El amianto en la marina de guerra
española
Ricardo Torregrosa Marín
Rebelión
En la década de los 70, España
estaba a la cabeza del mundo en construcción naval.
Fueron decenas de miles los
trabajadores empleados en Astilleros. Los más grandes se situaban
estratégicamente en Ferrol, Cádiz y Cartagena; los dos primeros, eran de
construcción civil y militar, y el de Cartagena, casi exclusivamente militar.
En Cartagena, como industrias
contaminantes de amianto, hay que sumar el importante sector petroquímico.
Años de exposición: una magnitud equivocada
Entré a trabajar en el astillero
de la empresa Bazán, como electricista, en el año 1970, con 18 años.
En la década de los 70, la carga
de trabajo en Cartagena, era enorme. Corbetas para Portugal, Marruecos, y
Egipto, remodelación de la 21 escuadrilla, submarinos del tipo Daphne Series 60
y 70, corbetas del tipo Descubierta, reparaciones de la 31 escuadrilla, y de submarinos
cedidos por EEUU.
La mayoría de trabajadores hacían
jornadas de 12 horas diarias, de lunes a viernes, y los sábados, 4 horas. Se
hacían al menos 2 noches al mes.
Entrabas a las 7 de la mañana, un
lunes, y salías el martes a las 7 de la tarde; esto hacían 36 horas seguidas
respirando amianto.
En ese mismo año, a La Manga
(Murcia) llegaban los viernes por la noche, vuelos chárter desde Inglaterra, y
regresaban el domingo por la tarde. La jornada de estos trabajadores británicos
era de 40 horas semanales; esto se conocía como la “semana inglesa”. Una
aspiración, que tardaríamos años en alcanzar.
Así que cuando los expertos
hablan de una de las variables para el desarrollo de las patologías por
asbesto, como son los “años de exposición”, tendrían que tener en cuenta que en
el sector naval, “un año de exposición” de un español, equivaldría, en “horas
respirando amianto”, a dos años de un británico.
Realmente no se “trabajaban” las
12 horas diarias, ni toda la noche completa, era de trabajo “efectivo”, pero
durante todas esas horas, de día y de noche, despiertos o durmiendo, estaban
continuamente respirando amianto, porque no salían del barco.
Era una forma de alineación y de
dominación, muy estudiada por el franquismo. Fútbol, toros, y horas extra.
Amianto nuevo y amianto viejo,
doble contaminación
En los años 70, Reino Unido,
Francia, etc., ya tenían su propia industria naval; nosotros la combinábamos
con los barcos cedidos por los EEUU.
Trabajar en la construcción de un
buque nuevo, supone trabajar con amianto nuevo, menos friable.
En cambio, en la modernización de
la 21 escuadrilla, destructores clase Lepanto, y otros, construidos en plena
Segunda Guerra Mundial, obligaba a trabajar con amianto viejo, de más de 30
años, requemado, que era arrancado de cualquier manera, con sierras, cuchillos,
y picoletas, que se desmenuzaba y disgregaba, hasta parecer que estaba nevando.
Las maquinas, y las calderas,
convertidas en un infierno de amianto, eran ratoneras de muerte. Ese polvo
pasaba a herramientas y a cualquier pieza que lleváramos a los talleres.
La ropa de trabajo, llena de
polvo de amianto, la sacudíamos en los vestuarios, contaminando todo el local.
También hemos llevado la muerte a nuestras casas. Este amianto ya instalado en
buques de EEUU, no consta como amianto importado, pero cada buque llevaba entre
15 y 25 toneladas de amianto, tipo amosita. Hemos respirado el amianto viejo, y
luego el nuevo. El doble en exposición y el doble en fibras de amianto.
¿Ha fumado? ¿Dónde hizo la mili?
Durante décadas, miles de jóvenes
han hecho "la mili" en barcos repletos de amianto; el peligro
aumentaba, cuando, en esa época de "mili", ha coincidido con
reparaciones o grandes carenas.
Ellos estaban con nosotros,
respirando el mismo aire mortal. Eran principalmente catalanes y valencianos.
Cuando, en estas regiones, vean a un hombre de más de 60 años, con mesotelioma,
o con cáncer pulmonar, al que no se le conozca trabajo de exposición, o que
nunca ha fumado, y no encuentren explicación a su etiología, pregunten donde
hizo "la mili".
No solo amianto, pulmones
atacados por múltiples agentes, en los astilleros
En construcción naval, no
solamente hemos estado expuestos al amianto, sino que también a otros
cancerígenos: Humos de soldadura de hierro, de aluminio, oxicorte,
galvanizados, niquelados, vapores de pintura, colas y pegamentos, tetracloruro,
tricloroetileno, ácidos nítrico, sulfúrico, amoniaco, saf sol (limpiador y
desengrasante), etc.
La continua agresión a los
pulmones, de estos carcinógenos, es una de las causas, de más canceres
pulmonares, en astilleros, que en fibrocemento.
Por ejemplo, en Cerdanyola, con
exposición exclusiva al amianto, la ratio es 1 meso /1ca, mientras que en
astilleros es de 1meso/4-7 cánceres pulmonares. Como hay aproximadamente los
mismos fumadores en fibrocemento, que en astilleros, esto demuestra la mayor
sinergia de gases tóxicos, desencadenantes de canceres pulmonares en esta
última actividad laboral.
Cartagena supera, en muertes de
hombres por mesoteliomas, a Cádiz y a Ferrol, y en mujeres, supera a la suma de
ambas.
Esto nunca ha preocupado al
equipo de neumología, que no encuentran relación de los mesoteliomas femeninos
con el amianto. Ningún caso ha llegado a los Tribunales.
La empresa jamás nos dio equipos
de protección, ni nos avisó del peligro.
Cartagena tiene hoy día el mayor
número de muertes por mesoteliomas de España, con relación a su población.
Curiosamente, somos donde menos
muertes por amianto se reconocen judicialmente.
Los culpables de esta situación,
viven en Cartagena, como gente honorable. Espero que algún día, más pronto que
tarde, se llegue a desentrañar la conspiración de silencio de nuestra torturada
ciudad. Nadie comprenderá cómo se ha llegado a soportar tanta infamia.
Ricardo Torregrosa Marín es
presidente de APENA
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