INTERVENCION DE JOSE LUIS GARCIA
RUA 1º MAYO GRANADA
Mitin 1º de Mayo de 2016 en
Granada
José Luis García Rúa
El proceso real y verdadero de refundación de
la AIT remonta ya a 1913. Este proceso fue, entonces, interrumpido por el
estallido de la Primera Guerra Mundial, pero fue inmediatamente retomado,
después de finalizar la misma, en cuatro encuentros internacionales
fundamentales: en la Conferencia sindicalista preliminar de Berlín (diciembre,
1920); en el Congreso Anarcosindicalista de Düsseldorf (Alemania, otoño de
1921), donde se acordó la celebración de una Conferencia internacional de las
organizaciones en desacuerdo con la Internacional Sindical Roja de Moscú,
conferencia que fue realizada en Berlín (junio de 1922), donde se perfilaron y
matizaron los que ya serían acuerdos en el Congreso inmediato que tendría lugar
también en Berlín, desde el 25 de diciembre de 1922 al 2 de enero de 1923.
La AIT fue, pues, ya refundada allí con
principios, finalidades y estatutos, de forma que una segunda refundación es,
pues, un contrasentido en sí misma. Tiene el hecho, pues, todos los matices de
ser o parecer una forma hipócrita de querer matar el alma, el espíritu de la
AIT. Lo que da lugar a pensar que la excusa para tal postulación de una segunda
refundación no es más, en realidad, que la pretensión de diferenciar
cualitativamente el Sindicalismo Revolucionario y el Anarcosindicalismo para
hacer prevalecer el primero sobre el segundo, a la vez que para
instrumentalizar el anarcosindicalismo utilizándolo, en realidad sólo como
banderín de enganche, y reservar, de hecho, en exclusiva, el elemento director
en el sentido más amplio al pretendido sindicalismo revolucionario que tienen
en su mente. Esta es la razón, por la que, a toda costa, parecen pretender que
el sindicalismo revolucionario francés es la base teórica que viene a corregir
las veleidades de las disquisiciones ácratas que se dan en España, llegando a
ser, en 1907, el verdadero padre de la Federación Local de Barcelona en forma
de Solidaridad Obrera, y, en 1910-1911, de su paso extensivo a todo el
territorio nacional hispano en forma de CNT (Confederación Nacional del
Trabajo).
Pero hay testimonios documentales que prueba,
la llegada, en España y concretamente en Cataluña, al reconocimiento de la
mayor conveniencia, para el movimiento obrero, de la adopción de la vía
sindicalista, con anterioridad a la llegada a suelo español del sindicalismo
revolucionario francés. Este reconocimiento derivaría aquí de la simple
evolución ideológica dentro de la FRE (Federación de la Región Española), una
evolución no por simple menos tensa y controvertida, sobre todo, en cuanto
sucedida, muy dolorosamente, en medio de las terribles represiones de que fue
objeto por parte d ellos gobiernos de la Restauración. De esta manera, la FTRE
(Federación de Trabajadores de la Región Española), las Organizaciones de
Resistencia al Capital, en incluso, en 1900, la FSORE (Federación Sindical
Obrera de la Región Española), no son más que las distintas formas en que la
FRE entiende enfrentar las situaciones de hecho.
Entre las distintas pruebas que atestiguan lo
afirmado, José Peirats, en su obra Los anarquistas en la crisis política
española, nos hace saber que Anselmo Lorenzo, asistente a la Conferencia
Internacional de Londres de 1871, presentó allí un dictamen que expresaba,
innovadora y sustancialmente, las formas orgánicas que luego haría suyas el
sindicalismo revolucionario, y el propio Anselmo Lorenzo mantuvo varias veces
por escrito, en varios artículos de Tierra y Libertad y en el prólogo al libro
de José Prat Burguesía y Proletariado, que la acción ideológica en el ámbito
ácrata catalán había tenido una importante influencia en la creación y
nacimiento de la CGT francesa (Confédération Générale du Travail). Sus palabras
no dejan lugar a dudas: “Éstos (los franceses) no venían a darnos una idea
nueva, sino a devolvernos, aumentada y estructurada, la que los anarquistas
españoles les habíamos inspirado en diversas polémicas mantenidas desde Acracia
y El Productor con La Revolté”.
El término “sindicalismo
revolucionario”, desde su nacimiento como concepto en la lucha obrera y social
siempre supuso, para la base trabajadora hispana, una pura sinonimia con el
anarcosindicalismo, no diferencia alguna entre las dos, pero la corriente
dirigente hoy en CNT tiene especial interés en insistir en su abierta
diferenciación, parece que lo que fuera permisible desde el punto de vista de
los principios del anarcosindicalismo pudiera serlo desde la postura del
sindicalismo revolucionario, entendido por ellos parece que como un ente
politizante capaz de moverse y funcionar con naturalidad y soltura en ese
campo, y no haciendo, por ello, asco alguno a actos que chirrían abiertamente
con los principios anarcosindicalistas.
Se entra así, claramente, en una incoherencia
ideológica manifiesta que obliga, necesariamente, a la nefasta disidencia entre
lenguaje y práctica, entre la palabra y el hecho, entre lo que se proclama y lo
que se hace. De ahí viene, necesariamente, la tendencia autoritaria,
centralizante y burocrática, donde la acción directa deviene ya solamente en
término vacío, en una pura excusa verbal.
La CNT ha sido siempre una organización de
acción clara y directa. Ya nuestro gran Durruti previno, en su día, a los
sindicatos con palabras semejantes a éstas: Vosotros, sois, en CNT la fuerza y
el cimiento. ¡Cuidado con las personas! Éstas se mueven, cambian y pueden
fallar. Confiad en los principios: ellos son estables y permanentes. O confiad
en las personas, pero por los principios y los hechos. Sed cautos, activos y no
cejéis en la acción por la justicia. El anarcosindicalismo es vuestra luz.
Seguidla siempre.. No os apartéis nunca de ella y no consintáis que nadie
pretenda forzaros a obrar contra ella.
Así que gritemos todos juntos:
¡Viva la CNT y el anarcosindicalismo!
¡Viva el internacionalismo proletario. Viva la
AIT!
¡Salud compañeros!
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