Las conquistas del anarquismo
combaten su leyenda negra
ALEJANDRO TORRÚS
MADRID.- Hubo un tiempo en el que el
anarquismo era top en España. La CNT tenía un millón de afiliados, sus tesis
pedagógicas eran la vanguardia europea (Escuela Moderna y Ateneos libertarios),
sus postulados sobre la emancipación de la mujer abanderan el movimiento
feminista e, incluso, una mujer anarquista, Federica Montseny, se convirtió en
la primera fémina en ocupar un ministerio de un Gobierno español (Octubre de
1936). Eran otros tiempos. Era otra sociedad. Prácticamente, era otro mundo. El
sueño libertario de una sociedad sin clases parecía alcanzable. A la vuelta de
la esquina.
Tan alcanzable que en los
primeros meses de la Guerra Civil, Barcelona fue tomada por los anarquistas.
George Orwell, autor de 1984, describía en Homenaje a Cataluña la Barcelona de
1936: "Por primera vez en mi vida, me encontraba en una ciudad donde la
clase trabajadora llevaba las riendas. Casi todos los edificios, cualquiera que
fuera su tamaño, estaban en manos de los trabajadores y cubiertos con banderas
rojas o con la bandera roja y negra de los anarquistas".
Eran otros tiempos. Era otra
sociedad. Prácticamente, era otro mundo. El sueño libertario de una sociedad
sin clases parecía alcanzable
Sin duda, eran otros tiempos. Era
la edad de oro del anarquismo en España. La situación actual difiere
radicalmente. Rara vez aparece la palabra anarquista en un titular sin ir
asociada a una detención por presunto terrorismo y a la criminalización de la
ideología . Prueba de ello es esa Biblia del siglo XXI, llamada Google, que establece
el término "detenido" como segunda búsqueda más común asociada a
anarquistas. De hecho, el año pasado asistimos a varias operaciones policiales
desarrolladas contra grupos anarquistas acusados de pertenencia a “organización
terrorista de tipo insurreccionista-anarquista" cuyo fin "era el de
subvertir el orden público y alterar gravemente la paz”.
La última oportunidad para
desacreditar, criminalizar y tratar de borrar del mapa a la ideología
anarquista ha sido la detención y encarcelamiento de los dos titiriteros que
representaron la obra La Bruja y Don Cristóbal, de claro mensaje libertario, en
el Carnaval de Madrid. El hecho de que uno de los autores de la obra sea
afiliado de la CNT y que el mensaje del espectáculo fuera claramente libertario
ha sido aprovechado para una nueva ofensiva criminalizadora. Algunos medios de
la ultraderecha, incluso, han llegado a relacionar a los autores de la obra de
títeres con "grupos anarquistas y terroristas".
"Frente a una política
parlamentaria corrupta de las élites contraponen una alternativa política fuera
del parlamento"
El problema de la criminalización
de las ideologías y, en concreto, de la criminalización del anarquismo es que
deja atrás, ignorado, arrinconado y con el sello de visto para el olvido todo un
legado cultural, político, sindical y social que contribuyó a la emancipación
de las clases obreras, de la mujer y que arrancó de las manos de la Iglesia el
derecho a educar a los ciudadanos del Estado.
"El anarquismo en España fue
un movimiento antipolítico y, sobre todo, antipolítica parlamentaria. Aquí se
convierte en un movimiento de masas tras la I Guerra Mundial porque su discurso
radical frente a una política parlamentaria corrupta de las élites contraponen
una alternativa política fuera del parlamento. Tanto los anarcoindividualistas
como los anarcosindicalistas comparten este elemento común: el
antipoliticismo", explica a Público el historiador Julián Casanova, autor,
entre otras obras, de Tierra y Libertad. Cien años de anarquismo en España y del
ensayo Anarquismo y violencia política en la España del siglo XX.
El otro elemento común que
comparten las diferentes corrientes anarquistas es "la posibilidad de que
todo se produzca a través de pactos mutuos de libre elección sin autoridad
política jerárquica", prosigue Casanova, que destaca también el legado que
han dejado los anarquistas bajo la fórmula "de críticas al Estado
burocrático y tecnocrático que tenemos en la actualidad y del Estado como un
mecanismo de coerción".
La conquista histórica de la
jornada de 8 horas por parte de los trabajadores no se hubiese conseguido nunca
"sin la movilización de la CNT en las huelgas de los años 1917 y
1918"
Pero si algo ha dejado para las
generaciones futuras el movimiento anarquista español del primer tercio del
siglo XX fue su lucha por la emancipación obrera y de la mujer, la batalla por
una educación de igual a igual fuera de la Iglesia, y un espectacular archivo
artístico y cinematográfico gracias, en parte, a la colectivización de la
industria cinematográfica de 1936 y a la obsesión de los anarquistas por la
producción cultural y la contrainformación. En estos campos destacan nombres
propios que con su trabajo cambiaron a España y cuyas contribuciones siguen
siendo validas un siglo después. Se trata de sindicalistas como Joan Peiró y
Buenaventura Durruti; de Federica Montseny, la primera mujer en ser ministra en
España y la segunda de Europa; o Francesc Ferrer i Guàrdia, creador de la
Escuela Moderna a principios del siglo XX.
La otrora periodista de El Mundo
y hoy diputada por el PSOE, Irene Lozano, autora de la obra Federica Montseny.
Una anarquista en el poder escribía en su blog que la conquista histórica de la
jornada laboral de ocho horas por parte de los trabajadores no se hubiese
conseguido nunca "sin la movilización de la CNT en las huelgas de los años
1917 y 1918". "Estos detalles
no se pueden olvidar y mucho menos al abordar un fenómeno como el 15M, cuyos
métodos deliberativos y de toma de decisiones son tan deudores del anarquismo
español", escribe Irene Lozano, que recuerda que la CNT cambiaba (y aún
cambia) su dirección cada año, y también modificaba su ciudad de ubicación, de
acuerdo con su carácter descentralizado y no jerárquico, o sea, como esa
asociación en red y horizontal de los indignados.
De hecho, la respuesta más común
a la pregunta qué nos ha legado el anarquismo de los años 30 a la España de
2016 es, en palabras del histórico anarquista Tomás Ibañez a este periódico,
"los modos de debatir, de decidir, y de actuar que están basados en la
democracia directa, en la horizontalidad, en el asamblearismo, en el respeto de
las minorías, en la no delegación permanente y en la acción directa".
"El 15-M tuvo, sin duda,
importantes connotaciones anarquistas. El mero hecho de que el único sujeto
político legítimo en el seno de las plazas fuese el colectivo que las ocupaba y
que estaba implicado en la lucha, desautorizando cualquier instancia exterior,
ya situaba el movimiento en el corazón de los principios anarquistas",
relata Tomás Ibañez, autor de El anarquismo en movimiento, que apunta que
también la formación catalana CUP tiene "algunas prácticas" que
"presentan afinidades con los planteamientos anarquistas, por ejemplo, el
asamblearismo, la horizontalidad, cierta propensión a la acción directa y un
anticapitalismo radical". No obstante, Ibañez también señala que "la
dimensión nacionalista de la CUP" marca a su entender una "clara
incompatibilidad" con el anarquismo.
Una educación sin deferencia de
sexos
No obstante, reducir el legado del
anarquismo al asamblearismo del 15M sería poco más que realizar una caricatura
de lo que fue este movimiento en el pasado de España. El profesor de Historia
en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), Pablo Sánchez León, recuerda que
los postulados de Francesc Ferrer i Guàrdia con su Escuela Moderna (1901)
"están por encima de lo que significa hoy la LOMCE del Partido
Popular".
Montseny, como ministra de
Sanidad, reguló la interrupción voluntario del embarazo y estableció
'liberatorios' para prostitutas
"Ferrer i Guàrdia arrancó la
educación de las manos de la Iglesia. Estableció que hombres y mujeres tenían
que estudiar juntos ["que la humanidad masculina y femenina se compenetre,
desde la infancia"] sin distinciones de clases sociales. Era un revolucionario.
Llevó a cabo una educación libre, racional y laica, integral e igualitaria en
1901", señala Sánchez León, que recuerda que en 1909, tras la rebelión
antimilitarista de Barcelona que pasó a la historia con el nombre de la Semana
Trágica, fue fusilado como chivo expiatorio. "Era un peligro
público", resume.
Los anarquistas también
desarrollaron una red de Ateneos libertarios. De hecho, uno de los fundadores
de la CNT, Anselmo Lorenzo insistía en que lo primero que debían hacer los
sindicatos de cada localidad era crear un Ateneo libertario. Estos espacios
fueron casi una Universidad popular para la clase obrera de todas las edades,
donde fue adquiriendo la educación y la cultura que le había sido negada por el
Estado español por su condición social.
