La Junta de Andalucía premia al
empresario del Silestone mientras los casos de silicosis de sus trabajadores
llegan a la Justicia
El empresario almeriense
Francisco Martínez-Cosentino será nombrado Hijo Predilecto de Andalucía
mientras se dirime una querella por homicidio y lesiones imprudentes a varios
extrabajadores enfermos de silicosis. En 2017, una sentencia de la Audiencia
Provincial de Vizcaya consideró probado que Cosentino informó insuficientemente
a marmolistas que contrajeron silicosis. Indignante país de pandereta...
Francisco Martínez-Cosentino,
presidente del grupo que lleva su nombre, será distinguido como Hijo Predilecto
de Andalucía el próximo 28 de febrero. Martínez-Cosentino acumula premios y es
amigo de las altas esferas de poder, pero antiguos trabajadores y colaboradores
ponen en solfa la trayectoria del empresario. Sobre todo, a raíz del aumento
vertiginoso de los casos de silicosis imputable a los aglomerados de cuarzo, el
producto que le llevó a la cima.
El Consejo de Gobierno de la
Junta de Andalucía reconoce a Martínez-Cosentino el deslumbrante éxito
empresarial de su marca, cimentado a partir de un producto, el Silestone, cuya
seguridad para los trabajadores está en entredicho. Mientras tanto, un juzgado
investiga una querella interpuesta por antiguos trabajadores de la empresa, que
contrajeron silicosis por la exposición continuada al polvo de sílice generado
en el proceso de producción del Silestone.
En la querella se imputa a los
gestores de Cosentino, incluido Francisco Martínez-Cosentino, un presunto
delito de homicidio imprudente y lesiones. En 2017, una sentencia de la
Audiencia Provincial de Vizcaya consideró probado que Cosentino informó
insuficientemente a marmolistas que contrajeron silicosis. Martínez-Cosentino
fue absuelto porque la falta de lesiones había prescrito. Este nuevo
reconocimiento al empresario se produce antes de que se haya tramitado
diligencia alguna por esa querella.
Cosentino empezó a comercializar
las encimeras de Silestone en pleno boom inmobiliario. Cuentan quienes conocen
la historia de cerca que su hallazgo y desarrollo fue casi una casualidad.
Cosentino había apostado por un producto a base de los deshechos de las tablas
de mármol, el marmolestone, y había adquirido la línea de producción para
fabricarlo con cuantiosas ayudas públicas. Pero aquello no funcionaba. El
marmolestone se manchaba, el brillo no gustaba y no se trabajaba con facilidad.
Entonces, a alguien se le ocurrió
el Silestone: se trataba de sustituir el mármol por sílice y fabricarlo
"como si fuera un castillo de arena", comprimiendo resina de
poliéster (en lugar de agua) y sílice en granos de tamaño cada vez más
reducido, para tapar todos los huecos. El problema es que el Silestone, o
aglomerado de cuarzo, tiene en torno al 90% de sílice y cristobalita, un
material cuyo polvo inhalado genera silicosis en poco tiempo. Cosentino aplicó
las líneas del marmolestone al Silestone.
Durante años, el Silestone se
instaló en las cocinas de cientos de nuevas promociones. Fue una moda
imparable, y aún hoy sigue siendo un producto cuya demanda crece cada año.
Indignante.
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