DANIEL ORTEGA: DE REVOLUCIONARIO
A MULTIMILLONARIO
Miguel Urbano Rodrigues es un
conocido periodista y escritor portugués, nacido en 1925. Redactor jefe del
periódico "Avante!", periódico portavoz del Partido Comunista
Portugués. En 1978 fue diputado al Asamblea de la República por su partido
(PCP). En el artículo que reproducimos, el periodista Urbano Rodrigues describe
la sinuosa y paradójica involución del recién elegido presidente de Nicaragua,
que un día empuñar las armas para defender a su pueblo de la dictadura,
concluyendo su trayectoria política como cabeza patriarcal de una familia
multimillonaria.
Miguel Urbano Rodrigues
es un conocido periodista y
escritor português, nacido en 1925. Fue redactor del lisboeta Diario de Noticias, hasta que en 1957 tuvo que
exiliarse de su país y marchar a Brasil. Allí ocupó el cargo de la revista
brasileña Visão.
En 1974, con la "Revolución
de los claveles" se convirtió en redactor jefe del periódico
"Avante!", periódico portavoz
del Partido Comunista Portugués. En 1978 fue diputado al Asamblea de la República
por su partido (PCP). Sus artículos y libros han sido publicados en toda América Latina. Las reflexiones contenidas
en el artículo que reproducimos, pertenecen a su autoría.
Por MIGUEL URBANO RODRIGUEZ.-
Daniel Ortega fue reelegido por
amplia mayoría presidente de Nicaragua. Es su tercer mandato consecutivo.
El principal partido de la
oposición llamó al boicot. Pero la abstención ha sido inferior a lo que
preveían las encuestas.
La victoria del candidato
sandinista fue bien recibida por el gobierno de Obama. Las relaciones económicas
de los EEUU con Nicaragua son consideradas correctas por el Departamento de
Estado.
Por una paradoja, Ortega no
renunció al discurso de izquierda, cultivando una imagen de antiimperialista,
lo que le permitió en los últimos años mantener relaciones privilegiadas con
Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador y algunos partidos comunistas.
Pero la fachada progresista del régimen es hoy
incompatible con la realidad política y social del país.
Desde que perdió las elecciones
presidenciales de 1990, Daniel Ortega imprimió al FSLN una orientación que
empujó gradualmente a la derecha la organización revolucionaria que destruyó en
una lucha épica a la dictadura de Somoza.
Carlos Fonseca Amador
(1936/1976), su fundador, fue el ideólogo de la guerrilla; era un marxista
creativo y talentoso. Consiguió lo que parecía imposible: unificar las tres
tendencias de la organización revolucionaria - la de la Guerra prolongada, la
Proletaria y la Tercerista. Obtuvo el apoyo para el combate al somozismo de los
sindicatos, la iglesia, los campesinos y los intelectuales liberales.
La victoria del FSLN, dirigida
por Daniel Ortega y un grupo de comandantes con prestigio internacional, generó
una gran esperanza en América Latina.
Transcurrida más de una década de
la muerte del Che en Bolivia, los sandinistas demostraron que en condiciones
excepcionales era posible derrotar y derrumbar regímenes apoyados por el
imperialismo a través de la lucha armada.
Tuve la oportunidad en 1983 de
visitar Nicaragua y de conocer allí a destacados comandantes sandinistas cuando
el FSLN movilizaba aun la solidaridad de las fuerzas progresistas de América y
Europa.
Instalado en el Poder, el FSLN no demostró,
desafortunadamente, la lucidez y firmeza de la organización guerrillera. Blanco
de una ofensiva permanente del imperialismo estadounidense, que financió y armó
los mercenarios contra-revolucionarios, el Frente Sandinista fracasó en la
tarea fundamental de construir un modelo de economía de transición, no
capitalista, y perdió gradualmente el apoyo de amplios sectores de la
población.
Cediendo a presiones de
Washington, Ortega –contra la opinión de Fidel Castro- convocó elecciones para
la Presidencia en 1990. El resultado fue inesperado: la elección de la liberal
Violeta Chamorro enmarcó el fin de la Revolución Sandinista.
LA CRISIS DEL FSLN
El Frente Sandinista entró en
crisis después de su alejamiento del Poder. Daniel Ortega volvió a ser
candidato a la Presidencia en las elecciones siguientes y perdió de nuevo. Sin
embargo su elección en 2006 no sorprendió. Era esperada porque Ortega se había
desplazado a la derecha.
