Mayo de 1937 - La revolución
traicionada
La contrarrevolución en marcha:
los hechos antecedentes
El PSUC (Partido Socialista
Unificado de Cataluña), de ideología marxista-leninista, fue fundado el 23 de
julio de 1936 como producto de la fusión entre las federaciones catalanas del
PSOE y del PCE. El POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), cercano al
trotskismo, nació el 29 de septiembre de 1935 como resultado de la unificación
de la Izquierda Comunista de España (ICE) y el Bloque Obrero y Campesino (BOC).
La tirantez entre el POUM y el
PSUC provenía tanto de una lucha hegemónica de ambos grupos comunistas sobre la
UGT catalana, como del carácter trotskista del primero. Estaba en plena
vigencia la campaña stalinista contra el trotskismo y, en general, contra todos
los opositores a su política. El POUM era presentado como agente del fascismo
internacional, y quedó eliminado del gobierno de la Generalitat después de la
crisis provocada con este fin por el PSUC. En aquella época llegó a Barcelona
un barco soviético con víveres y este hecho, que suscitó en verdad fervorosa
adhesión popular, y sirvió para que se incrementase una campaña detractora
contra el anterior consejero de Abastaos del gobierno de la Generalitat,
Domenech, perteneciente a la CNT.
El nuevo gobierno de la
Generalitat emprendió una reorganización de los servicios de policía. El
consejero de Seguridad Interior, Artemio Ayguadé, comunista que se hacía pasar
por republicano, dio posesión de la Comisaría de Policia a Eusebio Rodríguez
Salas, afiliado al PSUC. El 23 de enero de 1937, la UGT catalana, bajo la
influencia del PSUC, celebró un congreso de pequeños propietarios del campo en
que se atacó abiertamente a las colectividades.
A primeros de marzo de 1937, el
consejero de Seguridad Interior dictó varios decretos por los que se disolvían
el Consejo de Seguridad Interior, formado por los representantes de todos los
sectores, los Consejos de Obreros y Soldados y las Patrullas de Control. Asi
mismo, se prohibía la afiliación de las fuerzas de orden público, so pena de
expulsión. La crisis de gobierno que siguió por espacio de un mes dio lugar a
peligrosas tensiones y, el 30 de marzo, el Comité Regional de la CNT cursó una
circular a los militares, federaciones y sindicatos, recomendándoles vigilancia
y contacto permanente.
El 26 de marzo quedó resuelta
esta nueva crisis de la Generalitat con los mismos personajes del anterior
gabinete, pero los decretos de Orden Público quedaron en suspensión.
El 25 de abril resultó asesinado
cerca de Barcelona el afiliado al PSUC, Roldán Cortada, que antes había sido
afiliado a la CNT (y, por cierto, firmante del famoso manifiesto de los
Treinta). En respuesta, fueron detenidos varios anarquistas a quienes no se
pudo probar ninguna responsabilidad en el hecho. En el entierro de Cortada, al
que asistieron fuerzas armadas y de policia, se gritaron consignas contra los
anarquistas. Se siguieron diversos incidentes, con la muerte de tres militantes
de la CNT dos días después.
Companys había decidido abandonar
la táctica de un gobierno de la Generalitat de unidad antifascista para adoptar
la postura propugnada por Joan Comorera, secretario del PSUC, que consistía en
imponer por la fuerza un gobierno «fuerte» que no tolerase ya una CNT incapaz
de meter en cintura a sus propios militantes, calificados como «incontrolados».
Así pues, Companys estaba decidido a romper una política de pactos con la CNT,
cada vez más difícil, y creyó que había llegado la hora, gracias al apoyo del
PSUC y los soviéticos, de imponer por la fuerza la autoridad y decisiones de un
gobierno de la Generalitat que, como los hechos demostraron, aún no era lo
bastante poderosa como para dejar de negociar con la CNT. Esto desembocó
directamente en los enfrentamientos armados de mayo.
El 1 de mayo, la fuerza pública
practicó numerosos cacheos en la calle. Fueron desarmados y detenidos numerosos
militantes de la CNT. El 2 de mayo Solidaridad Obrera lanzaría la siguiente
consigna:
"¡Trabajadores: que nadie se
deje desarmar bajo ningún concepto!"
