POLITICOS EMBRIAGADOS
En ocasiones, tras asistir a la retahíla de medidas
absurdas, mentiras flagrantes y, en general, una actitud que solo puede
manifestar que se tiene el jeto de cemento armado, podemos llegar a pensar que
los políticos parecen ir puestos de algo. No me refiero solo a esas famosas
declaraciones de Rajoy, sino a drogas ilegales, y a abuso y dependencia del
nivel de El Pico.
Tras ver House of Cards (serie que recomiendo) y echar un
vistazo al libro En el poder y en la enfermedad, de David Owen, neurólogo y
ministro británico de Asuntos Exteriores entre 1977 y 1979, empiezo a pensar
que sí. Que muchos políticos se drogan muy fuerte.
Bill Clinton tuvo que admitir que en su
juventud había fumado marihuana (aunque sin tragarse el humo, matizaba). Barak Obama también ha confesado que de
adolescente probó la cocaína y fumó marihuana. Antes de sus años de
presidencia, George W. Bush fue
alcohólico, y con treinta años fue arrestado por conducir borracho.
La lista de la
vergüenza
Todos hemos sido
jóvenes, así que estas confesiones resultan menos gravosas (bueno, Bush ya casi
peinaba canas cuando empinaba el codo). Pero el problema es que los políticos
también parecen abusar de las drogas en su etapa adulta. Hay innumerables
ejemplos, como enumeramos a continuación:
•Winston Churchill:
se embriagaba con champán, coñac y whisky en sus fases hipomaníacas y maníacas.
•John F. Kennedy:
combatía sus dolores de espalda con inyecciones de procaína, que le eran
administradas tres veces al día. La procaína es un sustituto sintético de la
cocaína y que puede llegar a producir efectos indeseados en el sistema nervioso
central. También tomaba anfetaminas. Durante su presidencia también consumía
cocaína. Algunos analistas sugieren que su estrategia durante el incidente de
Bahía de Cochinos en Cuba en 1961 se debía a que le administraban testosterona
para combatir la disfunción de la glándula suprarrenal.
•Anthony Eden: el
primer ministro británico, tomaba petidina, un fuerte analgésico derivado del
opio durante la crisis de Suez. También tomaba barbitúricos para dormir y
anfetaminas como estimulante.
•Richard Nixon:
tenía problemas de alcoholismo durante su presidencia.
•Boris Yeltsin:
adicto a los analgésicos y el alcohol.
•Joseph McCarthy:
problemas con el alcohol.
El neurólogo holandés Dick Swaab denuncia esta situación en
su libro Somos nuestro cerebro:
esa problemática
alcanza también las más altas esferas políticas, con el riesgo añadido de que
el abuso de determinadas sustancias influya de forma accidental y decisiva en
el curso de la historia (…) ¿No habría que exigirles a los que dirigen un
gobierno al menos lo mismo que se les pide a los que conducen un coche o un
avión? ¿Cuándo vamos a controlar el consumo de alcohol, drogas o medicamentos
por parte de los políticos, de quienes tanto dependemos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario