El sistema representativo y la
acción revolucionaria
Sindicato del Metal de Madrid
El parlamentarismo, históricamente,
fue una conquista de la burguesía frente al poder del monarca. Por lo que el
desarrollo de éste, en algunas ocasiones, supuso un fuerte elemento de
contrapeso contra las instituciones de la monarquía. Sin embargo, su principal
interés fue el de preservar al Estado frente a los atributos y poderes que, en
ocasiones, había conseguido conservar el rey. Este tipo de regímenes fueron
llamados incluso por algunos autores como sistemas republicanos,
diferenciándolos de la democracia que caracterizaban como directa.
Uno de los aspectos más
importantes del parlamentarismo es que, el sistema representativo como
actualmente lo conocemos, surge por primera vez en Inglaterra, antes incluso
del desarrollo y consolidación del movimiento obrero. Mientras que en Europa,
por sus diferencias políticas y económicas, lo hizo paralelamente y casi al
mismo tiempo que la formación del movimiento obrero; por lo que algunas
corrientes del socialismo burgués, partidarias de la conquista del Estado,
creyeron posible la vía de su conquista electoral.
De esta manera, el origen del
parlamentarismo se presentó como una institución burguesa, que se articulaba
incialmente mediante el sufragio restringido o censitario, por lo que solamente
podían votar o ser votados un conjunto de personas que cumplían una serie de
características económicas y sociales concretas. De esta manera, el sistema
representativo surgió como una forma de Estado de las clases propietarias, al
mismo tiempo que como una forma de exclusión de la clase trabajadora.
El desarrollo del
parlamentarismo, supuso el triunfo del mandato representativo frente al mandato
imperativo. La diferencia fundamental entre los dos consiste en que el mandato
imperativo es designado para realizar una serie de cuestiones concretas, siendo
su contenido definido anteriormente, al mismo tiempo que puntual y revocable;
mientras que el mandato representativo era designado sin precisión o definición
alguna y sin ser revocable en cualquier en cualquier momento.
Los partidarios del
parlamentarismo no aspiraban ni aspiran a superar las instituciones del Estado,
sino a mejorar el control mismo del aparato estatal en defensa de sus intereses
económicos y sociales. Por lo que, por este hecho, se le podría considerar como
una institución de consolidación y perfeccionamiento del aparato estatal; y no
como una institución de mejora sustancial de las clases trabajadoras, ya que
defiende las causas por las cuales la clase trabajadora es oprimida, en sus muy
diversas formas, pero sobre todo, garantizando el desarrollo económico
capitalista que es fundamental, también, para el desarrollo del aparato estatal
(sobre todo con un aumento de la producción de guerra, en la industria química,
en la fabricación de maquinaria pesada: terrestre, naval, aeronáutica y
actualmente aeroespacial, informática, robótica, biológica y farmacéutica,
etc.).
El parlamentarismo constituye una
forma de delegación que podríamos caracterizar como una de las mejores formas
de opresión, porque consigue arrebatar al pueblo la voluntad expresa de querer
ser dirigido y gobernado. Por lo que el parlamentarismo podríamos definirlo
como la institución de la servidumbre voluntaria y del culto a la autoridad. Lo
que finalmente ha resultado ser una exclusión sistemática del pueblo en la toma
de las decisiones, así como un importante elemento de desestructuración social
y política, y un importante elemento de individualización de la clase trabajadora.
El desarrollo del
parlamentarismo, supuso el triunfo del mandato representativo frente al mandato
imperativo. La diferencia fundamental entre los dos consiste en que el mandato
imperativo es designado para realizar una serie de cuestiones concretas, siendo
su contenido definido anteriormente, al mismo tiempo que puntual y revocable;
mientras que el mandato representativo era designado sin precisión o definición
alguna y sin ser revocable en cualquier en cualquier momento.
