo he visto, hermano Perico, muchos seres humanos mutilados en esa terrible
guerra; por otro lado, tú sabes que viví un año en París, en plena guerra. Pues
bien, hermano, yo no tuve necesidad de esa terrible tragedia para levantarme
contra toda la clase de crímenes. Si la guerra mutiló a miles de hombres,
también la guerra social ha mutilado a miles de trabajadores. ¿Qué diferencia
hay entre el hombre que pierde un brazo defendiendo la patria al que lo pierde
trabajando? ¿Qué es la patria? Según la academia es el suelo donde uno ha
nacido. ¿Pero qué derechos le concede la Patria al trabajador? El de trabajar
cuando encuentra quien le explote. Es decir, la Patria es el conjunto de
propiedades; y en cuanto hay algún otro país que quiere usurpar parte de esa
propiedad; entonces los propietarios se amparan en las leyes que ellos mismo
han creado; y con las armas nos obligan a morir en el campo de batalla
defendiendo la propiedad sagrada. En estas luchas los hombres se asesinan los
unos a los otros, y cuando la tragedia ha terminado, los únicos beneficiados
son los propietarios.
¿Qué es la guerra social? La lucha de dos clases sociales.
La una, la de los propietarios, que por obtener un máximo de beneficios, les
importa un comino que sus operarios dejen entre las máquinas algunas partes de
sus miembros; el caso es ganar dinero. Por otro lado esta clase de
propietarios; ve que la otra clase pone en peligro sus propiedades; también
apelan a las leyes que ellos han creado, y asesinan aquellos que no se someten
a la propiedad sagrada. En esta lucha, también hermano hay muchos hombres
mutilados, muchos más que en las guerras imperialistas.
¿Cómo evitaremos la guerra? Sólo hay una forma, Perico.
Aconsejando a las juventudes para que no construyan las armas con las cuales se
han de matar; y que no defiendan los intereses de nadie. Quien tenga
propiedades, que las defienda él mismo.
Me vas a decir, Perico, que esto está bien; pero que la
guerra la tenemos encima, y hay que evitarla, de acuerdo hermano: hay que
evitar la guerra. Solo los trabajadores organizados son capaces de impedir la
matanza que se avecina. Cuando Herriot[11] regresó a París de un viaje por
España, hizo unas declaraciones muy interesantes en la prensa parisina. España,
dijo Herriot, es un país muy interesante y que mañana se debe tener en cuenta;
pues en cuanto los jóvenes republicanos consigan fortalecer la República, será
un país muy útil para la seguridad de la paz.
Hay que tener en cuenta, hermano, que cuando estos hombres
hablan de la paz, es la guerra, y cuando habla de fortalecer la República, es
anular la organización, que en momentos de guerra podría paralizar la vida
industrial de la nación. Herriot no se atrevió a decir públicamente que en
España no es posible una movilización mientras exista la Confederación.
Así mismo, hay que evitar la guerra, pero hay que prepararse
para que ésta no se lleve a cabo. Si se hace inevitable, tienes que dar
soluciones para que fracasen los partidarios de ésta. Lo mismo que piensa uno
de hacerse en el otoño un abrigo para salvarse del frío del invierno. Hay que
organizarse; pero si llega el momento fatal de la guerra, sepamos paralizar la
industria nacional; arma contundente para hacer fracasar los planes
maquiavélicos de una clase sin escrúpulo, que por conservar sus privilegios son
capaces de hacer asesinar a media humanidad.
Perico, ti continúa escribiendo; tus dos artículos me han
gustado mucho; lo que tienes que hacer es leer; si necesitas detalles para
documentarte referente a la guerra; yo te los mandaré, pues en París hay un
comité integrado por hombres muy capaces, que escriben mucho y bien referente a
la guerra, Tú que lees el francés, te serán muy útiles, en Barcelona yo tengo
algunos periódicos; si los necesitas escribes a Mimi que te los manda, y si
quisieras la [le] puedes decir que te ponga en relación con este comité, y te
suscribes a la prensa; es cuestión de una peseta por semana. Esta prensa te
será muy útil. Si yo saliera pronto, hablaríamos esto, y te proporcionaría
revistas francesas que son verdaderas joyas literarias y científicas.
Tú anímate Perico, y adelante; pero sin hacer demagogia. Se
triunfa cuando se es valiente.
Mimi me ha escrito que su madre se marcha para París, la
mujer[12] está triste porque se queda sola, y tiene que dar a guardar la
nena[13]. Rosa[14]: mándame si la tienes, la carta que has leído en la prensa,
y que está firmada por mí, pues no la he leído. Dar recuerdos a los amigos, y
Manolín[15] que me escriba. Recibir un abrazo de éste que os quiere, Pepé[16].”
[Firmado Pepé]
* Las fotos de Durruti, Díez, Ascaso, Combina y Lorda fueron
utilizadas en un fotomontaje que les mostraba tras unas rejas, en la cárcel del
Penal del Puerto de Santa María en agosto de 1933. Fue una postal muy difundida
en la época, enviada por Durruti a su familia y a compañeros de lucha con dos
hermosas dedicatorias alternativas al dorso de la foto. La primera dedicatoria
decía: “No habrá paz en la tierra mientras existan las cárceles. Que no olviden
los idealistas que ellos son los encargados de destruirlas”. La segunda
dedicatoria: “La única solución que han dado los republicanos es encarcelar a
los que no piensan como ellos”. El 13 de septiembre Durruti, Ascaso y Combina,
junto a varios compañeros, fueron trasladados a Sevilla para ser juzgados en
aplicación de la Ley de vagos y maleantes de la Segunda República, con gran
indignación de todos ellos, que consideraban como un insulto ser juzgados por
vagos, porque toda su vida habían vivido del fruto de su trabajo. Se declararon
en huelga de hambre. Finalmente Combina y Durruti fueron liberados de la cárcel
el 7 de octubre de 1933, llegando a Barcelona el día 10. Sin embargo Francisco
Ascaso y otros tres compañeros (Díez, Valiente y Paniza) fueron retenidos en la
cárcel hasta el 3 de noviembre, acusados por el juez de un nuevo delito de
“desobediencia”, por negarse a firmar la sentencia que les regalaba el título
de vagos. El 22 de octubre de 1933 ocho mil miembros uniformados de los
escamots de las JEREC desfilaron militarmente en Montjuic, imitando el modelo
nazi-fascista. Vestidos con camisa militar verde, pantalones oscuros de pana,
correajes de cuero y botas, vitorearon los discursos de Miguel Badía, de Josep
Dencás (según la “Soli” ridículo imitador de Hitler) y del tan manipulado como
ambicioso presidente Macià.
Tal desfile provocó al día siguiente un encendido debate en
el Parlamento catalán, que rechazaba en su mayoría tales manifestaciones
totalitarias, aunque todo quedó en mera palabrería y en la mayor pasividad. El
24 de octubre un grupo de escamots asaltaron a punta de pistola la imprenta
donde se imprimía el semanario humorístico catalanista y liberal El Be Negre,
provocando algunos desperfectos, al tiempo que destruían y secuestraban los
cinco o seis mil ejemplares del número de esa publicación en curso de
impresión. No se detuvo a nadie, el redactor que había ofendido a algunos
dirigentes de ERC y Estat Català huyó prudentemente a un lejano país y el
propietario de la imprenta presentó cargos por destrucción de algunos enseres y
deterioro de maquinaria contra el confeso participante en el asalto, el
señorito Jaume Aiguader (hijo del alcalde de Barcelona y dirigente de ERC del
mismo nombre), que estuvo al mando, con su tío Artemi, del escamot de los 15
asaltantes del semanario. La “Soli” advirtió que si los escamots les atacaban
se defenderían adecuadamente, muy lejos de la pasividad mostrada por El Be
Negre.