Montseny también quiso acabar con
la prostitución y creó los liberatorios, espacios donde las prostitutas
entraban y salían libremente
Asimismo, el profesor Julián
Casanova destaca que el anarquismo fue la "ideología política más
vinculada con el feminismo desde el siglo XIX". "Defendían un
feminismo muy moderno y aunque Federica Montseny nunca se declaró feminista,
fue la primera mujer en ocupar un ministerio". En este sentido, la
Catedrática de Historia Contemporánea en la Universidad de Málaga, María Dolores
Ramos, recuerda que el anarquismo tuvo muy claro desde el principio que la
"revolución social no es posible sin la emancipación femenina", ya
que "quedaría privada de su sentido igualitario y coja desde la
perspectiva de clase".
"Montseny llevó a cabo
reformas imprescindibles en el terreno higiénico y de salud público, medidas
pioneras sobre prevención de la enfermedad, eugenesia, sexualidad, control de
la natalidad, destacando el decreto de interrupción voluntario del embarazo. En
otro terreno, también quiso acabar con la prostitución y creó los liberatorios,
espacios donde las prostitutas entraban y salían libremente, recibían
instrucción y tratamiento médico, recuperaban autoestima y eran preparadas para
incorporarse a la esfera laboral", resume María Dolores Ramos, flamante
ganadora del premio Meridiana 2016 del Instituto Andaluz de la Mujer "por
contribuir a situar a las mujeres en la Historia".
"Pretenden modificar la
relación hombre/mujer y defienden el amor libre, por lo que se situaban en contra
del matrimonio y de la familia, a la que consideraban el origen de la
opresión"
En la lucha por la emancipación
de la mujer fue especialmente importante la organización Mujeres libres,
vinculada al sindicato CNT, que llegó a tener cerca de 20.000 afiliadas y que
hizo especial hincapié en la preparación de la mujer para el mundo del trabajo
ya que la independencia económica era una cuestión vital para la emancipación.
"Mujeres libres fue la primera organización a escala mundial en comenzar a
plantear que había que terminar con la relación jerárquica que asumían las
mujeres dentro de la pareja. Pretenden modificar la relación hombre/mujer y
defienden el amor libre, por lo que se situaban en contra del matrimonio y de
la familia, a la que consideraban el origen de la opresión", señala a
Público Pilar Arias, miembro de la junta directiva de la Fundación Andreu Nin.
La violencia de los años 30
Frente a todas estas
aportaciones, el anarquismo también tiene un pasado asociado a los magnicidios,
al pistolerismo y a la acción directa contra el 'dominador'. Eran otros
tiempos. "Si el anarquismo en España se limitara a la violencia ejercida
por algunos anarquistas o a la violencia que desplegaron durante la Guerra no
hubiesen pasado a la historia. Hay un tópico y un mito entorno a eso y siempre
que se habla de anarquismo se recurre a ello. Pero, evidentemente, la historia
del anarquismo es importante porque arraigó en las masas y su importancia
radica en lo que aportó al sindicalismo obrero, jornalero y a las luchas por la
emancipación", señala el historiador Julián Casanova.
En el capítulo del terror
anarquista es especialmente destacable el documental El honor de las injurias,
realizado por el pintor Carlos García-Alix, que relata la trayectoria de un
anarquista español, Felipe Sandoval. "Este hombre es un criminal y un
revolucionario. Si me preguntan mi opinión, fue un revolucionario. ¿Si cometió
crímenes? Claro que sí. La mayoría por decisiones de su propia
organización", señala García Alix durante el debate Comprender la
violencia de nuestros antepasados: la Segunda República y la memoria de su
defensa popular celebrado en el Teatro del Barrio.
"Pedirles a esta clase, con
esta memoria de represión, de violencia, que cuando el 20 de julio de 1936 se
hacen con armas se comporten de una manera cívica y educada es un disparate.
Van a ir a ajustar las cuentas"
"La primera huelga general
de Madrid se celebra en 1917. Estaba dirigida por el PSOE y UGT para derribar
la monarquía. Fue masiva. La organización obrera decide que la manifestación la
encabecen mujeres y niños pensando que los soldados del rey no actuarán. Pero
lo hicieron. Fue una matanza. Se dio una masacre que fue censurada en la
prensa. Cuando se ven algunas imágenes de aquello, se ve otro tipo de
violencia: obreros famélicos, analfabetos e ignorantes. Pedirles a esta clase,
con esta memoria de represión, de violencia, que cuando el 20 de julio de 1936
se hacen con armas se comporten de una manera cívica y educada es un disparate.