Los partidarios del parlamentarismo
no aspiraban ni aspiran a superar las instituciones del Estado, sino a mejorar
el control mismo del aparato estatal en defensa de sus intereses económicos y
sociales. Por lo que, por este hecho, se le podría considerar como una
institución de consolidación y perfeccionamiento del aparato estatal; y no como
una institución de mejora sustancial de las clases trabajadoras, ya que
defiende las causas por las cuales la clase trabajadora es oprimida, en sus muy
diversas formas, pero sobre todo, garantizando el desarrollo económico
capitalista que es fundamental, también, para el desarrollo del aparato estatal
(sobre todo con un aumento de la producción de guerra, en la industria química,
en la fabricación de maquinaria pesada: terrestre, naval, aeronáutica y
actualmente aeroespacial, informática, robótica, biológica y farmacéutica,
etc.).
El parlamentarismo constituye una
forma de delegación que podríamos caracterizar como una de las mejores formas
de opresión, porque consigue arrebatar al pueblo la voluntad expresa de querer
ser dirigido y gobernado. Por lo que el parlamentarismo podríamos definirlo
como la institución de la servidumbre voluntaria y del culto a la autoridad. Lo
que finalmente ha resultado ser una exclusión sistemática del pueblo en la toma
de las decisiones, así como un importante elemento de desestructuración social
y política, y un importante elemento de individualización de la clase
trabajadora.
La aparición del sufragio
universal, a diferencia de lo que el socialismo burgués defendía, no supuso
nada más que la generalización de este proceso de aceptación voluntaria y
general de la necesidad de que el pueblo sea gobernado y dirigido por sus
gobernantes. Además, entre los partidarios del parlamentarismo no eran escasos
los que lo defendían el reformismo burgués, como el único medio posible para la
transformación social, denigrando y denostando la misma idea de la revolución,
como la única y posible vía hacia la transformación sustancial de la sociedad.
A día de hoy, el sistema
parlamentario no es sino otra institución más del Estado, a diferencia de lo
que piensan los partidarios de la participación electoral, el Estado se
encuentra constituido por diferentes poderes que se encuentran en constante
tensión (administración del Estado, poder judicial, poder ejecutivo,
parlamentos, aparato militar, policial, los servicios secretos, etc.). La
historia del siglo XX en España es una buena muestra de eso, ya que el golpe de
Estado de 1936 prueba justamente la capacidad de acción e independencia del
aparato militar frente al parlamento, entre otros muchos ejemplos.
La democracia participativa, no
supone nada más que una modificación accesoria de la democracia parlamentaria
que busca aumentar los cauces de participación ciudadana, sin romper con el sistema
estatal-capitalista, por lo que supondría otra forma de afirmación de éste.
Además, el propio movimiento obrero reconocía que el Estado era, sin ninguna
duda, el primer explotador de las clases trabajadoras, por lo que el
sindicalismo revolucionario como expresión de la clase obrera consciente,
reconocía que el principal enemigo de la clase trabajadora era el Estado y que
la pretensión de alcanzar la integración de las masas trabajadoras en las
instituciones burguesas no supondría nada más que pasar a ser parte de la clase
explotadora, entre otras cosas, por heredar el conjunto de las relaciones
laborales que mantiene el Estado con la clase obrera.
La clase trabajadora, durante los mejores momentos de su historia,
reconoció que su acción política no debía estar orientada hacia participación
en las instituciones del Estado, sino presentando batalla en, aquel aspecto que
el propio ordenamiento social le adjudicaba, su condición económica y social, y
su acción política fundada en la acción directa revolucionaria como
intervención desde fuera de las instituciones del Estado.
Por este motivo, los trabajadores y las trabajadoras deben de rechazar
cualquier participación política en el Estado, autoorganizándose
asambleariamente desde la acción directa y el apoyo mutuo, con el fin de
presentar batalla al Estado y al capitalismo y abrir un horizonte
revolucionario de transformación social.
Alfonso Salvador. SOV de Albacete
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