Mariana Pineda: la heroína
granadina ejecutada por luchar contra el absolutismo
El 26 de mayo de 1831 Mariana
Pineda era ejecutada con el método del garrote vil. Tenía sólo 26 años, y su
delito fue que "se encontraron en su casa una bandera revolucionaria a
medio bordar y varios objetos análogos", amén de acoger a liberales y
revolucionarios contrarios al régimen absolutista de Fernando VII. Aunque se le
ofreció conmutar la pena si delataba a sus compañeros, la joven respondió:
"Nunca una palabra indiscreta escapará de mis labios". Su lealtad
formaría parte ya siempre de su leyenda.
Mariana de Pineda Muñoz nació en
1804 en Granada, y durante su infancia presenció cómo su ciudad era invadida
por los franceses, que no se marcharían hasta el final de la Guerra de
Independencia (1808-1814). También fue testigo de la promulgación de la Constitución
de 1812, conocida como la Pepa.
Sus padres no estaban casados
legalmente, probablemente porque su padre era noble y su madre de origen
humilde, pero el padre de Pineda dejó a su hija como única heredera. Eso le
permitiría no tener demasiados ahogos económicos al principio de su vida. No
obstante, se casaría a los quince años con un exmilitar mucho mayor que ella.
Era octubre de 1819, y para mayo de 1821, Pineda, de 17 años, ya había tenido
dos hijos con su esposo. El esposo de Pineda murió en 1822, y ella se quedó
viuda con 18 años y dos hijos pequeños a su cargo, en unas condiciones muy
duras. Poco después, en 1824, ella comenzaría su activismo político liberal
contra Fernando VII.
Absolutismo contra liberalismo
Fernando VII (1814-1833) intentó
resistir por todos los medios los avances políticos y sociales que se extendían
por Europa y por España. Tras la Guerra de Independencia anuló la Constitución
de 1812, y durante años mantendría un sistema absolutista impuesto con las
armas y el miedo.
No obstante, entre 1820 y 1823
tuvo lugar lo que los historiadores denominan "Trienio Liberal": tras
el pronunciamiento militar del general Riego, Fernando VII se vio obligado a
aceptar la Pepa, hasta que una intervención militar exterior le permitió volver
a su absolutismo y autoritarismo desde 1823 hasta su muerte diez años después.
El recuerdo de esos años haría que el monarca
empleara una represión aún más brutal y sangrienta contra quienes cuestionaban
el sistema absolutista, y que las penas de muerte fueran un destino más
habitual para los liberales "cazados".
El activismo de Pineda la llevó a
asistir a las reuniones secretas de los liberales, a los que ayudaba a escapar
de la justicia consiguiendo pasaportes falsos, hacía llegar la correspondencia
a los exiliados en Gibraltar y asistía a los presos políticos liberales en
Granada. Entre 1824 y 1825 tuvo su primer encontronazo con las autoridades
absolutistas: ella y su criado fueron delatados por uno de los presos políticos
liberales. Sin embargo, ambos concluyeron el proceso sin condena alguna.
Una de las acciones más
relevantes en las que participó Pineda fue en la preparación de la fuga de un
preso político liberal condenado a muerte: Fernando Álvarez de Sotomayor, que
logró escapar de la cárcel disfrazado de fraile y huyó a Gibraltar en 1827.
Esta acción haría que la policía rodeara de espías a la granadina y registrara
su casa. El Alcalde del Crimen de la Real Chancillería de Granada (una especie
de fiscal), Ramón Pedrosa y Andrade, empezó a estrechar el cerco sobre Pineda.
La persecución a Pineda
Pedrosa estaba obsesionado con
Pineda desde hacía años. Según Antonina Rodrigo, principal biógrafa de la
heroína liberal, él la había perseguido siempre "como hombre y como
político". Por lo que parece, Pineda le rechazó, por lo que que el hombre
redoblaría su persecución de la activista. En un primer momento, Pedrosa
intentó reactivar la causa que en 1825 había concluido con Pineda y su criado
libres. Al no ser capaz de avanzar por ese frente, la policía esperaría a
encontrar una oportunidad mejor, siempre vigilantes para acabar con ella.
Finalmente, Pedrosa utilizó un soplo por el
cual unas bordadoras estarían preparando una bandera liberal con el lema
"Libertad, igualdad y ley" para Pineda. La bandera presentaría el
lema en letras rojas alrededor de un triángulo verde, todo sobre fondo morado.
Las autoridades absolutistas hicieron que las bordadoras llevaran la bandera a
casa de Pineda el 19 de marzo de 1831 y poco después registraron la casa donde,
como ya hemos mencionado, "encontraron" la bandera a medio bordar.
Sería el principio del fin de Pineda.
La joven estuvo bajo arresto domiciliario 9 días, con intento de fuga
frustrado incluido, tras los que fue trasladada al Convento de Santa María
Egipciaca. El proceso judicial no duraría más de dos meses y estuvo plagado de
acciones cuestionables, cuanto menos, por parte de las autoridades, como que el
abogado defensor tuviera 24 horas desde que conoció el caso para presentar su
escrito. "El delito de doña Mariana Pineda ha sido probado
plenamente", rezaba la sentencia del 26 de abril que condenaba a Pineda a
muerte, tras solo cuatro días de juicio, en los que ella ni siquiera pudo estar
presente.
El ministro de Justicia autorizó
un indulto para Pineda si delataba a sus compañeros, pero ella replicó que
"nunca una palabra indiscreta escapará de mis labios". Ese mutismo
pasaría a formar parte de la leyenda de Mariana Pineda tras su muerte, el 26 de
mayo de 1831, sobre la que escribiría incluso García Lorca en su obra Mariana
Pineda. Romance popular en tres estampas.
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