La lucha en las calles de
Barcelona
La situación conflictiva entre
las tendencias que se proponían la revolución por la base, y la conquista del
poder político por la cúspide, culminó el mismo día 2 con el ataque por
sorpresa de doscientas unidades de las Fuerzas de Asalto de la Comisaria de
Orden Público al edificio de la Telefónica. Esta entidad estaba incautada por
la CNT y la UGT, de acuerdo con el decreto de Colectivizaciones en vigor. La
orden de ocupación procedía de Artemio Ayguadé, que tomó la decisión sin contar
con los demás miembros del gobierno catalán, pero su actitud fue desestimada
por los trabajadores, que cerraron el paso de la fuerza pública hacia los pisos
superiores, a la vez que comunicaban la noticia a toda la organziación
confederal.
Los militantes cenetistas
organizaron una dura resistencia gracias a una ametralladora instalada
estratégicamente. La noticia se propagó rápidamente. De forma inmediata se
levantaron barricadas en toda la ciudad. No debe hablarse de una reacción
espontánea de la clase obrera barcelonesa, porque la huelga general, los
enfrentamientos armados con las fuerzas de policía y las barricadas fueron
fruto de la iniciativa tomada por el Comité de Investigación de la CNT-FAI y
los Comités de Defensa, rápidamente secundada gracias a la existencia de un
enorme descontento generalizado.
El día 3, la increíble lucha se
plantó y se propagó a la calle. Se habían formado dos bandos: la fuerza pública
-cuya apoliticidad se había pretendido-, el PSUC, la UGT y los extremista de
Estat Catalá, por un lado. La CNT-FAI, Juventudes Libertarias y POUM por otro.
La reacción al intento de ocupación de la Telefónica partió de los militantes
anarcosindicalistas de base, en desacuerdo con los Comités orgánicos
representativos, que trataron de apaciguar la situación.
Nuevamente, como en julio de
1936, la lucha fue asumida por los Comités Confederales de Defensa de los
Barrios que se adueñaron de las barriadas extremas. Sus adversarios dominaron
sistios estratégicos de la ciudad. Numerosos puntos de uno y otro bando
quedaron aislados y sistiados en el centro.
Barricadas en mayo del 37 en
Barcelona.
Los Amigos de Durruti fueron los
combatientes más activos en las barricadas, y dominaron completamente la plaza
Maciá (ahora plaza Real), con todos los accesos bloqueados con barricadas, y la
calle Hospital en toda su longitud. En el cruce Ramblas/ calle Hospital, bajo
un enorme retrato de Durruti colocado en la fachada del piso donde estaba la
sede de la Agrupación, levantaron una barricada donde establecieron su centro
de operaciones. El absoluto control de la calle Hospital enlazaba con la sede
del Comité de Defensa Confederal (cuartel central de los Comités de Defensa),
en Los Escolapios de la Ronda San Pablo, y de allí con la Brecha de San Pablo,
tomada por una cuarentena de milicianos de la Rojinegra, que al mando del
durrutista Máximo Franco habían «bajado a Barcelona» en labor de «observación e
información», después que tanto la Columna Rojinegra como la Lenin (del POUM),
mandada por Rovira, hubieran cedido a las presiones recibidas para que sus
respectivas unidades regresaran al frente.
Los Comités de la CNT tratataban
de demostrar la extralimitación de funciones del consejero de Seguridad
Interior y mientras, la radio CNT-FAI, difundía sin cesar procalamas tendetes a
imponer el "alto el fuego". Estas proclamas frenaron el impulso
ofensivo de los cuadros de base, desconcertados por la actitud conciliadora de
los Comités responsables. Estas vacilaciones eran aprovechadas por sus enemigos
para conquistar nuevas posiciones.
Desde los micrófonos oficiales
los dirigentes político instaban también a la concordia, Por su parte, el
gobierno central dictó severas medidas contra la "sublevación" de
Barcelona. Federica Montseny y García Oliver, miembros de la CNT en el gobierno
central, salieron precipitadamente para Barcelona, con la misión de mediar en
la lucha. García Oliver dijo en su alocución:
"Camaradas, por la unidad
antifascistas, por la unidad proletaria, por los que cayeron en la lucha, no
hagáis caso de las provocaciones."
