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miércoles, 5 de febrero de 2025

MATANZA DE RIOTINTO



Matanza de Riotinto

 El 4 de febrero de 1888 en la plaza de la Constitución de Minas de Riotinto (Huelva) más de un centenar de personas son asesinadas a tiros cuando se manifestaban reclamando mejoras salariales y el cese de la emisión de humos tóxicos. En 1873 un consorcio británico compró los derechos de explotación de las minas de piritas de hierro y de cobre de Riotinto en el Estado español por 92 millones de pesetas –la I República española se salvará de quebrar gracias a esta venta– y fundó la “Rio Tinto Company Limited”.

 La Compañía empezó a producir a gran escala en explotación interior y exterior y estas minas llegarán a ser las primeras productoras mundiales de cobre. Debido a las calcinaciones de minerales al aire libre, denominadas «teleras», con sus tóxicas emanaciones sulfurosas –dióxido de azufre, humos altamente tóxicos que esterilizan la tierra, acaban con la agricultura, diezman los rebaños, contaminan el aire a la vida. al de la que se tiene noticia.

Esta respuesta empezó el 31 de enero de 1888, cuando una manifestación encabezada por el anarquista de origen cubano Maximiliano Tornet y Villareal, catalizador de todo este movimiento, llega hasta el ayuntamiento de la localidad para entregar una serie de reivindicaciones salariales y la exigencia de la desaparición de las teles9 prohibido en Reino Unido desde hacía siete años, fuera reducido, y en 1907 fue prohibido. A partir del 2 de febrero comenzó una huelga en la cuenca minera que provocó que el gobernador civil, Agustín Bravo y Joven, acantonase en Huelva dos compañías del Regimiento del General Pavía comandadas por el teniente coronel Ulpiano Sánchez.

Al día siguiente, a pesar de los intentos de mediación de la Guardia Civil, se produjeron enfrentamientos violentos; el consistorio y el nuevo mánager de La Compañía, el general William Rich, no aceptan ninguna de las condiciones. Por la mañana del 4 de febrero se produce una nueva manifestación con la llegada de gentes procedentes de la cercana Nerva y de toda la comarca. En la plaza de la Constitución de la villa minera se reúnen más de 12.000 personas – nativos, como eran denominados por «La Compañía»–, hombres, mujeres y niños de todos los sectores productivos (mineros, agricultores y ganaderos). Siguiendo las instrucciones del gobernador civil de Huelva, fuerzas del Regimiento de Pavía, desplazadas desde Sevilla, realizaron tres descargas de fusilería a bocajarro sobre los manifestantes concentrados y después rematarían a bayoneta calada, produciéndose entre 100 y 200 muertos –nunca se supo el número exacto– y centenares.

La masacre duró 15 minutos y los cuerpos de los fallecidos fueron, probablemente, sepultados bajo la escoria de alguna mina de la comarca. Al día siguiente el gobernador civil dictó un bando induciendo a los mineros a regresar al trabajo, ya que «La Compañía» se mostraba dispuesta a no descontarles el salario de aquel sangriento el sábado 4 de febrero. El poder de La Compañía hizo posible que estos graves hechos ocurrieran casi desapercibidos en el resto del movimiento obrero de la Península y aunque algunos medios de expresión republicanos y libertarios pidieron responsabilidades todo quedó escondido.

Estos hechos, que han pasado a la historia bajo el nombre de «El Año de los Tiros», fueron novelados en 1898 por Rafael Moreno Domínguez en la obra 1888, el año de los tiritos y por el escritor Juan Cobos Wilkins, natural de la localidad, en El corazón de la tierra (2000), que fue el 2000. Actualmente el sitio de la masacre se encuentra sepultado por la escoria de la mina de Cerro Colorado, que funcionó hasta el 2001.

ALEN

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