Declaraciones de sus familiares:
Antonia Alvarado es oficialmente una huérfana de guerra, aunque su abuela Carmen siempre se lo negaba. "Tú no eres una huérfana de guerra, tú eres la hija de un fusilado. La hija de un asesinado". Al padre de Antonia lo mataron en Cádiz en el 36. "Fue en la playa de Cortadura", le han contado. Sus investigaciones le han permitido determinar que seguramente el cadáver de su progenitor acabó en el cementerio de San José, en una fosa común en la que pudo ser arrojado sin nombre sin apellidos. Las asociaciones por la Memoria Histórica de Andalucía, a instancias de la Consejería de Justicia, han contabilizado ya más de 500 de estos enterramientos colectivos en la comunidad que servirán para cerrar el primer mapa autonómico de fosas comunes. Un rastreo bajo tierra por la represión y consecuencias de la Guerra Civil y la posguerra.
Antonia Alvarado es una de las miles de personas que en Andalucía todavía no saben dónde están sus familiares desaparecidos durante la represión franquista. A ella, como a otros muchos, le queda un recuerdo vago de la infancia y un relato familiar que ha permanecido casi inalterable desde que se lo contaron por primera vez de pequeña. "Mi padre era Celestino Alvarado, secretario del metal de la CNT y orador del sindicato", explica Antonia. En 1936 ella tenía cuatro años. Su abuela Carmen le contó que en agosto, un mes después del alzamiento, Celestino se refugió en Correos. "Le rodearon pero pudo salir por una puerta lateral. Trató de huir en un barco a Portugal pero le cogieron antes. Le fusilaron en una playa". Hasta ahora nadie le ha podido ofrecer un dato fiable sobre dónde se encuentran los restos de su padre, aunque aquellos que fueron asesinados en aquella arena acababan en una fosa común en el camposanto local.
Antonia Alvarado es una de las miles de personas que en Andalucía todavía no saben dónde están sus familiares desaparecidos durante la represión franquista. A ella, como a otros muchos, le queda un recuerdo vago de la infancia y un relato familiar que ha permanecido casi inalterable desde que se lo contaron por primera vez de pequeña. "Mi padre era Celestino Alvarado, secretario del metal de la CNT y orador del sindicato", explica Antonia. En 1936 ella tenía cuatro años. Su abuela Carmen le contó que en agosto, un mes después del alzamiento, Celestino se refugió en Correos. "Le rodearon pero pudo salir por una puerta lateral. Trató de huir en un barco a Portugal pero le cogieron antes. Le fusilaron en una playa". Hasta ahora nadie le ha podido ofrecer un dato fiable sobre dónde se encuentran los restos de su padre, aunque aquellos que fueron asesinados en aquella arena acababan en una fosa común en el camposanto local.
Ese cementerio es una de las 510 fosas comunes que las asociaciones de Memoria Histórica y Justicia de las ocho provincias andaluzas llevan contabilizadas en un proyecto auspiciado y subvencionado por la consejería de Justicia para elaborar un mapa de estos enterramientos colectivos en Andalucía. "Es restablecer una herida sin cerrar porque para muchas familias su principal anhelo es saber dónde estaban sus padres, sus hermanos o sus hijos."
Antonia Alvarado tampoco espera encontrar los restos de su padre pero sí que se respete la fosa común donde fue enterrado sin nombre ni apellido. Por eso lucha para que el Ayuntamiento de Cádiz no convierta el cementerio de la ciudad en un parque sin antes haberse asegurado de haber buscado todos los restos que todavía puedan permanecer allí. Es su particular batalla, la que alimenta de los recuerdos de su abuela Carmen, la que mantuvo la bandera republicana en casa. De la memoria de su madre, la que sacó a su familia adelante con el sobrenombre de La viuda del rojo. De su propia fuerza. La fuerza de la hija de un fusilado.
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