Habiendo exigido Companys el
establecimiento de la supremacía de la fuerza pública en la calle, la lucha se
recrudeció. El día 5 dimitió el gobierno de la Generalitat, y la CNT exigió la
dimisión de Ayguadé. El comité Regional Conbfederal propuso una gran tregua,
manteniéndose los combatientes en sus respectivas posiciones. La política de
apaciguamiento de los Comités Confederales produjo hondo disgusto y confusión
entre los combatientes de los sindciatos. Por otra parte, las treguas acordadas
servían para que las fuerzas de asalto t sus aliados mejoraran sus posiciones.
El 5 de mayo las Federacione Locales de la UGT y la CNT intimaron a todos los
trabajadores a reintegrarse al trabajo. Al mismo tiempo, el gobierno central
decretó la incautación del orden público en Cataluña y envió a Barcelona
fuerzas militares expedicionarias. Barcos de la flota republicana zarparon en
direción a Barcelona.
Los contrarrevolucionarios
aprovecharon la ausencia de tropas anarcosindicalistas en las calles -bien por
los llamamientos desde la radio o bien porque estaban en el frente- para ocupar
el Palacio de Justicia, atacar los edificios de la Unión Médica y de la
Federación Local de las Juventudes Libertarias. La llegada de nuevas unidades
de guardias de asalto, consiguieron practicamente desarmar a la resistencia
anarcosindicalista (entre otros a los Amigos de Durruti) y del POUM.
El día 6, la CNT-FAI propusieron
el abandono de las barricadas que, al parecer, fue aceptado por los
combatientes confederales, que en su fuero interno consideraban aquello como
uan claudicación revolucionaria suicida. El día 7 entraron en Barcelona las
fuerzas expedicionarias, al mando del teniente coronel Emilio Torres, que
gozaba de simpatías en los medios anarcosindicalistas por haber sido comandante
de la columna "Tierra y LIbertad". La propia CNT insinuó la
designación de ese viejo amigo como jefe de las fuerzas expedicionarias, al
objeto de hacerse obedecer por los compañeros, y en evitación de subsiguientes
represalias.
Al fin se logró el apaciguamiento
y la CNT creyó, o quiso creer en la vistualidad de aquella paz, pero la verdad
fue que a partir de aquel momento, el equilibrio de fuerzas políticas en
Cataluña se venció del lado de sus adversarios. El ataque unilateral partido de
la secretaría de Orden Público de la Generalitat no se comprendería sin la
parcialidad de Companys. El mismo Companys, que diez meses antes abdicara su
poder ante los anarcosindicalistas vencedores en la calle contra el fascismo.
Los grupos políticos a los que aquéllos concedieron carta de naturaleza
lograron concitar contra la CNT-FAI fuerzas sañudas que no podían perdonarle
las realizaciones revolucionarias.
La contrarrevolución
republicana-stalinista había triunfado y se formó un nuevo Gobierno de coalición
-en un intento de mantener la ficción de la unidad-, siempre presidido por
Companys. El gobierno de la Generalitat se transformó en un Consejo Ejecutivo
muy restringido, compuesto por Valerio Mas (CNT), Rafael Vidiella (UGT) y un
representante de la Esquerra. A principios de julio de 1937 la jefatura de
policía sería ocupada por el comunista Burillo.
En las luchas de Barcelona los
anarcosindicalistas perdieron, entre otros militantes destacados, a Camilo
Berneri, a Domingo Ascaso y a Francisco Martínez (de la FIJL). En represiones
posteriores desaparecieron doce militantes de la barriada de San Andrés, cuyos
cadáveres aparecerían días después terriblemente desfigurados en el cementerio
de Cerdanyola. La represión que siguió se haría merced incluso a los resortes
legales, ya la representación confederal en el estamento del goierno sería
incapaz para evitarla.
