LIBRO TRIGO TRONZADO (La represión franquista 1936 en San Fernando –
Cádiz)
Autor: JOSE CASADO MONTADO
DUODECIMO Y DECIMOTERCER FUSILAMIENTO
DUODÉCIMO FUSILAMIENTO
Nadie contó los caídos, ni se
averiguó quienes fueron, ni por qué causas murieron.
Y los que fueron testigos,
callaron lo que supieron de terror enmudecidos.
Cerón
El día veinticuatro de septiembre
de aquel año de desgracias, sacaron a ocho detenidos para ser fusilados,
del Penal de La Casería, seleccionados
por el canalla Don Juan Prieto. Con las primeras claridades del día caerían
acribillados en el muro sur de nuestro cementerio. Aquellos pobres trabajadores
caídos en desgracia por culpa del golpe de Estado fueron los siguientes:
❖ Antonio José Bilbao Leal. Operario de
la S.E. de C.N.
❖ Domingo José Bey. Natural de San
Fernando. 40 años. Casado con Ana Torres López. Hijo de Domingo y Dolores.
Ajustador de la S.E. de C.N.
❖ Andrés Revoredo Caravaca.
❖ Serapio Moreno Santiago. Maestro
taller de la S.E. de C.N.
❖ Victoriano Manzanares García.
Electricista. Natural de Madrid. 33 años. Casado con Antonia Varo Peña. Hijo de
Venancia y Alejandra. Electricista de la S.E. de C.N.
❖ Luís
Bilbao Leal. Hermano
del anterior del
mismo apellido, primero de la lista. Operario de la S.E. de C.N.
❖ José
Romero Menéndez. Auxiliar
1º Infantería de
Marina. Natural de El Ferrol. 44
años. Casado con Carmen Romero Fabre. Hijo de Manuel y de Estrella. Auxiliar
primero (Ayudante). Deja cinco hijos. Vivía calle Juan de Mariana, 15. San
Fernando.
❖ José
Lamas Chaves. (Samas Chávez, José)
Ya llevaban más de dos meses
fusilado. Eran inaudito que aquellos monstruos y los inquisidores acompañantes
aún estuvieran insatisfechos. Fue por aquellos meses cuando descubrí el cariño a mi barrio y sus gentes, cuando
empezó la decadencia económica y política de España. Cuando empezaban a yacer exánimes las artes y las letras, que
acompañan siempre a los pueblos en su grandeza y los abandonan en su
adversidades.
De los ocho fusilados
últimamente, sólo uno confesó; c aso raro porque, en general, todos confesaban.
Por ello deduzco que en gran medida lo hacían como un intento póstumo de
agarrarse al cura, sabiendo su influencia, para tratar de salvarse… “Toda
religión es consecuencia del miedo del ser humano a enfrentarse con lo
desconocido y constituye una solución (resignación) para evitar los problemas
que no es capaz de comprender”.
Las Callejuelas fue el barrio que
más sufrió durante la guerra, muchas familias quedaron diezmadas. Considero
ahora, y es normal, que haya quienes se sienten orgullosos del “Camarón”,
porque es una victoria sobre la miseria de uno del barrio que pasó muchas
necesidades, como pasamos todos, para sobrevivir. Su arte lo llevó a la cúspide
y s normal asimismo que tenga admiradores. Pero lo que me parece oportunista es
que haya gentes de la burguesía, de la élite, de los privilegiados en el
franquismo y antes del franquismo, señoritos con dinero y carrera, flamencoides
pagantes en ventas, tientos, cotos de caza, pesca deportiva y… comentarios
interminables en veladores de mármol de “La Mallorquina”, después de misa de
doce… estos no deben nombrarlos, no es de los suyos, le es tan raro como un
esquimal.
Durante algunos años he ido
buscando las técnicas adecuadas de análisis y observaciones para más tarde
adaptarlas a mi afición de escribir. He estad sujeto a periodos de depresión
melancólica cada vez más acusada a medida que crecía, observaba y comprendía
las causas y que no eran otras que las injusticias sociales existentes y los
obstáculos estudiados y calculados para que el estado de ignorancia perdurase.
Además de una cierta incapacidad en mi de exponer la situación adecuadamente.
De todas maneras y en contra de lo que
muchas gentes opinan, un escritor no es un erudito que está obligado a saber
de todo y entender de todas las temáticas sin excepción, sino simplemente un
vehículo dotado de imaginación que al conjugar con la realidad convine
argumentar y entender ajustado al conjunto de los mismos una serie de datos y
explicaciones, análogos o tangenciales de los que tiene que ser el primero en
documentarse.