En los meses siguientes la emulación fascista de los
escamots incluyó también reventar huelgas y boicotear los mítines de los
partidos rivales, al mismo tiempo que Badía y Dencás se hacían con los resortes
efectivos de Gobernación y Orden Público, torturando sistemáticamente a los
cenetistas detenidos por la huelga de tranvías en Barcelona. Mientras tanto, Durruti,
Ascaso y Combina intervinieron en los masivos mítines de la campaña
abstencionista de la CNT. La guerra social seguía su curso.
NOTAS:
[1] La Vanguardia (5 de abril de 1933).
[2] Vicente Pérez
Viche, “Combina”. Nacido en Barcelona el 28 de junio de 1900. Barnizador.
Exiliado en Francia durante la Dictadura de Primo de Rivera, Abandonó el
Congreso de Marsella de 1926, junto a García Oliver, cuando no se aceptaron las
tesis colaboracionistas con los políticos. Participó en numerosos congresos,
conferencias y mítines por toda la geografía española. Intervino con Durruti y
García Oliver en la campaña de agitación de enero de 1932, iniciada en Sallent,
que culminó en la insurrección del Alto Llobregat. Detenido en Sevilla el 2 de
abril de 1933, después de pronunciar el discurso de clausura del Congreso
Regional andaluz. Preso en el penal del Puerto de Santa María hasta octubre. El
16 de noviembre de 1933 intervino en el mitin organizado por la FAI celebrado
en el Palacio de Artes Decorativas de Montjuic, con Francisco Ascaso, Domingo
Germinal, Alejandro Gilabert, Dolores Iturbe, Sébastien Faure y Buenaventura
Durruti. En los años siguientes compartió cartel con los más destacados oradores
confederales, en los principales mítines anarcosindicalistas. Asistió al
Congreso de mayo de 1936. Durante la guerra fue uno de los nueve ediles
cenetistas en el Consejo Municipal de Barcelona, Fue presidente del Sindicato
de Transportes de Barcelona. Se adhirió al mitin de Los Amigos de Durruti
celebrado en el Teatro Poliorama. En agosto de 1938 fue nombrado secretario de
la Federación Nacional de Transportes de la CNT. Al final de la guerra se
exilió en Venezuela y luego en México.
[3] En el encabezado
de la carta se escribe una fecha errónea: 3-6-1926.
[4] Santiago Casares
Quiroga (1884 – 1950) fue abogado y político republicano. Ocupó diversos
ministerios durante la Segunda República. En junio de 1933, fecha de la carta
de Durruti, era Ministro de Gobernación, cargo que ocupó durante el bienio
socialista-republicano (1931-1933). Era amigo personal de Azaña. Tras el acceso
de Azaña a la presidencia de la República fue nombrado Presidente del Consejo
de Ministros y Ministro de la Guerra (mayo de 1936), cargo que desempeñó hasta
el 18 de julio de 1936, cuando dimitió, desbordado por el golpe de estado
militar al que no había sabido enfrentarse.
[5] La descripción de
Durruti la dejó plasmada en su obra El cabo de las tormentas.
[6] Artículo de Pío Baroja publicado en Ahora (23 de abril
de 1933), titulado “Latifundio y comunismo”.
[7] Domingo Miguel
González (1880-1936), conocido por su seudónimo de Domingo Germinal, o
Germinal. Su juventud transcurrió en Vizcaya. Hacia 1905 ingresó en la marina
mercante. Residió en Cuba y México durante los años veinte. En 1929 regresó a
España. Entre 1929 y 1930 vivió en Blanes y Barcelona, colaborando en La
Revista Blanca. El 15 de septiembre de 1930 participó en un mitin a favor de
los presos celebrado en el Palacio de Bellas Artes de Barcelona, donde exigió
al Estado la amnistía para los presos por delitos políticos y sociales. El 16
de octubre, una conferencia que tenía que dar en el teatro Apolo de Vilanova i
la Geltrú fue suspendida por orden del gobierno. En los años treinta mitineó
por todo el país. Era un excelente orador, en varias lenguas, que atraía mucho
público. Detenido en Sevilla el 2 de abril de 1933, hasta octubre estuvo preso
en el penal del Puerto de Santa María. El 5 de noviembre de 1933 intervino con
Josep Corbella, Francesc Isgleas, Valeriano Orobón, Benito Pabón y Buenaventura
Durruti, en el gran mitin de la plaza de toros Monumental de Barcelona contra
las elecciones, organizado por la CNT, la FAI. Y el día 16 en el mitin
organizado por la FAI, celebrado en el Palacio de Artes Decorativas de
Montjuic, con Francisco Ascaso, Vicente Pérez Viche (Combina), Alejandro
Gilabert, Dolores Iturbe, Sébastien Faure y Buenaventura Durruti. Huyendo de la
represión republicana, vivió escondido en diversas localidades valencianas y
más tarde, buscando un clima benigno para su enfermedad, se instaló en Palma de
Mallorca (y ocasionalmente en Ibiza), donde entre 1935 y 1936 dirigió el
periódico Cultura Obrera. Murió en Elche en marzo de 1936.