Estos acontecimiento tendrían
trascendental influencia en el porvenir de la República y en cuanto a sus
posibilidades de ganar la guerra. El PSUC cometió un grave error en su intento
de desnivelar a su favor el equilibrio político de Cataluña, apoyándose en la
lograda conjunción de todas las fuerzas anti-revolucionarias y en la
neutralidad sospechosa de la Esquerra, porque allí se arruinó la aspiración de
la unidad que, si bien en precario, había tenido fases un tanto líricas, como
la inaugurada en enero de 1937 con reuniones del Comité Central del Partido
Comunista y el Comité Nacional de la CNT, tendentes a subsanar fricciones
producidas por la base. La unidad quedaría en lo sucesivo como mero tema para
la propaganda y el proselitismo partidista, pero la verdad es que la base de
coincidencias que sostenían la República iba reduciéndose en un proceso
irreversible y alarmante. Porque por otra parte, los acontecimientos de mayo
iban a potenciar la inmediata marginación del socialismo de izquierda y la
caida del gobierno de Largo Caballero, que daría vía libre a la persecución
indiscriminada contra el POUM.
El proceso contra el POUM
Sorprendentemente, el Partido
Comunista español acusó al POUM de promover los sangrientos acontecimientos del
mes de mayo de Barcelona. En un mitin celebrado el 9 de mayo dirñia José Díaz:
"Nuestro enemigo principal es el fascismo, son los fascistas, pero los
fascistas tienen agentes para trabajar. Naturalmente que si los agentes que
trabajan con ellso dijesesn: "Somos fascistas y queremos trabajar con vosotros
para crear dificultades", inmediatamente serían eliminados por nosotros.
Por eso tienen que ponerse otro nombre... Unos sellaman trotskistas. Es el
nombre bajo el cual trabajan muchos fascistas emboscados, que hablan de
revolución para sembrar el desconciert. Y yo digo: si esto lo saben todos, y lo
sabe también el gobierno, ¿qué hace el gobierno que no los trata como a tales
fascistas y los extermina sin consideración?"
De manera que el 13 de mayo de
1937, Jesús Hernánde y Vicente Uribe pidieron la disolución del POUM de manera
categórica. Largo Caballero se negó a admitir que se tratase de una
organización fascista, oponiéndose a su disolución. Esto supuso la caida de su
gobierno y la entrada de Negrín -socialista pro-comunista- y la exclusión de la
CNT del gobierno.
El 18 de junio de 1937 fue
detenido en Barcelona Andreu Nin (ex-militante de la CNT y por entonces actual
lider del POUM), junto a numerosos militantes más del POUM. Andreu ya no volvió
a aparecer. Las detenciones las efectuaron policías de Madrid, pero fue Orlov,
agente de la OGPU soviética en España, quien movió toda la trama. Stalin quería
librarse de sus enemigos directos en España, de igual modo que lo hacía en
Rusia. Mariano R. Vázquez (Marianet), secretario de la CNT, diría por aquellas
fechas en el teatro Apolo de Valencia:
Nos encontramos con el caso, por
ejemplo, de que con esa persecución se detiene y desaparece, porque
inmediatamente se le esconde bien, para que no le de el aire, a un hombre como
Nin. Con nosotros nada tiene ni ha tenido en común. Hace muchos años que estaba
en nuestros medios. Los abandonó por considerar que eran otras las doctrinas
más acertadas, que eran otros caminos y no los de las ideas libertarias los que
debía seguir. Y se fue a otra organización. ¡Ah! Pero lo que nadie puede
comprender, lo que no puede comprender el pueblo es que a Nin se le diga que
está en relación con Franco y que Nin es un fascista. Y esto debe pasar a los
Tribunales y demostrarse ante el pueblo, porque Nin, para el pueblo, es un revolucionario.
La CNT protestó reiterada y
severamente contra los procedimientos policiacos y judiciales empleados contra
el POUM. Aún así, el POUM se vio implacablemente acosado en todo el país, y sus
militantes supervivieron solo en la clandestinidad. Algunos de éstos pintaron
furtivamente en las paredes de muchas ciudades republicanas esta muda protesta:
¿Dónde está Nin?