DECIMOTERCER FUSILAMIENTO
…y en la tumbas despreciadas, de
los reos inocentes, ninguna planta ha nacido; sólo espinas han podido en ellas
tomar simiente como emblemas del olvido.
Cerón
El primero de octubre la Junta de
Defensa Nacional decidió nombrar a Franco generalísimo de todos los ejércitos.
Según el corresponsal de una agencia de prensa, descartaron al general Mola por
su falta de simpatía por la Falange y a Queipo de Llano, por el desprestigio
alcanzado. Fue el general Cabanellas quien lo revistió de todos lo poderes, en
aquel cónclave de la toma de posesión, que se celebró en Burgos. Franco
pronunció un discurso de los suyos y mientras tanto España empeoraba y se
encaminaba hacia el abismo, el cual duró tantos años y costo tanto sacrificio,
dolor y renunciamiento.
El día nueve de octubre, la
bestia agazapada en la retaguardia, cobarde seguía fusilando. Sí, se necesitaba
ser cobarde hasta un límite inimaginable para seguir fusilando a personas a las
cuales no se les ofrecía ni la más mínima posibilidad de defensa. Muchos no
concebían una situación así en un país… “eminentemente católico e impregnado de
Humanismo cristiano”.
Así que el camión ruidoso y
humeante llevó al muro de nuestro Cementerio a dos hijos de La Isla, enlutada y
alocada ya.
❖ Cristóbal Periñán Cárdenas. 25 años. Vivía en el patio de San
Francisco, a escasos metros de su pretendiente confesor, Don Recaredo,
confesión que él rechazó valientemente. Estaba escondido en una huerta.
Era el
presidente de los
panaderos por la
CNT. Cuando llegaron los falangistas a su casa, no lo encontraron y
amenazaron a sus padres con matarlos a los dos, si su hijo no se entregaba. El
padre fue al lugar y le contó al chaval lo ocurrido, el chaval se presentó ese
mismo días en el cuartel de la Alameda, el de la Falange, y al día siguiente
los fusilaron.
❖ Antonio Oliva Caro. Vivía en la calle
San Servando, 42.
Como todos, sus familiares
recibieron el resto de sus cosas personales y por el camino de La Casería, y
sin miedo, se oyeron los gritos de
desahogo con calificativos
que bien merecían:
¡cobardes, asesinos, canallas,
criminales! Luego todo entraba en el orden terrorífico que aquel desorden nos
había traído, esto era: duelos interminables, lutos rigurosos tiñendo las ropas
de negro por falta de medios económicos, silencio profundos en las casas y
aislamiento total durante muchos años de toda demostración alegre, por respeto
al ausente. Niños sin colegio porque el de los hermanos de San Juan Bautista de
la Salle, había que pagar y bien pagado. El del padre Franco también, no eran
gratis como cualquiera podría pensar. Yo recuerdo que en el treinta y seis, en
la primera clase de los hermanitos pagábamos doce pesetas mensuales, que era
una gran suma de dinero porque mi padre trabajaba en el taller de maquinaria de
La Carraca y cobraba 160 Ptas. Mensuales.
Aquel dolor de nuestra Isla
aherrojada por tanto miedo, por muchas charangas militares uniformadas y muchas
promesas con las cuales intentaban hacernos creer en falsedades y suavizar,
inúltimente, la tensión existente y hacernos tragar tantas ruedas de molino…
intragables. Los destinados a estos menesteres pseudopatrióticos estaban
gozándola de lo lindo. Los Te Deums, de acción de gracias se sucedían muy a
menudo y las beatas asistentes, acompañadas del grupito de señoritas de la
Falange, así como de militares instalados en el Ayuntamiento y en cuarteles,
acompañados de algunos autistas domesticados y mongólicos disponibles, formaban
parte del público de aquellos
espectáculos ruidosos sin alma, sin religión y sin escrúpulos, que nos amargó
nuestra existencia, frustró nuestras ilusiones primeras de adolescentes, que
nos hizo perder la razón de ser, desequilibramos, prostituirnos y crear un
pesimismo nocivo, quasi demencial, basado en huir, rebelarse y vengarse, forma
primitiva de hacer justicia.