[8] Perico, diminutivo de Pedro, era hermano de Durruti:
Marciano Pedro Durruti Domingo (1911-1937). Tras militar en el anarquismo, se
afilió a Falange en 1936 y llegó a tratar con José Antonio Primo de Rivera, con
quien había coincidido en la Cárcel Modelo madrileña, y que avaló su ingreso en
Falange. Murió nueve meses después que su hermano. Fue fusilado el 22 de agosto
de 1937, en un pueblecito de León, por miembros de su mismo bando que le
consideraban un radical, tras un juicio de guerra sumarísimo algo chapucero.
[9] Georges Pioch (1873- 1953) fue un periodista y destacado
militante pacifista francés. A finales de 1930 creó y presidió la Liga
Internacional de los combatientes de la paz, de la que Romain Rolland era el
presidente de honor y Victor Méric su secretario general. En el comité de honor
figuraban Albert Einstein, Stefan Sweig, Upton Sinclair, Paul Langevin, Georges
Duhamel, Charles Vildrac y Jules Romains. Georges Pioch dimitió en 1937 porque
creía que no se condenaba con suficiente firmeza y eficacia los procesos de
Moscú. Firmó junto a Jean Giono, Victor Margueritte, Marcel Martinet y Simone
Weil una petición que exigía la no intervención en las cuestiones españolas,
acompañada por una petición de mediación entre las partes en conflicto. Se
retiró de toda actividad pública en 1943 Murió en Niza el 27 de marzo de 1953.
[10] Mimi era la compañera de Durruti: Émilienne Morin
(1901-1991).
[11] Édouard Herriot (1872-1957), político, hombre de Estado
y escritor francés. Miembro del Partido radical republicano y figura destacada
de la Tercera y de la Cuarta República. Estudió en la Escuela Normal Superior y
ejerció el profesorado en Nantes y desde 1902 en Lyon, cuya alcaldía ocupó
desde 1905 a 1925 y, tras la II Guerra Mundial, hasta su muerte. A partir de
1910 su labor política en el ámbito local fue dando paso al nacional, llegando
a participar en nueve gabinetes de gobierno y a ser primer ministro en tres
ocasiones. Fueron sus principales cargos políticos el de Ministro de
Transportes y Obras Públicas, en 1916–1917; Ministro de Educación, en
1926–1928; Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de Relaciones
Exteriores en 1924–1925, julio de 1926 y de junio a diciembre de 1932; Ministro
de Estado, en 1934–1936. En 1946 fue elegido miembro de la Academia Francesa. Presidente
de la Asamblea Nacional desde 1947 hasta 1954.
[12] Emilienne Morin.
[13] Colette Durruti, nacida en diciembre de 1931, hija
única de Buenaventura y Emilienne.
[14] Rosa Durruti, su hermana.
[15] Manuel Durruti, hermano de Buenaventura de simpatías
socialistas. En la revolución de octubre de 1934 murió de un disparo, cerca del
puente de San Marcos, en la ciudad de León.
[16] Durruti, en la correspondencia con su familia, firmaba
Pepé. Recordemos que su nombre era José Buenaventura.
Agradecemos a Agustín Guillamón la labor que esta haciendo
recuperando la historia del anarcosindicalismo.
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