Disolución del Consejo de Aragón
y destrucción de las colectividades
El Consejo Regional de Defensa de
Aragón (Consejo de Aragón) habia nacido en septiembre de 1936 bajo los
auspicios de las milicias CNT-FAI, que ocupaban parte del frente de Aragón. Lo
mismo había ocurrido con las colectividades. Pero la marea
contrarrevolucionaria, ya poderosa en Cataluña, cargó pronto de negros presagios
la suerte del Consejo de Aragón y la obra revolucionaria de los campesinos.
El 11 de agosto de 1937, un
decreto del gobierno de Negrín declaró disuelto el Consejo de Aragón y cesantes
su presidente y consejeros. Se aludía en el breve preámbulo del decreto a
crisis de autoridad en la región y a la imperiosa necesidad de concentrar la
autoridad del Estado, siendo nombreado gobernador general Ignacio Mantecón,
comunista. Indalecio Prieto, firmanete del decreto de discolución, había
aneviado previamente al frente de Aragón a la 11 Divsión, al mando del jefe
comunista Lister. Según contó Juan Peirats:
"Estas fuerzas instalaron al
Gobernador General con la protección de sus bayonetas. Pero no terminó aquí su
tarea. Las colectividades campesinas fueron asaltadas militarmente. Las tierras
y herramientas de los colectivistas fueron entregadas a los viejos propietarios
expropiados. Más de 600 militantes de la CNT fueron detenidos, hubo entre ellos
muertos y heridos, y más de un millar tuvieron que emigrar a otras regiones o
buscar refugio en las trincheras amigas.
Los pequeños propietarios se
repartieron las tierras, las semillas y las cosechas protegidos por los
soldados y la policía. Las colectivdades fundadas por mutuo acuerdo entre
pequeños propietarios, quienes se limitaron a juntar las tierras de su
propiedad, también fueron destruidas. La 27 División (PSUC) y las 30 División
(Separatistas Catalanes), siguieron el ejemplo de la 11 División en sus
respectivas zonas de influencia."
Siguieron densas campañas
denigratorias del Consejo de Aragón y de las colectividades campesoinas, fueron
asaltados centros libertarios, y detenidos los consejeros y los miembros del
Comité Regional de la CNT y sólo puestos en libertad tras gestión directa
emprendida por el Comité Nacional de la Confederación.
VI Congreso de la AIT
Por entonces, la situación de la
Internacional ante el avance del fascismo en gran parte del mundo era
lastimosa: en América Latina, casi todas las secciones del ACAT se encontraban
en la clandestinidad a causa de las dictaduras militares. En Europa, excepto
las secciones francesa, holandesa, sueca y noruega, todas las demás habían
desaparecido ante el avance del fascismo menos la española que luchaba
abiertamente en los campos de batalla con desigual fortuna y poco comprendida
por el proletariado mundial.
Bajo este panorama, la AIT
convocó un Congreso extraordinario para tratar el problema de la guerra civil
española,
Este VI Congreso tuvo lugar en
Paris, en el mes de Diciembre de 1937, y supuso un nuevo enfrentamiento ente la
CNT española y el Secretariado General de la AIT, como en los Plenos
anteriores, por las desviaciones sufridas por los compañeros españoles en la
revolución debido al colaboracionismo con el gobierno republicano.
Otro de los temas debatidos fue
la actitud de la SAC (Suecia) con respecto a la AIT. La SAC había suspendido
sus ayudas a la CNT y roto sus relaciones con el secretariado. La sección
sueca, una de las fundadoras de la AIT, no compartía las tesis de las demás
secciones sobre la revolución española.
El Secretario General volvía a
acusar a la CNT de claudicante ante los intereses de la burguesía, lo cual
amenazaba la unidad del proletariado mundial. La confusión creada por la
colaboración de la CNT con el gobierno era demasiado grave y el Secretario
General solicitaba que se la diera de baja en la Internacional, entre otras
cosas, porque no había respetado los principios básciso de la AIT y porque no
había cotizado apenas desde su ingreso.
La respuesta de la CNT fue pedir
a las Secciones el relevo del Secretario General por otro con una visión más
amplia de las cosas y menos dogmático. Al final del Congreso el Secretario
General sería sustituido por un nuevo Secretario que residía en España pues la
AIT era incapaz de oponerse a la CNT dado el desequilibrio en el balance de
fuerzas. Años después la CNT claudicaría y enmendaría este error.