Crecimos dificultosamente, ¡y
tanto! Creyendo que los que nos gobernaban tras el golpe sangriento, eran
deshonestos, antipáticos, que asesinaban a las personas lo mismo que nosotros a las culebras, lagartos y
lagartijas. Gentes que, cuando tomaban el poder, solo se ocupaban de
enriquecerse y asegurar sus riquezas lejos de su acción política… Yo creía que
cuando caía bajo una bomba, puñal o veneno, uno de aquellos reyes o
presidentes, algún valiente había hecho justicia prescindiendo del montaje que los peces
gordos creaban con el único fin de protegerse y proteger sus bienes. No sentí
piedad de Trosky, ni de Kennedy, ni de Juan Pablo I, ni de Carrero Blanco. Esta
animadversión mía se puede explicar y justificar con la situación vivida a los
trece años, en 1936, con aquella ruina total que nos trajeron los asesinos
golpistas, que se apoderaron del poder y que aún perduran sus nombres trágicos,
en calles y plazas, faltos de decisiones los gobiernos que actuaron bajo esta
democracia, tal vez miedosos ante las amenazas de las derechas tradicionales
isleñas.
Cómo olvidar aquel penal militar,
Cuatro Torres, donde internaban a militares y civiles, como a mi padre. Aquel
bloque de cuatro paredes altas, grises, sucias y frías, con una sola puerta y
que, a los trece años, nos parece mucho más altas y frías, cuando sentados en
aquel banco, mi padre, mi madre, algunos de mis hermanos mayores y yo, con
alpargatas remendadas sin calcetines, pantalón corto de los de entonces y
cruzadas las manos entre las piernas cerradas para poder resistir el frío en
aquellos meses de crudo invierno, en aquella media hora que nos concedían de visita los esbirros, jueves
y domingos, tan tristes e infaustas
y donde mi
padre, casi entre
dientes, nos contaba
apesadumbrado los crímenes que a diario, de madrugada, se cometían y, también
la reacción de algunos que iban a fusilar.
Como olvidar aquellos cuatro
eucaliptos enclenques, doblegados por aquellos vientos que siempre soplaban en
el lugar. La red eléctrica que pasaba entre dos palos y que silbaba cuando el
viento la hacía sonar y que a nosotros nos parecía el canto de un bicho de mal
agüero. En el penal no hay bonita arquitectura, ni nada que imitar o admirar,
todo es lóbrego, trágico, triste, impersonal, rodeado de aguas paradas y
malolientes, todo cargado de una inmensa
sombra de amarguras. Aquellos
pocos asientos de su patio interior, donde, atemorizados, intercambiábamos
saludos tímidos los familiares de los detenidos, esposas y madres, sobre todo,
de aquellos condenados a muerte, no por tribunales justos, sino por una banda
de ineptos y esquizofrénicos que, incapaces de obtener una situación
confortable en la sociedad a base de voluntad, estudios, honradez y sacrificio,
optaron por la revolución fascista como la forma más rápida de ascender o
crearse un porvenir sin el menor esfuerzo, pero matando y arruinando La Isla,
Andalucía y España. Seres sin ningún valor social, que todos vimos como
acabaron. Sin la gracia de los alemanes nazis y los fascistas italianos, la
gracia de Dios no les hubiera servido de mucho porque no debería estar con
ellos. Cómo olvidar, en fin, aquel invierno con frío en el alma y aquel olor a
humedad y muerte de aquellas cuatro paredes, de aquellas cuatro torres
maquiavélicas… en La Isla, ejecutaron un doble crimen con seres totalmente
inocentes. Quiero recalcar en este último y se que estoy pecando de
reiterativo, no importa; que fueron inocentes, no habían cometido la menor
infracción, ni el menor abuso, o la menor prevaricación. Si aquellos chambones
rebeldes, tras el golpe, les hubieran ordenado unas nuevas normas a seguir,
hubiese habido más o menos rechazo o aceptación, otros pretextos, otras
consecuencias, otras hipótesis en fin, porque los fusilados, ni estaban
armados, ni antes del golpe lo estuvieron, (los fascistas, sí) y
por ende no hay que acusarlos, ni con Primo de Rivera, ni con el Rey, ni con la
República. Aquí no hubieron desmadres, simplemente eran unos señores que
reclamaban ventajas laborales, razonables y justas, tanto es así y por muy
paradójico que parezca, que el régimen de Franco les concedió muchos años
después. No por el amor al prójimo, ni caridad, ni por derecho reconocido, ni
por consejo papal, sino porque estábamos desfasados ante Europa, completamente
descentrado, ridiculizados en cualquier foro internacional. Las diferencias
eran patentes cuando hacían comparaciones los trabajadores que venían de los países
europeos.
Continua….
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