LOS SUCESOS DE ARNEDO DURANTE LA II
REPUBLICA 1932
El pueblo de Arnedo (La Rioja) vivió
trágicamente, con un día de adelanto, los primeros Reyes republicanos. En la
tarde del día 5 de enero de 1932 quedan muertos, por balas de mauser, sobre el
suelo de la Plaza de la República cuatro mujeres, un niño de cuatro años y un
hombre. Días después los muertos seguirían aumentando hasta once. El balance se
completa con unos 45 heridos, que aunque salvaron su vida, quedaron para
siempre mutilados.
El cinco de enero se declaró la huelga
general en Arnedo. Y este mismo día se anuncia la resolución del conflicto con
la intervención del propio Gobernador Civil Sr. Vidal Serrano que está en
Arnedo en esta misma fecha. En señal de triunfo y de festejo se realiza una manifestación
obrera.
Manifestantes y guardias (16 ó 18
hombres en el zaguán del Ayuntamiento y diez hombres en los soportales del
mismo) se encuentran frentre a frente en la Plaza de la República.
¿Qué sucedió, quién tiró la primera
bala, de quién es la responsabilidad, ...? Las versiones oculares de personas
de distintos matices políticos y profesionales, se inclinan por la Guardia
Civil. Un dato aparece extraordinariamente claro, no obstante, que ya puso de
manifiesto el entrevistador de "El Sol" al Gobernador de la
Provincia, lo desproporcionado del encono contra los manifestantes. Para anular
el posible impulso y fuerza del obrero (hombres, mujeres y niños) en
manifestación triunfante sobre el caciquismo "responsable moral de la
tragedia", no era necesaria la auténtica refriega armada de ese número de
Guardias Civiles antes mencionado.
Estos trágicos sucesos de Arnedo
planearon constantemente en el ambiente político y económico riojano durante y
después de la República. Su recuerdo, siempre negro, es el tema obligado para
las derechas e izquierdas en todas las propagandas, ocasiones y acciones
posteriores.
Esta explosión desastrosa y trágica
estaba incubada desde las Elecciones municipales que trajeron la República.
Un "patrón orgulloso" y
autoritario, Faustino Muro, que supeditaba la permanencia de los trabajadores
en su fábrica a la entrega de sus votos a los monárquicos, y unos obreros que
querían ejercer con sinceridad el derecho al sufragio, fueron la causa inicial
de la tragedia. La pugna entre la imposición caciquil de un patrono de derechas
y la sinceridad de voto de unos obreros socialistas, se inclinó hacia el más
fuerte.
El patrono despidió a un trabajador,
con el que se solidarizaron una docena más de obreros. Se ocupó del asunto el
Partido y Sindicato Socialista, ahora en plena expansión, con sucesivas
negociaciones de tipo legal, encontrando siempre la resistencia y el
incumplimiento de arbitrajes por parte del Sr. Muro, que llegó a matizar que
cerraría la fábrica antes que acceder a la admisión de los despedidos.
Ni la Alcaldía de Arnedo, ni los
sucesivos Gobernadores Civiles de la provincia, habían podido llegar a
solucionar el problema durante más de diez meses. Cuando parecía llegada la
solución, no por la cesión del Sr. Muro, sino por el acto desinteresado de
otros patronos de la localidad que admitían a los obreros despedidos de
"Calzados Muro" en sus propias fábricas, se produjo la catástrofe.
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