El auge del movimiento
anarquista en Túnez
¿Quién habría pensado, hace diez años, que se fuera a crear
un movimiento anarquista en Túnez?
Sin duda existieron
hace tiempo grupos anarquistas en el Magreb, que reagrupaban a árabes y
europeos. Pero los éxodos de la población y los regímenes autoritarios surgidos
de la descolonización lo barrieron todo. Existía también la tradición del
tatuaje en tres puntos, que significaban tres desobediencias: desobedecer a
Dios, desobedecer a la familia, desobedecer al poder. Después, el pueblo se
sublevó contra la dictadura de Ben Alí. No obstante, entre la revuelta y el
paso al anarquismo, es decir, a un anarquismo reivindicado, asumido y
organizado con el fin de cambiar realmente las cosas, el abismo es
relativamente grande.
Se ha pasado de estar
harto en Túnez, donde varios factores han llevado a unos y otros, que
contribuyeron con sus propias manos a derribar el régimen, a reivindicar de
manera explícita el anarquismo. La insatisfacción es el efecto más fuerte
frente al autoritarismo reinante en el seno no solo de los regímenes políticos
sucesivos, sino también entre los partidos de izquierda y de extrema izquierda.
Los principios y la historia anarquistas han sido descubiertos gracias a las
informaciones disponibles en la red (que ha desempeñado un papel importante), o
a través de Europa (a través de los emigrados o los estudiantes tunecinos de
Francia).
Los logros de la
descolonización -instrucción pública y situación de la mujer- crearon brechas
para la emancipación. La crítica del anarquismo en los escritos clásicos del
marxismo atrajo la atención sobre el anarquismo, a la inversa del efecto
esperado por sus detractores. Las reivindicaciones a menudo llevadas a cabo por
los partidos de izquierda sobre la libertad o la "fuerza
participativa" parecen estar encarnadas del mejor modo en el anarquismo.
De golpe, después de
cerca de dos años, se constituye cierto número de grupos anarquistas, o
cercanos al anarquismo, en Túnez, Sfax, Béja, Susa, y otros en Bizerta, Sidi
Buzid, Zaruán o Tozeur.
El sindicalismo está
tan desacreditado por el sindicato oficial, que es la UGTT (Unión General de
Trabajadores Tunecinos, que rechazó convocar a la huelga general en el momento
crítico, y con una corrupción que alcanza a su base) que la mayor parte de los
militantes anarquistas estiman que hay que posicionarse de modo diferente.
Además, en el Estado, el sindicalismo apenas puede satisfacer a los numerosos
parados, a los precarios y a las feministas. En cuanto a la religión, las
posiciones que se obsesionan con ella corren el riesgo de olvidar la cuestión
económica y social.
Las A en círculo
florecen por todos los muros, sin que su sentido sea plenamente comprendido,
pero los anarquistas tunecinos se esfuerzan por aclarar las cosas. En Túnez, el
Movimiento Desobediencia, que cuenta con unos sesenta miembros, incluyendo a
las feministas anarquistas, edita en árabe el periódico llamado
"Revolucionario Común", del que acaba de aparecer el tercer número.
Se discuten proyectos de locales alternativos, de cooperativas agrícolas o de
AMAP (Asociaciones por el Mantenimiento de la Agricultura Campesina).
La solidaridad
internacional hacia esos compañeros que no tienen muchos medios debe actuar a
pleno rendimiento respetando la autonomía de cada uno, conforme a los
principios y la ética anarquistas, sin olvidar que federarse nacional o
internacionalmente puede ser una fuerza.
Philippe Pelletier
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