Todo a punto en el astillero de
Puerto Real para colocar las quillas de los petroleros
Todo está preparado en el
astillero de Puerto Real para la puesta de quilla de los petroleros que
Navantia construirá para el grupo vasco Ibaizábal. Los trabajos se llevan a
cabo en estos momentos en los talleres de cabecera de la factoría con el corte
y ensamblaje de los primeros bloques de acero. Está previsto que las seis
quillas de los barcos, es decir, una parte de la sección central del casco, se
coloquen en el dique a mediados de diciembre, justo después del puente de la
Inmaculada.
El acto contará con la presencia
de varios representantes del armador del grupo Ibaizábal. De esta forma, los
directivos de la compañía Ondimar Transportes Marítimos darán fe del arranque
definitivo de la obra, que supondrá unos 23 meses de carga de trabajo para la
industria naval de la Bahía. La puesta de quilla es un acto simbólico, pero muy
relevante, que marca el pistoletazo de salida y la cuenta atrás en la construcción
de los petroleros. A partir de ese instante, las grúas de Puerto Real empezarán
a mover y fijar estructuras hacia proa y popa. La quilla, por tanto, es el
tramo central del barco que vertebra el desarrollo de la obra.
El presidente de la Federación de
Empresarios de la Industria Naval de la Bahía (Fedenaval), José María Camacho,
confirmó a LAVOZ que la industria auxiliar había cumplido con los primeros
encargos de este proyecto. Varias subcontratas ya han entregado a Navantia los
refuerzos que necesitan las quillas.
El contrato para la construcción
de estos barcos se firmó el pasado 30 de julio después de una dura y difícil
negociación que comenzó el 9 marzo de este mismo año con una declaración de
intenciones entre Navantia y el grupo vasco. Esta carta de voluntades recogió
inicialmente la hoja de ruta a seguir, mediante la cual se selló el compromiso
entre las partes para desarrollar la construcción de cuatro petroleros, con
opción a dos más, de la serie Suezmax.
Se trata de buques especiales para
transportar crudo por el canal de Suez. Las negociaciones entre las partes
siguieron su curso hasta detallar meses después las «especificaciones técnicas»
como el precio de los buques y sus dimensiones. No hay que olvidar que se trata
de barcos especiales, con medidas muy concretas para facilitar la navegación
por este canal, que separa los mares Mediterráneo y Rojo. Al carecer de
esclusas, como es el caso del canal de Panamá, las limitaciones al tráfico
marítimo las definen el calado del buque y la altura del puente.
Poco a poco el proyecto fue
tomando cuerpo, sin embargo, la propia SEPI, Sociedad Estatal de
Participaciones Industriales a la que pertenece Navantia como empresa publica,
mostró sus reparos hacia este encargo al no generar valor añadido para la
industria nacional. Navantia participa en este proyecto solo como mano de obra.
La patente tecnológica y el diseño de los buques son coreanos, es decir,
Navantia ha logrado sacar adelante esta construcción en la Bahía de Cádiz
gracias a una alianza estratégica con el astillero asiático de Daewoo, que será
el que aportará, además del diseño, los bienes de equipo.
El segundo avance de la
negociación de los petroleros llegó el 16 de mayo, en víspera de las elecciones
municipales, con la confirmación del proyecto. El acuerdo emplazó a las partes
a firmar el contrato definitivo en junio, sin embargo, las diferencias surgidas
entre Navantia y la SEPI, lo alargaron hasta el 30 de julio.
Finalmente, después del amargo
debate sobre la viabilidad o no de este encargo, las aguas volvieron a su cauce
y Navantia y el grupo Ibaizábal firmaron el contrato de obra ‘in extremis’ con
la bendición de la SEPI y el aval del gobierno español.
De momento, se ha firmado la
construcción de cuatro unidades, aunque se espera que el grupo Ibaizálbal
cierre otras dos antes de final de año. Su armador ngocia el alquiler de estos
barcos a través de ‘leasing’ con las petroleras Cepsa y Repsol. Ambas demandan
estos barcos para transportar crudo por el canal de Suez. No obstante, Navantia
se ha adelantado a la jugada fabricando de antemano la seis quillas necesarias.
En caso de que Ibaizábal no logre firmar las dos unidades que se esperan, las
dos quillas sobrantes se adaptarán a la estructura de los cuatro barcos en
construcción.
El proyecto de cada barco supone
unas 725.000 horas de trabajo, es decir que para los cuatro primeros, el
volumen de mano de obra será de unos 3 millones de horas. Las primeras
estimaciones apuntan a la contratación de 3.000 personas.
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