Los informes internos del
Vaticano contabilizan 600 denuncias al año por pederastia
Es la mayor lacra en la Iglesia
católica de las últimas décadas. Desde que estallara el caso de abusos sexuales
en la diócesis de Boston en 2001 - retratado con maestría por la oscarizada
"Spotlight"-, las denuncias contra sacerdotes y religiosos se han
extendido como la pólvora. Según los datos de la propia Santa Sede a los que ha
tenido acceso eldiario.es, en la última década han llegado más de 6.000, a una
media de cerca de 600 casos por año.
Entre 2004 -año en que se
recibieron casi 800 denuncias- a la actualidad, la maquinaria canónica ha
procesado miles de causas, y casi un millar de curas -848- han sido expulsados
del sacerdocio, "reducidos al estado laical", según datos de la Comisión Pontificia para la
Tutela de Menores, creada por el Papa Francisco y que intenta coordinar la
respuesta de la Iglesia frente a este cáncer. Algo más de la mitad de las
denuncias acaba llegando a juicio por la vía canónica y alrededor de tres de
cada cuatro concluyen con la condena del acusado. Al margen del proceso
religioso bajo las leyes canónicas del Estado vaticano, hay casos por la vía
civil en cada país.
De las casi 6.000 denuncias
presentadas ante la Santa Sede, entre 2004 y 2013, la Congregación para la
Doctrina de la Fe estudió "3.420 casos creíbles de abusos a menores de 18
años". Es decir, la mitad de las presentadas. El año 2004 tiene muchas más
demandas que el resto porque recogía conductas delictivas cometidas desde 1950.
De estos más de 3.000 casos, se expulsó a 848 sacerdotes. En el resto de casos,
los sacerdotes fueron simplemente sancionados con distintas penas, que el
informe vaticano no especifica, pero que podrían ir desde una sanción temporal
a un traslado, o a evitar su trato con menores.
En el aspecto puramente jurídico,
la responsabilidad recae en la Congregación para la Doctrina de la Fe. En las
oficinas de la antigua Inquisición los informes se amontonan. Una causa contra
un sacerdote por pederastia, o contra religiosos u obispos por encubrimiento,
tarda años en sustanciarse, pues el sistema vaticano es sumamente garantista.
De hecho, el Papa Francisco tuvo que nombrar hace unos meses un tercer
secretario adjunto de la Congregación para que se ocupara única y exclusivamente
de estos casos.
"No dan abasto",
reconocía Bergoglio en el vuelo de vuelta de México, donde dejó claro que no
hay lugar en la Iglesia para los abusadores y sus cómplices.
"Un obispo que cambia a un sacerdote de
parroquia cuando se detecta una pederastia es un inconsciente y lo mejor que
puede hacer es presentar la renuncia. ¿Clarito?", apuntó entonces el Papa,
tal vez pensando en su ministro de Finanzas, George Pell, que acaba de declarar
respecto a su papel en la gestión de casos de abusos sexuales hace décadas en
Australia.
Bergoglio, quien ya dijo en su
día sobre el caso de abusos en Granada que "la verdad es la verdad, y
tiene que salir a la luz", añadía en la última entrevista: "Doy
gracias a Dios de que se haya destapado esta olla y hay que seguir
destapándola. Y tomar conciencia. Y lo último que quiero decir es que es una
monstruosidad, porque un sacerdote es consagrado para llevar a un niño a Dios y
ahí se lo come en un sacrificio diabólico. Lo destruye".
"Tenemos trabajo para 30 ó
50 años"
Mientras tanto, las denuncias
continúan llegando a Roma, y los papeles amontonándose. En España hay alrededor
de una decena de casos en la actualidad, de los que los más conocidos son los
relativos a Granada, el colegio Gaztelueta del Opus Dei o los maristas de
Barcelona.
Un eclesiástico español, bien
informado de los casos que conciernen a nuestro país admite en privado que
"desgraciadamente, y pese a la buena voluntad del Papa y del G9 (grupo de
cardenales que asesoran al Papa en la reforma de la Curia), habrá muchos casos
de abusos que se resuelvan cuando víctima y agresor hayan fallecido, o que se
cierren en falso".
Las razones son muchas: falta de
personal, el hecho de que muchas denuncias se hacen cuando pasan hasta 30 y 40
años y, sobre todo, la sensación de que tanta denuncia puede sembrar el caldo
de cultivo para pensar que toda la Iglesia está infectada. "Muchos no
denuncian porque quieren seguir con su vida y olvidarse. Hay que comprenderles,
pero también resaltar la valentía de tantas personas que han dado un paso
adelante, y que con su denuncia pueden contribuir a evitar nuevos abusos, y a
poner coto a los que se estén dando".
Hans Zollner, jesuita y miembro
de la Comisión Pontificia para la Tutela de Menores, es claro al respecto.
"Tenemos trabajo como para 30 ó 50 años más". Porque las denuncias
continúan llegando. Las condenas, aunque con cuentagotas, también.
Fuente: http://www.eldiario.es/sociedad/Vaticano-expulsado-sacerdotes-acusados-pederastia_0_491000961.html
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