A mis hijos, a mis amigos y a cuantas comparten mis opiniones, lego: Mi amor por la libertad y por la verdad; mi odio a la mentira y a la tirania. Como es notorio, en los últimos momentos de la criatura humana, el cura, aprovechando la situación de debilidad en que se encuentra el moribundo y la confusión que a menudo le acaece, se entromete, y obrando con cualquier estratagema infame, propaga la impostura de la que es maestro, para que el difunto, arrepintiéndose de sus pasadas creencias, vuelva a los deberes de católico.
En consecuencia declaro que, encontrándose hoy en plenitud de facultades, no quiero aceptar en ningún momento el ministerio odioso, despreciable y nefando de un cura, a quien considero atroz enemigo del genero humano en general y de Italia en particular.
Y creo que solo en estado de locura o de ignorancia crasa, puede un individuo encomendarse a un descendiente de TORQUEMADA.
Periodico Tierra y Libertad Diciembre 2011 nº 281
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