Nos están robando, españoles. Una banda de forajidos que se
ha apoderado del poder público para saquear a mansalva a la patria
Nos están robando,
españoles. Una banda de forajidos que se ha apoderado del poder público para
saquear a mansalva a la patria. Y creo que tenemos derecho a creer que el rey
cobra su quiñón del botín, según uso de cruzada. Por algo dijo más de una mala
vez que el sería rey destronado, pero no tronado. Y de aquí esa indecente
comedia de hallarse secuestrado por la dictadura y de no tener con que
sustituir a sus reales bandoleros de tanda. Mas él tendrá que rendir cuentas de
que no le redime el pasar por sus dedos febriles las del rosario en un ataque
de atrición cobarde. Y en último caso que se vuelva contratado a Deauville.
Nos invitan a discutir y con moderación sobre principios,
pero cuando unos salteadores nos están desvalijando la casa no hemos de ponernos
a discutir con ellos del derecho de propiedad y lo que es el robo. Lo que
apremia es arrojarlos y a poder ser por el balcón abajo. Las discusiones
después. Miente el doctor eso por causa de deshonor, castizo profesional de la
uña sucia y de la boca aun más sucia de mentira, miente como un estafador que
es, cuando dice que obedecemos a prejuicios doctrinarios de liberalismo. No
invocamos la libertad, ni la Constitución, ni los derechos del hombre ni los
mandatos de la conciencia universal y si nos mueve pasión es la de la justicia.
Cuando el señor Sánchez Guerra desembarcó en Valencia, de lo
que habló fue de la fortuna que había fraguado en el ministerio con el
chanchullo de los saltos del Alberche el duque de Tetuán, socio meritísimo de
la banda de salteadores, todos a escote de granjería criminal. Ante esa bajuna Asamblea a la que han ido a
deshonrarse ciertos ciudadanos, algunos con hambre de notoriedad siquiera
infame –otros, más advertidos, se han retirado a tiempo- no osó negar el
cabecilla de la banda y caballero de industria, sus depredaciones.
Dijo, refiriéndose a
la de los teléfonos, que los generales –insultando así a los que no lo son de
la banda- no tienen porque entrar a examen de los términos de un contrato. Y
él, entonces, ¿por qué hizo encarcelar al Sr. Ossorio y Gallardo después de
haberle atajado una carta privada que dirigió a don Antonio Maura? Ya para
entonces se había él entrevistado con cierto personaje cubano, Orestes Ferrara,
que trató con él del contubernio telefónico. Las cosas están tan claras ya hoy,
españoles, que el que se confiese de la llamada Unión Patriótica, no es persona
honrada; no lo es. Hay que negarle hasta el saludo. Es encubridor, sino
cómplice, de ladronería.
O es tonto de remate y menos lo merece, pues como tonto,
comido de envidia y de odio a toda excelencia natural. Son la hez de los
fracasados. Y los que abjurando de esa unión colaboran como sea con la tiranía
depredatoria, peor que peor. Ni para criticarla bajo censura permite la
honradez colaborar con ellos. No se le puede dejar al reo que presida el
tribunal que ha de juzgarle. Ni se puede consentir que ejerza de poder
ejecutivo el ejecutor. Y no invoque la
banda la Patria blasfemando. La patria no son ellos ni la persona. Como
ladrones: traidores. Y de esto les acusamos, de ladrones, traidores ladrones.
Nos están saqueando, españoles, y deshonrando a España ante
el mundo civil y civilizado. Y, encima, el inri de las zafias y groseras
majaderías del Primo ese. El pus mancha tanto como la sangre y nuestra España
está manchada. Hay que limpiarla a raspa de legra. En Hendaya, al entrar en el
sexto año en que fui arrancado de mi hogar por haber querido redimiros,
españoles, de la infamia.
Por Miguel de
Unamuno. Hojas Libres, Marzo de 1929.
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