Van a ir a ajustar las cuentas. Y así ocurrió. La izquierda tiene que reconocer
esto y no abochornarse", reflexiona el artista Garcia-Alix en el citado
encuentro.
Tras la derrota de la Guerra
Civil, todo rastro anarquista fue borrado del mapa. Los pocos que sobrevivieron
a 'la limpieza' fascista se tuvieron que esconder en montes y montañas, desde
donde continuaron su lucha contra la dominación franquista e iban siendo
eliminados uno a uno por un régimen mucho más fuerte, armado y con más hombres.
El exministro Joan Peiró fue capturado a España por la Gestapo y extraditado a
España para su ejecución. Juan García Oliver murió en 1980 en el exilio
mexicano. Juan López regresó a España en 1967, sin sufrir persecución, y murió
en 1970, mientras que Federica Montseny regresó a España en 1977 y continuó con
su activismo en pro de la CNT y del anarquismo. Así terminaron los cuatro
ministros anarquistas de la II República.
Quedan para el recuerdo los
multitudinarios mitines de Federica Montseny en San Sebastián de los Reyes en
1977, cuando todavía no estaban legalizadas las organizaciones sindicales, o el
que ofreció en Montjuic en el mismo año y cuya fotografía encabeza este artículo.
Estos mitines, además del éxito puntual de publicaciones culturales como la
revista Ajo blanco hicieron pensar que podía haber un nuevo auge del anarquismo
en el país, pero no fui así. Además, el incendio provocado en la sala de
fiestas Scala de Barcelona el 15 de enero de 1978, que causó la muerte de
cuatro personas, y en el que se intentó inculpar a las organizaciones
anarquistas CNT y FAI alejaron a las masas obreras del anarquismo, que volvía a
quedar criminalizado..
"Somos herederos y continuadores
de lo que fue aquella CNT"
La CNT actual, cuyo secretario
general es Martín Paradelo, se reclama "heredera y continuadora" de
la tradición anarcosindicalista. Asume la violencia ejercida como "hechos
que se dieron en un determinado momento histórico" y saca pecho por las
grandes conquistas que los anarquistas trajeron a España. Ahora, dice Paradelo,
no se puede pensar como en los años 30 que es posible derrumbar el capitalismo
y, por tanto, hay que trabajar "en la resistencia creando redes entre trabajadores
y nuevas formas de vida". "Pensar en una alternativa al capitalismo
en Europa es ahora mismo imposible", dice.
Los anarquistas de hoy día han
aprendido que "el valor de las luchas no depende tanto de las promesas que
encierran sino que radica en su propio acontecer"
Paradelo explica que la CNT
rechaza las elecciones sindicales y considera que "los modelos de
representación lo que hacen en realidad es eliminar la capacidad de actuación
autónoma de los trabajadores. Asimismo, desde el sindicato apoyan y desarrollan
"grupos de consumo alternativos, redes de economía alternativa e intentan
poner en desarrollo consejos económicos y consejos de economía
alternativa".
¿Queda algo de aquel anarquismo
en la actualidad? La pregunta parece pertinente viendo cómo ha cambiado España
y Europa. El histórico dirigente de la CNT Tomás Ibáñez considera que el
anarquismo de hoy día tiene "semejanzas notables" pero que también
difiere en otros aspectos para poder "entroncar con la realidad social en
la que está insertado y luchar contra las formas actuales de la
dominación". Considera que los anarquistas de hoy día han aprendido que
"el valor de las luchas no depende tanto de las promesas que encierran
sino que radica en su propio acontecer, en sus características substantivas, y
en lo que permiten crear en el presente".
"Lo que el anarquismo
contemporáneo deja atrás es, entre otras cosas, un conjunto de ideas heredadas
de la Ilustración, tales como la fe inquebrantable en el Progreso y el
encumbramiento acrítico de La Razón. Atrás queda también una concepción
demasiado simplificadora del poder, unas prácticas de lucha ordenadas en torno
a una desaparecida centralidad del trabajo, y un imaginario revolucionario
construido en torno a la gran insurrección del trabajo", dice Ibáñez.
Si esto es lo que deja atrás, el
anarquismo lega para el presente y el futuro su lucha por unas condiciones de
trabajo dignas, por la socialización de los medios de producción, su tarea
alfabetizadora de unas clases obreras depauperadas, su esfuerzo por llevar la
cultura a todas las clases sociales y por impulsar el libre pensamiento de la
mujer en la búsqueda por superar el patriarcado.
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