El Congreso duró diez días y,
además de la polémica entre el Secretario general y la CNT, se trató el tema de
la solidaridad con España y la ayuda internacional. A pesar del significado de
la guerra civil española, el proletariado mundial se mostraba muy poco sensible
a ella, como tampoco lo había hecho con los revolucionarios alemanes cuando se
produjo el ascenso del nazismo. Por otro lado, en los países aun libres de la
amenaza fascista, el movimiento anarquista o anarcosindicalista era
minoritario, siendo las secciones incapaces de poder arrastrar a la masa
proletaria a un apoyo incondicional a la revolución española. Esto limitaba las
actividades de la AIT y sus esfuerzos en la lucha.
Este VI Congreso marcaría el
final de una etapa en la Internacional. Tendrían que pasar quince años para que
la AIT volviera a reunirse, cuando ya la Segunda Guerra Mundial había
finalizado y el fascismo había desaparecido militarmente.
La definitiva disolución de los
Comités de Defensa
Los Comités Revolucionarios de
barrio, en Barcelona, que surgieron el 19 de julio de 1936, duraron, como
mínimo, hasta el 7 de junio del año siguiente, cuando las restauradas fuerzas
de orden público de la Generalitat, disolvieron y ocuparon los distintos
centros de las Patrullas de Control, y de paso algunas sedes de los Comités de
Defensa, como el del barrio de Les Corts. Pese al decreto que exigía la
desaparición de todos los grupos armados la mayoría resistió hasta septiembre
de 1937, cuando fueron sistemáticamente disueltos y asaltados, uno a uno, los
edificios que ocupaban.
La última en ser ocupada, y la
más importante y fuerte, fue la sede del Comité de Defensa del Centro, situada
en los Escolapios de San Antonio, que fue tomada al asalto el 21 de septiembre
de 1937 por estalinistas y fuerzas de orden público, utilizando además de
tanquetas todo un arsenal de ametralladoras y bombas de mano. Sin embargo, la
resistencia de Los Escolapios no cedió al fuego de las armas, sino a las
órdenes de desalojo dadas por el Comité Regional.
A partir de entonces los Comités
de Defensa se ocultaron bajo el nombre de Secciones de Coordinación e
Información de la CNT, dedicados exclusivamente a tareas clandestinas de
investigación e informativas, como antes del 19 de Julio; pero ahora (1938) en
una situación netamente contrarrevolucionaria.
El autoritarismo comunista, con
Stalin a la cabeza, en todo su esplendor.
En el curso de la guerra civil
española, los comunistas sostuvieron dos guerras ademas de la lucha contra el
fascismo: exterminar el trotskysmo, esto es, eliminar al POUM y sus dirigentes
y destruir la revolución social anarcosindicalista y la CNT. El 4 de agosto el
comité ejecutivo de la Internacional Comunista ya había dicho:
En un país como España, donde las
instituciones feudales tienen todavía raíces muy profundas, la clase obrera y
el pueblo entero tienen como tarea inmediata y urgente, la única tarea posible
-y todos los recientes llamamientos del Partido Comunista lo repiten y lo
aprueban-, no realizar la revolución socialista sino defender, consolidar y
desenvolver la revolución democrática burguesa.
Efectivamente, el 18 de julio, la
única consigna del PCE había sido "¡Viva la República Democrática!".
Los hechos de mayo de 1937
señalaron el fin de la revolución social y el principio de la hegemonía
stalinista en el ámbito de la República, una contrarrevolución llevada a cabo
por los partidos comunistas (PCE-PSUC), dirigidos por Dolores Ibárruri
("La Pasionaria") y Santiago Carrillo, a su vez teledirigidos desde
Moscú. La revolución española había sido destruida y el stalinismo se hizo
hegemónico en aquella república burguesa que, paradójicamente, carecía de
apoyos sociales burgueses, pues la gran burguesía catalana y vasca se habían
adherido a la sublevación militar e instalado en Burgos, sede del fascismo que habría
de triunfar finalmente bajo el caudillaje del genocida Francisco Franco.
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