El filósofo García Rúa es
despedido en Granada con el himno "A las barricadas"
Palabras emocionadas, versos que
Antonio Machado dedicó a Francisco Giner de los Ríos, música del grupo
asturiano "Mus", banderas anarcosindicalistas y el himno libertario
"A las barricadas". El filósofo gijonés José Luis García Rúa fue
despedido ayer en Granada, ciudad de cuya Universidad era catedrático emérito y
en la que falleció el pasado viernes, por familiares, amigos, discípulos,
admiradores y una nutrida representación de la CNT, sindicato del que fue
secretario general entre 1986 y 1990. Una ceremonia sencilla y cálida a la vez,
como le hubiera gustado al profesor, en la que intervinieron desde la emoción
sus hijos Francisco y Héctor. También su nieto Héctor García, que dejó una
última enseñanza del abuelo y maestro: "Quería compartir las últimas palabras
que pude escuchar de su boca. Estaba con él y me dijo:'Yo ya no puedo hablar;
háblame tú de la vida".
A García Rúa, ejemplo de una vida
orientada por la noción y la práctica de la ayuda mutua, le hubiera gustado lo
que dijo ayer su nieto Héctor en el cementerio granadino de San José: "Y
eso es lo que yo creo que debemos hacer: hablar todos de nuestras vidas,
porque, al fin y al cabo, aunque yo soy muy joven, creo que eso es el mundo,
compartir nuestras vidas".
El coche fúnebre con el cuerpo
del filósofo llegó al camposanto granadino hacia las cuatro y media de la
tarde. Entre los ramos de flores y las coronas, una de los compañeros de la CNT
de Asturias y León. También hubo representación de la familia gijonesa de
García Rúa. Un emocionado Pelayo García Rodríguez, sobrino del catedrático,
viajó durante la madrugada de ayer hasta la ciudad andaluza para asistir a la
despedida de su tío. Un hijo del también desaparecido filósofo y escritor
anarquista Agustín García Calvo quiso estar presente en la despedida de García
Rúa.
Se leyeron comunicados de la
Asociación Internacional del Trabajo (AIT), de la que el anarcosindicalista
gijonés fue secretario general. Intervino asimismo el político socialista José
Antonio Pérez Tapias, quien llegó a disputar la dirección del PSOE a Pedro
Sánchez en 2014. Habló en calidad de decano de la Facultad de Filosofía y
Letras de la Universidad de Granada, donde García Rúa, de quien hizo un ceñido
elogio, se jubiló como profesor en 1988 y en la que siguió impartiendo clases
como catedrático emérito quince años más.
Fue una ceremonia de la palabra
concurrida, con presencia también de militantes de las Juventudes Libertarias.
García Rúa, que falleció a los noventa y tres años, ejerció a lo largo de su
vida un renovado magnetismo sobre sucesivas generaciones. Muchos jóvenes veían
en el filósofo y escritor (también fue poeta) un ejemplo de coherencia ética. Y
no sólo por su activo compromiso con la lucha por las libertades durante el
franquismo, que le represalió de manera sistemática forzando su despido de
varios centros académicos (de la Universidad de Oviedo, por ejemplo), sino
también por su visión social del futuro.
De ahí que a muchos de los
asistentes a la ceremonia granadina de ayer les pareciera del todo acertada,
ajustada a la ocasión, la lectura de los versos que Antonio Machado dedicó a
Francisco Giner de los Ríos. Es un poema incluido en el libro "Campos de
Castilla", donde su autor homenajea a su manera al ilustre pedagogo,
creador y director de la Institución Libre de Enseñanza: "Como se fue el
maestro,/ la luz de esta mañana/ me dijo: Van tres días/ que mi hermano
Francisco no trabaja./ ¿Murió?... Sólo sabemos/ que se nos fue por una senda
clara,/diciéndonos: Hacedme/ un duelo de labores y esperanzas". El texto
fue leído por el filósofo y catedrático universitario Pedro Cerezo, académico
de la de Ciencias Morales y Políticas.
Durante la ceremonia se escuchó
asimismo la versión musical que "Mus" hizo de "Adiós",
poema de García Rúa que éste recita en la grabación que firmó en 2010 el grupo
gijonés. Un texto en el que su autor habla de su Asturias natal. Nacido en
Gijón el 31 de agosto de 1923, ciudad en la que el pensador libertario mantiene
una notable ascendencia por su papel fundamental en la academia obrera de la
calle Cura Sama o en las Comunas Revolucionarias de Acción Socialista, la
familia ha querido que descanse en Granada. No sólo porque fue la ciudad cuya
Universidad le acogió haciéndole justicia, sino porque en ella reposan también
su mujer, Gisela, y su hijo Emilio José.
"¡Viva la anarquía!",
se escuchó ayer en el cementerio de San José cuando se selló el nicho que acoge
los restos del filósofo. Éste consagro gran parte de su vida a un ideario y a
un compromiso político al que llegó, según relató cuando dictó sus memorias
para LA NUEVA ESPAÑA, por el testimonio de un muchacho que sobrevivió a los
fusilamientos en Gijón en la Guerra Civil. Pasó por los campos de concentración
en los que Francia recluyó a los exiliados españoles; trabajó en la
construcción y en Mina La Camocha; fue adjunto de Antonio Tovar en la
Universidad de Salamanca y lector en la de Maguncia, en Alemania; hizo la tesis
sobre Séneca y escribió libros sobre las ciudades que amó y los días en los que
no dejó de expresar su amor por la libertad. Y de todo ello se habló ayer en
Granada al darle el último adiós.
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