JAVIER FERNÁNDEZ QUESADA: UNO DE LOS CRIMENES IMPUNES DE LA
"TRANSICIÓN"
El 12 de diciembre de 1977, en medio de la represión
desatada con motivo de una huelga general en Tenerife, la Guardia Civil invadía
a tiros la Universidad de La Laguna. Uno de los disparos realizados por los
agentes de este cuerpo militar acaba con la vida del joven estudiante de
Biología Javier Fernández Quesada. Con motivo del 37º aniversario de su
asesinato, uno de los muchos que se produjeron durante la Transición del
franquismo al actual régimen monárquico que han permanecido impunes hasta la
fecha, recuperamos para nuestros lectores la reseña del libro de Rosa Burgos
cuyo título hace referencia a la versión oficial sobre lo sucedido. "La
bala que cayó del cielo. Crimen de Estado: el caso de Fernández Quesada.
El 12 de diciembre de 1977, en medio de la represión
desatada con motivo de una huelga general en Tenerife, la Guardia Civil invade
a tiros la Universidad de La Laguna. Un
El mismo día, el Juzgado de Instrucción nº 2 de La Laguna
incoa el sumario 117/77. Tres días después, al “existir pruebas suficientes” de
que los disparos han sido realizados por miembros de la Guardia Civil, cuerpo
militar, el Juzgado se inhibe a favor de la jurisdicción castrense, a donde
llegan el sumario y las piezas de convicción. Y allí, militares procesando a militares, todo se estanca, como en la
investigación llevada a cabo en el Congreso de los diputados. Pantomima tras
pantomima: silencios, deformaciones, semi-verdades, mentiras netas,
declaraciones calculadamente sesgadas, olor a pestilencia: el Estado y sus
instituciones diluyendo responsabilidades. Al final, nada, una bala que cayó
del cielo.
Aquel año 1977*... segundo año de “Transacción”. Como 1976,
año de crímenes fascistas y policiales, crímenes de terror y represión…
El 7 de enero en
Chirivella, Valencia, moría José Vicente Casabany, de un ataque cardiaco,
durante una manifestación de aquellas en las que había que saber controlar
hasta la respiración. Pocos días después, y también por un ataque al corazón, moría con sólo 16
años, Juan Manuel Iglesias, a causa del pánico después de ser perseguido por la
policía, en Sestao.
El 23 de enero caía asesinado Arturo Ruiz. Los disparos del
crimen parten de fascistas que campean a sus anchas, con protección policial.
El escenario es una manifestación proamnistia en la Plaza de España, Madrid.
Miles de personas reclaman la amnistía para los presos políticos que aún están
en las cárceles. El centro de Madrid es un “salto” continuo: San Bernardo, Sto.
Domingo, Callao, Princesa… Al día siguiente, en las protestas por este nuevo
crimen del fascismo, cae herida Mª Luz Nájera, con el rostro destrozado
completamente por el impacto de un bote de humo disparado a bocajarro. Muere al
día siguiente… Esa noche del 24 de enero se produce la matanza de los abogados
laboralistas de la calle Atocha.
El fascismo está crecido e instalado dentro del aparato del
Estado. Únicamente la calle le responde y le combate.
El 24 de febrero muere, en Cartagena, Pancho Egea, por
disparos de balas de goma, en el transcurso de una manifestación obrera.
El 13 de marzo, muere en Donosti José Luis Aristizabal Lasa,
por la misma causa que el anterior: disparos de balas de goma de la policía, en
el transcurso de una manifestación proamnistia.
El 20 de marzo es apuñalado por ultraderechistas, en
Barcelona, el militante anarquista Ángel Valentín Pérez, en el transcurso de
una manifestación en la Plaza de San Jaime.
Otro pelotazo de goma mata, el 30 de marzo, en Donosti, a
Isidro Susperregui Aldako, herido durante una manifestación 15 días antes.
El mes de mayo queda escrito con sangre para la historia de
Euskal Herria. Se inicia con una semana de lucha por la amnistía (no olvidemos
que, en 1977, segundo año de nuestra sagrada Transición quedan luchadores
antifranquistas en las cárceles de la democracia) y termina con cinco muertos a causa de las
actuaciones de la policía y la guardia civil. En Rentería, Rafael Gómez
Jáuregui, recibe una ráfaga de subfusil. En Iruña, José Luis Cano Pérez es
rematado a corta distancia por un tiro en la nuca efectuado por un cabo de la
policía. Miguel del Caño muere atropellado en la autovía, al retirar una
barricada por orden de la guardia civil. En Ortuella es asesinado, de un tiro
en la cabeza y por la espalda, Manuel Fuentes Mesa. El autor del disparo es un
guardia civil. Luis Santamaría Miquelena fallece de un shock al sentir los
impactos de bala en su casa. Cerrando ese trágico mes, el día 24, de nuevo en
Rentería, muere Gregorio Maritxalar Aiestaran, herido de bala en su propia casa
10 días antes.
El 11 de septiembre, en el transcurso de la Diada de
Catalunya, fallece Carlos Gustavo Frecher Solana. Una bala de goma le destroza
la cabeza.
El 20 de septiembre muere Juan Peñalver Sandoval, conserje
de la revista “El Papus”. Un paquete bomba entregado minutos antes por un
ultraderechista le explota en las manos.
El 6 de octubre asesinan en Alicante a Miquel Grau que
participa en una pegada de carteles por la Diada del País Valenciá. Un conocido
fascista le lanza un ladrillo a la cabeza.
El 4 de diciembre, en el transcurso de una manifestación por
la autonomía en Málaga, muere por disparos de la policía Manuel José García
Caparrós.
El 12 de diciembre, el ciclo de asesinatos se cierra donde
empieza este escrito: Javier Fernández Quesada, Universidad de La Laguna,
Tenerife.
Los años de la “Transacción” fueron así: las balas caían del
cielo. Por eso son tan importantes libros como éste de Rosa Burgos, editado por
El Garaje. Un trabajo excelente de investigación que muestra cómo los crímenes
del Estado y sus servidores suelen quedar en un limbo de nubes rosas y
declaraciones hipócritas. El sumario Fernández Quesada fue sobreseído el 11 de
marzo de 1978 “por falta de autor conocido.”
“Me ha parecido un
libro extraordinario, que casi raya la
gran perfección. Excelente, bien escrito, magníficamente engarzado… y con
la ductilidad precisa de una coronación
literaria.” (José Luis Morales, periodista y escritor).
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