CE
Júpiter, el equipo anarquista que escondía armas en los balones
El
club del barrio del Poblenou de Barcelona llegó a esconder armas en los balones
y debajo de su tribuna para combatir las dictaduras de Primo de Rivera y
Franco.
Todas
las buenas historias empiezan en un bar, y la del Club Esportiu Júpiter lo
cumple a rajatabla. En 1909, en la antigua cervecería Cebrían de Barcelona,
donde ahora está la horchatería El Tío Che, los hermanos Mauchan fundaron un
club que desempeñaría un papel militante durante la dictadura de Primo de
Rivera, la Segunda República, la Guerra Civil y el franquismo.
Estos
hermanos británicos, trabajadores fabriles en el barrio del Poblenou,
bautizaron al equipo con ese nombre, planetario y místico, inspirados por el
ganador de una competición de globos aerostáticos celebrada en la playa de la
Mar Bella. Ya desde un primer momento, el club reflejó el espíritu obrero del
barrio, el mayor exponente de la Revolución Industrial en Catalunya y, en
consecuencia, de España.
"El
Júpiter era el equipo del Poblenou, el pulmón industrial de Catalunya, al que
también llamaban el Manchester catalán. El barrio era, además, el cuartel
general de los anarquistas", explica a VICE Sports Andreu Mitjans, que ha
documentado la historia del club en el Archivo Histórico del Poblenou. Allí se
establecieron figuras del anarquismo y el sindicalismo español como
Buenaventura Durruti, y el barrio se convirtió en el centro neurálgico de la
Confederación Nacional del Trabajo (CNT).
El
escudo del Júpiter era ya toda una declaración de intenciones; lucía sin
embudos la bandera catalana apuntalada por una estrella azul de cinco puntas.
Esa proximidad al catalanismo y a la República alimentaría su apasionante y
complicada historia, que mezcla fútbol, fábricas, pitadas monumentales y
grandes dosis de censura, pero que también esconde armas y una resistencia
férrea al golpe de Estado de 1936.
Después
de unos años jugando modestamente en el Campo de la Bota, que en realidad no
era nada más que un descampado, el equipo se federó y empezó a cosechar buenos
resultados en los años veinte. Desafortunadamente, sus años de esplendor
coincidieron con los de dictadura, inestabilidad y represión en nuestro país.
En
1923, el general Primo de Rivera impuso su golpe de estado y la balanza no se
inclinó precisamente a favor de los intereses de un club abiertamente obrero y
anarquista. En esa época, el equipo cambió por primera vez de escudo, debido a
que el régimen creía que la estrella y la señera eran ofensivas. No sería la
última vez, y hasta Franco ordenó que le cambiaran el nombre, pero eso fue más
adelante. Mejor vamos por orden.
El
club cambió de apariencia pero su base social —que por entonces rondaba los 2
000 socios, que no es moco de pavo para la época— era la misma y durante ese
período, su afición usó los balones para transportar pistolas con la excusa de
los desplazamientos del equipo a otros campos de España.
"Las
pelotas antiguas no estaban cerradas herméticamente como las de ahora, sino que
tenían cordones como unas zapatillas. Los anarquistas las desataban, sacaban la
cámara de aire y colocaban dentro la pistola desmontada", confirma a VICE
Sports Agustí Guillamón, historiador barcelonés especialista en el movimiento
obrero y revolucionario de la época.
En
1925, a pesar de la represión, del "juego de las pistolas" y de la
poca simpatía que causaban entre los estamentos militares, el Júpiter logró el
título de campeón de España del grupo B, lo que a día de hoy sería la segunda
división. La consecución del título coincidió con otro alirón barcelonés, el
del FC Barcelona en la Copa de España.
"Era
un equipo pionero en Catalunya, de los más importantes, y su historia se mezcla
con la del Barça por el incidente que provocó el cierre del campo de les Corts",
recuerda Mitjans. Ambos clubes se reunieron en el antiguo coliseo azulgrana
para celebrar sus respectivos títulos y jugar un partido de homenaje al Orfeón
Catalán.
La
Marina Real Británica, que estaba anclada en el puerto de Barcelona esos días,
asistió al encuentro e interpretó la Marcha Real, por entonces himno de España,
antes del partido. El público reaccionó con una sonora pitada que disgustó a
las autoridades, que cerraron el campo y castigaron al Júpiter con seis meses
de suspensión. A pesar de quedarse sin fútbol, el club no dejó de combatir por
la causa revolucionaria.
El
Júpiter se codeó con los mejores equipos españoles durante la primera mitad del
siglo XX.
"El
club daba al movimiento gran parte de sus ganancias, y en breve espacio de tiempo
el estadio se transformó en un arsenal", relató Julio Nacarino,
expresidente del club, al periodista Andrea Sceresini. "Los obreros,
futbolistas y anarquistas llevaban sus batallas uno al lado del otro".
Aunque no hay pruebas fehacientes, los investigadores de la época dan veracidad
al siguiente capítulo de la tumultuosa historia del club, que sitúa el campo
del Júpiter como centro de operaciones de la resistencia anarquista al golpe de
Estado del 19 de julio de 1936.
"Cuando
el río suena, agua lleva. En estas cosas siempre hay un punto de leyenda y
épica, pero es una historia cierta", apunta Mitjans en referencia al
relato oral que señala la tribuna del campo del Júpiter como un arsenal
clandestino.
"Desde
el campo del Júpiter salieron dos camiones para combatir la insurrección
fascista", afirma Guillamón. "Salieron de allí por dos motivos:
primero, porque era donde vivían los miembros importantes de la Federación
Anarquista Ibérica (FAI); y segundo, porque probablemente debajo de la tribuna
del Júpiter había un almacén clandestino de armas".
Todos
sabemos cómo acabó la cosa, y con el inicio del franquismo el club volvió a
perder la identidad recuperada durante la Segunda República. "Al régimen,
no sé muy bien por qué motivo, no les gustaba demasiado el nombre del club, así
que rebautizaron al equipo como Hércules", explica Guillamón.
Curiosamente,
el destino volvió a relacionar al Júpiter con los pasajes más oscuros de
nuestra historia. En el antiguo campo de las Botas, el descampado donde nació
el equipo y donde ahora se levantan los edificios del Fórum de las Culturas,
fue el lugar elegido para fusilar a los enemigos de la dictadura en Barcelona.
En
1948, el club recibió un mazazo que todavía perdura. El equipo que mejor
reflejaba la lucha de clases y activismo del Poblenou fue trasladado por el
régimen al campo de la Verneda, en el distrito de Sant Martí de Barcelona. De
hecho, los planes originales de los franquistas eran convertir al equipo en el
filial del RCD Espanyol y diluir el nombre histórico del Júpiter y, con él,
gran parte de las huellas anarquistas en la ciudad.
Por
fortuna, esos planes no cuajaron, y el Júpiter —que vuelve a vestir con orgullo
su escudo y colores originales desde los noventa— sigue dando guerra a día de
hoy en el Grupo 1 de Primera catalana.
Aunque
ya no queden —demasiados— anarquistas y el fútbol se haya convertido en una
industria del capitalismo reinante, la historia del Júpiter nos recuerda que
hubo un tiempo en el que el fútbol eran muchas más cosas que pilas y pilas de billetes.
Publicado
originalmente en VICE.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario