Conceptos
e Interpretación del comunismo libertario
DEFINICIÓN - El Comunismo libertario es una
forma de organización social, en la cual el gobierno de los hombres se
sustituye por la administración colectiva de las cosas. Con ser muy clara esta
definición, precisa de explicaciones. Se trata de encontrar las bases de
convivencia social que garanticen los derechos fundamentales del hombre: el
derecho a la satisfacción de sus necesidades, y el derecho a disponer de sí
mismo es decir, el derecho a la vida y a la libertad. Ambos derechos son base
de bienestar, ya que no concebimos ni libre al hambriento ni satisfecho al
esclavo. Más concretamente: el Comunismo implica, mejor que la comunidad de
bienes, la existencia de una colectividad que atienda primordialmente a
administrar la economía de modo que queden satisfechas las necesidades de todos
sus componentes. Y para que este Comunismo sea libertario no ha de contener un
cúmulo de fuerza o de autoridad que encierre una amenaza para la libertad
individual.
Sabemos
que hay que destruir la organización actual, esto es, el Estado y la propiedad
privada, y que sólo se destruye aquello que se acierta sustituir con ventaja.
Más
importante que la exactitud de la definición es la elaboración de los conceptos
sobre diversas cuestiones de detalle que plantea su realización, sobre las cuales
cabe más diversidad de pareceres.
Si
bien es cierto que la experimentación será, en última instancia, la que decida
sobre las mejores soluciones, se hace preciso analizar éstas y decidirse
anticipadamente por una determinada.
ESTRUCTURA. -Concebimos la nueva estructura como
una federación de colectividades autónomas. Cuanto más simples y
elementales sean estas colectividades
básicas, tanto más sencillos y fáciles de resolver serán los problemas y serán
más accesibles a las aspiraciones e intereses de los individuos que las
compongan.
A
pesar de tener la Confederación Nacional del Trabajo una estructura idéntica
que podría servir de molde para la sociedad entera, no todos se muestran
conformes con que el Comunismo libertario tenga una estructura sindical,
creyéndose, por lo contrario, que debe dejar paso a formas de organización
distintas. El Sindicato es, por esencia, una entidad productora, y podría serlo
también distribuidora; pero, a su lado, pueden existir otras formas de
colectividad, con intereses más amplios y carácter menos especializado, y, por
lo tanto, más humano. La base de la
organización ha de ser la colectividad entera, en los pequeños núcleos rurales,
compuestos por unas mayorías de campesinos y algunos artesanos o funcionarios.
Constituirán comunas o municipios libres. En pueblos de mayor diversidad y de
actividades menos uniformes, se hacen precisos los Sindicatos, reunidos en
Federación local, cuya organización puede convivir con agrupaciones más
genéricas como agrupaciones de barriada o consejos parciales o totales de la
localidad. Lejos de ser incompatibles ambas formas o núcleos de organización
colectiva, la exclusivamente económica y la política o de interés público, en
mi opinión se complementan, y aun deben coexistir; pues lo exige la complejidad
misma de la vida moderna.
EL INDIVIDUO Y LA COLECTIVIDAD.- El instinto de sociabilidad, la
necesidad del apoyo mutuo y el reconocimiento de las ventajas que la asociación
reporta, son impulsos asociativos al lado del sentimiento de solidaridad, para
formar las colectividades y para federarlas entre sí. El anarquismo no admite
otra forma de coacción sobre el individuo que la coacción moral, es decir, el
apartamiento o el desprecio hacia el insolidario o el vano impenitente. Pero,
en labios de muchos, aparece en seguida una frase hecha que expresa una forma
de coacción económica y de justicia social: «El que no trabaja, no come». Toca
al Congreso Nacional manifestar el concepto que la Confederación tiene sobre
esta forma de coacción.
FORMA DE PROPIEDAD.-No puede ser objeto de discusión el
régimen de propiedad de la riqueza y de los útiles de producción, que será
administrada por la colectividad y puesta a disposición de quienes quieran
producir. La supresión de la propiedad privada y del acaparamiento de riqueza
es la garantía imprescindible de la libertad económica. Pero esta
intransigencia con la propiedad privada no puede extremarse hasta negarla en
las cosas de uso personal, ni en lo que es producto de la actividad personal
del individuo. La propiedad usufructuaria, no creo que pueda ser lógicamente
negada para los muebles, vestidos y para detalles cuya posesión no implica un
despojo ni una injusticia. Respecto a la propiedad de la tierra –«La tierra
para el que la trabaja»–, es menester distinguir entre la tierra dedicada a la
producción de lo necesario de la que sirve para producir alimentos o plantas de
gusto individual, como los huertos y jardines, o parcelas de experimentación,
sobre las cuales debe respetarse la propiedad usufructuaria.
MODALIDAD DEL TRABAJO. -Lo mismo que hacemos distingos de la
propiedad, hemos de hacerlos del trabajo. La producción de los artículos de
primera necesidad impone una cierta cantidad de trabajo, que será menester
repartir entre los miembros útiles de la colectividad, estableciendo una
jornada, y hasta, en ocasiones, un turno de trabajo.
El
trabajo colectivo impone el acatamiento de una organización del mismo, y de una
disciplina de producción. Al margen de este trabajo, controlado por la
colectividad, existirá una producción voluntaria, libre, de iniciativa
individual.
¿Puede
servir este trabajo voluntario y de iniciativa para eximir del trabajo de
gestión colectiva?
¿PRODUCCIÓN DIRIGIDA, O
LIBRE? -La condición
primera del éxito de un orden social nuevo, es la abundancia, la
superproducción de los artículos de primera necesidad. Ello facilita la
distribución y suprime la causa más esencial de descontento.
Si
la primera preocupación revolucionaria ha de ser mantener la producción en su
volumen actual, la segunda debe ser incrementarla ilimitadamente, hasta lograr
abundancia más real que la que motiva la crisis del capitalismo.
Este
es un problema técnico pero también de organización: de voluntad y de hombres
«capaces de llevar un mensaje a García».
DE CADA UNO, SEGÚN SU
APTITUD. - Entraña
esta primera parte de la fórmula, una cuestión de acoplamiento de los brazos en
las actividades productoras, en la que no podrán dejarse a un lado la
disposición y la afición personales de quienes, por haber ejercido profesiones
parasitarias o antisociales, será preciso acoplar en la nueva forma de
economía.
A CADA UNO, SEGUN SUS
NECESIDADES. - Esta
fórmula de la nueva justicia distributiva sólo puede resolverse equitativamente
por la abundancia y haciendo posible que, como en la fuente pública, cada uno
tome lo que precise, según su voluntad; pero habrá que aproximarse a ella todo
lo posible, mediante el racionamiento de aquello que escasee.
He
aquí donde corresponde ocuparse del procedimiento para sustituir el dinero como
signo de riqueza acumulable. El consumo por vales, empleado uniformemente en
los cortos ensayos realizados en España, es un medio provisional pero engañoso,
al cual debe buscarse una solución mejor, para la que podrían servir de módulo
los pases de ferrocarril o los kilométricos.
INTERCAMBIOS SIN EQUIVALENCIA.- En el intercambio de productos entre
las colectividades, no intervendrá la medida de su valor, siendo todos
equivalentes, en cuanto a productos necesarios, cualquiera que sea el esfuerzo
que requieran y la utilidad que reporten.
La
noción de valor es extraña a la economía libertaria, por lo cual tampoco es
precisa la medida del mismo, representada por la moneda a la que bien puede
llamarse «manzana de la discordia».
No
creo haber agotado todos los aspectos y particularidades del tema, que será
objeto de deliberación por parte de todos los Sindicatos, para lograr, de la
base a la cima, un acuerdo en la armonía de los distintos criterios que han de
manifestarse.
Hacia la Interpretación
Colectiva del Comunismo Libertario
Hasta
el presente no existen más que interpretaciones individuales, concepciones
particulares del Comunismo libertario. Las diversas concepciones que gozan del
favor del público confederal, no se han tratado de unificar ni de conciliar en
un mismo acuerdo de doctrina. El espíritu anarquista, respetuoso con el
criterio individual y con la misma interpretación de la idea, no tiene gran
empeño en concretar las distintas exposiciones en un programa uniforme.
Prácticamente, podrían convivir todas las interpretaciones, y, de entre ellas,
predominaría la que más ventajas o satisfacciones reuniera. Este sería el medio
preferible de selección.
La libre concurrencia y
el ensayo mutuo.
La
uniformidad que nos interesa es la práctica. Es la conseguida en vías de
realización, pues la otra, la realizada de palabra para ser escrita en el
papel, no nos da - como anarquistas y antipolíticos -frío ni calor. Una
interpretación uniforme del Comunismo libertario, tiene valor para la
enunciación de la propaganda, como respuesta a los que a todas horas nos
preguntan por el programa como ejecutoria del buen acuerdo dentro de la C. N.
T. y como medio de propiciar su realización, facilitando los primeros pasos.
Debemos
estar escarmentados por la experiencia histórica, para no poner excesivo calor
en la puntualización escrita, reservando nuestro entusiasmo para la unificación
del movimiento en la realización práctica.
Hasta
ahora, el hombre, conducido por su credulidad política, ha gastado todas sus
fuerzas en escribir en el papel sus derechos y sus aspiraciones, sin haber logrado
la menor reivindicación práctica.
No
obstante lo dicho, la necesidad de unificar las diversas concepciones, llegando
a concretarlas en un programa mínimo, es generalmente sentida entre militantes
de la C. N. T., y es de esperar que llegue a tener culminación en el próximo
congreso nacional, anunciado para fines de mayo.
La
puntualización de un programa mínimo parece tarea fácil, y se procura formarlo
con aquellas aspiraciones que son comunes a todas las diversas
interpretaciones. Los siguientes puntos pueden servir de orientación:
1º Autonomía del individuo dentro de la
localidad, sin otras limitaciones que las acordadas en cada momento por la
asamblea general. Autonomía de la localidad, sin otras restricciones que las
acordadas, en cada circunstancia, por los congresos regionales o nacionales.
2º Asociación obligatoria, so pena de
coacción económica, para la producción y el consumo, dentro de cada localidad,
o dentro de cada sindicato, o agrupación de barriada. Asociación obligatoria de
las localidades en la región y de las regiones en la nación o península, con la
misma coacción económica, a fin de asegurar la economía local y de normalizar
la economía nacional.
3º Federalismo en las agrupaciones y
acatamiento de la voluntad de las mayorías en todo cuanto es actividad
económica: jornada de trabajo, producciones a aumentar o suprimir, elección de
trabajo, régimen de cultivo de la tierra, requisitos precisos para ser
consumidor, modos de distribución, etc.; de modo que se hagan compatibles las
características locales con las necesidades colectivas.
4º Restricción máxima de la burocracia,
por parasitaria y por esterilizante, procurando que los cargos administrativos
no eximan de la cooperación en la producción.
5º Renunciar a la administración de
justicia, como tarea que excede las atribuciones humanas, y, cuando sea
indispensable, acomodarla al fallo de la colectividad. No centralizar, tampoco,
la función defensiva de un ejército, sino dar participación en ella a todos los
productores.
El
ejército ha de ser la colectividad entera; y la especialización técnica,
voluntaria y libre.
6º Supresión de toda clase de
privilegios, nivelando a todos con la misma obligación a producir, con el mismo
derecho a disfrutar de la riqueza común, con el mismo derecho a beneficiarse de
la instrucción y de la cultura, con la misma parte alícuota de poder y con la
misma participación en la responsabilidad social.
7º Amplia libertad del individuo en
cuanto no sea imperativo económico de la colectividad. Pero esta libertad no
dependerá de ningún acuerdo verbal o escrito, anterior a la revolución o
posterior a la misma, sino del tesón que el propio individuo ponga en afirmarlo
y del escrúpulo que la colectividad pueda sentir al limitarlo.
8º Abolición absoluta de toda clase de
propiedad privada. El individuo podrá poseer circunstancialmente o en la vida
todo cuanto la colectividad consienta en otorgarle; y
9º El supremo legislador es la
colectividad. Todo acuerdo es válido hasta tanto decidan anularlo quienes lo
adopten. Nadie podrá pisotear el derecho fundamental e inalienable del
Individuo a vivir y a ser libre.
Por
este estilo, pudiera ser nuestro programa; pero, lo volvemos a decir, a
nosotros no nos interesa concretarlo, sino realizarlo. Lo de menos es que se
acuerde. Lo esencial es que se cumpla.
Para
afirmar su derecho natural a la vida y a la libertad, el individuo no necesita
invocar un artículo ni enseñar un papel. Precisa poder esgrimir un arma frente
a quienes se lo discuten. La sociedad no le ampara tampoco condenándolo, sino
impidiendo que nadie haga coto cerrado ni de la tierra ni del saber, ni del
poder ni de la justicia.
ISAAC
PUENTE
CNT-AIT PUERTO REAL
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