Algunos de los comandantes más
destacados que habían participado de la guerra contra Somoza habían roto con él
por la orientación dizque pragmática que el expresidente imponía al partido. Entre
otros Ernesto Cardenal, Luis Carrión, Víctor Tirado, Henri Ruiz.
Ortega había optado por una
política de alianzas incompatible con los principios e ideología del
sandinismo.
En el ámbito de la
«reconciliación nacional» estableció un acuerdo con el ex presidente Arnoldo
Alemán, condenado a 20 años de cárcel por corrupción y blanqueamiento de
capitales. Alemán había sido, subráyese, un esforzado somozista.
ROSARIO MURILLO, « LA BRUJA»
Fue sobre todo la mujer, Rosario
Murillo, que tuvo un papel decisivo en la metamorfosis del dirigente máximo del
FSLN.
Profesora, escritora, poeta, Rosario, que
había sido guerrillera, es una católica fervorosa. Amiga desde la juventud del
arzobispo de Managua, defendió siempre la necesidad de buenas relaciones con la
iglesia. No dudó incluso en proponer el nombre del arzobispo para Premio Nobel
de la Paz.
Hizo al marido olvidar que Don
Miguel Obando y Bravo había sido admirador de Anastasio Somoza y su colaborador
en la lucha contra el sandinismo.
Elevado a cardenal, Obando
cimentó una íntima alianza con Daniel Ortega cuando este retornó a la
Presidencia en 2007.
Rosario, reelegida ahora
vice-presidente, concentra hoy en sus manos un enorme poder. La familia acumuló
una fortuna colosal en negocios oscuros.
Tres de los hijos son millonarios. Laureano
negoció con China el proyecto de un nuevo canal transoceánico que atravesará
Nicaragua del Atlántico al Pacifico, obra faraónica que amenaza arruinar el
Canal de Panamá. Juan controla lo audiovisual. Otros de los hijos ganaron
millones con la distribución del petróleo barato recibido de la Venezuela
bolivariana.
Rosario, conocida como «La
Bruja», domina la familia y el gobierno.
DE HÉROES A GRANDES EMPRESARIOS
La crisis del FSLN comenzó con la
deserción de Sergio Ramírez Mercado, que fue el vice-presidente de la República
en el primer gobierno de Ortega.
Sergio, que estudió en Alemania,
era un socialdemócrata enmascarado de revolucionario. Escritor de talento, pasó
en tiempo mínimo de sandinista a enemigo de la revolución.
Posteriormente ocurrieron
rupturas más graves. Humberto, el hermano de Daniel, fue durante la lucha
armada el principal estratega de la guerrilla.
Ministro de Defensa, reformó el ejército y
creó la esdrújula doctrina del «centrismo”, incompatible con el programa del
FSLN.
Recibió la medalla militar de los EEUU. Su
adhesión al capitalismo fue rápida. Ganó millones en el negocio de maderas.
El ministro de Agricultura de
Ortega, Jaime Weelock, es hoy también próspero empresario. Bayardo Arce, otro de
los comandantes de la insurrección, también es hoy un hombre muy rico.
En México, durante un Seminario
Internacional de Solidaridad con las FARC, pregunté a Miguel d’Escoto, ex
canciller de Ortega, cómo explicaba que algunos comandantes de la guerrilla habían
acumulado grandes fortunas. Su respuesta fue muy breve: «Quizá por haber nacido
en una familia abastada nunca sentí la tentación del dinero».
Daniel Ortega repite con mucha
frecuencia que la situación económica del país mejoró acentuadamente. Es verdad.
El PIB debe crecer mas de 4% este año. Pero no dice que Nicaragua recibió
durante sus gobiernos 4 800 millones de dólares de organizaciones financieras
internacionales tuteladas por EEUU.
Daniel insiste en afirmar que
practica una política de izquierda y no se abstiene de críticas al
imperialismo, mientras elogia a Cuba y a la Venezuela bolivariana. Pero
Washington considera inofensiva esa oratoria.
Podría concluirse de este
artículo que veo con pesimismo el futuro de Nicaragua.
Sería una conclusión falsa. La
memoria de Sandino, de Carlos Fonseca y de la epopeya de la insurrección que
destruyó la dictadura de Somoza permanece viva en el pueblo de Nicaragua. Un
día este retomará la lucha rumbo al socialismo, interrumpida por la traición de
Daniel Ortega.
Soy consciente de que un gobierno
de extrema derecha en Managua seria peor que el actual. Pero me repugna la
hipocresia de los medios y dirigentes de izquierda que insisten en caracterizar
el Gobierno de Ortega-Murillo como revolucionario.
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