"Castro nos dio la espalda a
los antifranquistas"
Reproducimos en castellano la
entrevista a nuestro compañero Octavio Alberola que publicó en vasco la revista
Argia. Castro y el Che Guevara en la primera etapa del equipo que preparaba en
México la Revolución cubana en los años 50, el fallido atentado contra el
dictador Franco en 1962 en San Sebastián…
"En los años sesenta,
comenzaron a llegar a México muchos jóvenes cubanos opuestos a la dictadura del
general Batista. En 1956, el Movimiento 26 de Julio, de los hermanos Castro,
fue el grupo revolucionario cubano más numeroso en México". El dictador
Batista acababa de indultarlos, tras dos años de haber sido detenidos en el
frustrado asalto al cuartel Moncada. Entre ellos estaban los hermanos Castro, que
se pusieron enseguida en contacto con personas entusiastas dispuestas a
ayudarles, y el libertario heterodoxo Octavio Alberola S. fue uno de ellos:
"Yo participaba entonces en el movimiento estudiantil mexicano y tenía
contacto con grupos y organizaciones sindicales que podían ayudarles a
organizar eventos de propaganda en respaldo a la lucha contra la dictadura
cubana", dice Alberola. Basta recordar cómo llegó a México este anarquista
desde Francia con su padre -maestro en las escuelas racionalista que funcionaron
en España hasta 1939- y cientos de otros refugiados en la nave Ipanema.
El joven Octavio se crió en
México y allí prosiguió sus estudios, lo que le llevó a participar activamente
en el movimiento estudiantil universitario. Con un grupo de jóvenes libertarios
participó en la constitución de las Juventudes Libertarias mexicanas. En 1948
fue arrestado por pegar un manifiesto anarquista por las calles de la capital:
"Pasamos un mes en una prisión secreta del gobierno mexicano con Floreal
Ocaña, Manuel González Salazar y Francisco Rosell. La policía mexicana
pretendía que estábamos preparando una acción terrorista. No nos presentaron
ante un juez y estuvimos secuestrados en un edificio guardado por agentes de
paisano", dice el anarquista. Finalmente, tras firmar un documento que les
exigía no intervenir más en la política mexicana, los dejaron en libertad.
A partir de entonces, Alberola se
relacionó con los movimientos de exiliados latinoamericanos que luchaban desde
México en contra de las dictaduras en sus países. Entre ellos, además de
cubanos, había venezolanos, dominicanos y peruanos. Con ellos crearon un frente
juvenil latinoamericano antidictatorial. "Llegamos a un acuerdo: los que
lograran poner fin a la dictadura en su país ayudarían a los otros. Los
venezolanos lo hicieron, en cambio Castro no ayudó a los antifranquistas",
lo que provocó la critica de los anarquistas.
Castro en aquellos años
Alberola cuenta lo que fue su
apoyo a la lucha cubana: "Organizamos varios eventos públicos de propaganda
contra el gobierno dictatorial cubano en el Ateneo de México, y otros en las
sedes de sindicatos. Principalmente en el Sindicato de Electricistas. En
Chapultepec participé en un acto con Fidel Castro, y con su hermana menor en
otros actos".
Sin embargo, desde el comienzo de
esa colaboración estaba claro que el objetivo de los cubanos era crear un foco
guerrillero. ¿Cuál fue la principal contribución de Alberola? "Organizar
actos de propaganda y ponerles en contacto con los que podían ayudarles. Recuerdo
a un joven español, discípulo de mi padre y que había sido aviador en Aragón,
que se ofreció para llevar materiales a las montañas de Cuba".
Alberola explica por qué le
buscaron: "Yo estaba en contra de la dictadura en España. Ellos lo sabían
perfectamente y que estaba en condiciones de ayudarles en su lucha. Mi relación
con ellos era a través del comandante De la Rosa. Del Che Guevara sólo recuerdo
a un argentino sentado en un rincón de la reunión, pero no tenía entonces
protagonismo, ni Raúl Castro tampoco", recuerda el anarquista.
También ayudó a otro grupo cubano
exilado en México contra la dictadura de Batista, el Directorio Revolucionario
Estudiantil. "En 1957, después del ataque al palacio de gobierno en La
Habana, miembros de este grupo huyeron a México y participaron en nuestros
eventos, aunque tenían discrepancias con el grupo de Fidel. Denunciaban su
pretensión de 'liderazgo' y el peligro del caudillismo".
El Che en la España franquista
En 1959, tras el derrocamiento de
la dictadura, Alberola pensó que los castristas serían consecuentes con su
propaganda revolucionaria y que les apoyarían. Los anarquistas pidieron a los
castristas que ayudaran a los antifranquistas: "Yo estaba en Francia en
1961, en la Embajada de Cuba me prometieron el visado para poder ir a Cuba a
plantear lo de la colaboración cubana a nuestra lucha; pero el visado no llegó
nunca… Castro no rompió la relación con Franco y el Che Guevara se paseó por
España protegido por la policía franquista. Franco y Castro se hicieron amigos".
En cambio, la CNT, la FAI y la
Federación Ibérica de Juventudes Libertarias celebraron en 1961 un congreso en
la ciudad de Limoges, en el que se creó un equipo, Defensa Interior, con el
objetivo de matar a Franco. "En 1962 viajé a Francia y al País Vasco francés
para organizar un atentado contra Franco. El grupo logró colocar la bomba;
pero, por desgracia, el dictador había cambiado el programa de su visita anual
de verano a San Sebastián. Al final, tuvimos que detonar el explosivo porque la
pila sólo podía estar activada una semana". Por una información que
conocemos, Alberola no ha querido revelar nunca los nombres de los tres
franceses -dos hombres y una mujer- que colocaron la bomba.
Aunque tiene 85 años, Alberola
continúa dando conferencias y participando en iniciativas anarquistas en muchos
rincones del mundo, además de escribir artículos y libros: "No me
arrepiento de nada. Cuando hay personas que están luchando por la libertad, lo
peor que podemos hacer es quedarnos en casa. A pesar de estar en el exilio
español de América, pretendíamos luchar contra la dictadura franquista, era
pues normal que también contribuyéramos a las luchas del pueblo mexicano y de
todos los pueblos para determinar libremente sus opciones políticas".
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